¿Qué hay tras las masacres étnicas de Darfur? Más de mil años de racismo árabe

¿Qué hay tras las masacres étnicas de Darfur? Más de mil años de racismo árabe

Las milicias RSF que están perpetrando masacres étnicas en El Fasher son herederas de las Yanyauid, que desde 2003 comenzaron a combatir a la población negra. Cuentan con apoyo de Emiratos Árabes Unidos, explica el periodista Alfonso Masoliver

María Martínez López
Desplazados por las masacres étcnicas de El Fasher en Tawila, el 28 de octubre.
Desplazados de El Fasher en Tawila, el 28 de octubre. Foto: AFP.

Las masacres étnicas contra la población negra de Darfur que se están produciendo desde que el domingo las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF por sus siglas en inglés) tomaron su capital, El Fasher, tienen raíces muy antiguas. Así lo asegura Alfonso Masoliver, corresponsal de La Razón en África subsahariana y colaborador de África Mundi, que llega a calificarlas de un «genocidio» perpetrado por estas milicias árabes.

Masoliver explica a Alfa y Omega que los orígenes más remotos de lo ocurrido se hunden en la época en la que «durante aproximadamente mil años» los árabes «conseguían esclavos» en lo que hoy es Sudán y el resto del cuerno de África. Es decir, fue una práctica mucho más extendida en el tiempo que los «dos o tres siglos que dura el comercio de esclavos ejecutado por europeos».

Captura de un vídeo difundido por las RSF desde El Fasher a través de Telegram.
Captura de un vídeo difundido por las RSF desde El Fasher a través de Telegram. Foto: AFP / RSF.

De esta forma, así como durante las sucesivas invasiones árabes, se institucionalizaron «unas dinámicas de racismo estructural donde el árabe es el amo y el negro es el dominado». Esta mentalidad «no se limpia de la noche a la mañana».

De una milicia a la guerra

Mucho más recientemente, en 2003, este racismo se encarnó en la región de Darfur y el este de Chad en las milicias Yanyauid. Estas, etnias de ascendencia árabe y mayoritariamente ganaderas, «se enzarzaron contra otras formadas por etnias negras y mayoritariamente agricultoras», la población puramente autóctona de la región.

Podía haber sido «una lucha igualada», pero «los árabes tienen más apoyos internacionales, una mayor dominancia de las estructuras del Estado, un mayor poder, un mayor apoyo del propio Estado». Por eso, se convierte en «una lucha desigual y, en consecuencia, en un genocidio».

Foto de archivo de sudaneses esperando a recibir alimentos en El Fasher el pasado agosto.
Foto de archivo de sudaneses esperando a recibir alimentos en El Fasher el pasado agosto. Foto: AFP.

En 2015, las milicias Yanyauid «se profesionalizan y acaban creando las Fuerzas de Apoyo Rápido» (RSF, por sus siglas en inglés). Se trata de «un grupo paramilitar afiliado, pero no subrogado, al Ejército sudanés». En 2019 las RSF —lideradas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, Hemetti— se aliaron con el general Abdelfatah al Burhan, líder del Ejército sudanés, para dar un golpe de Estado. Derrocaron al Gobierno e impusieron un régimen de transición. Pero la lucha de poder entre ellos terminó desembocando en 2023 en una guerra abierta que sacude el país desde entonces.

Entramado de intereses

Otro elemento clave para comprender lo ocurrido es que las RSF son aliadas de Emiratos Árabes Unidos y cuentan con su apoyo de cara a la comunidad internacional. De hecho, desde 2015 ayudan a este país a combatir a los rebeldes hutíes en Yemen. Tanto este país como Arabia Saudí tienen intereses en el conflicto sudanés porque «de Jartum hacia el sur, el país es una de las tierras más fértiles de esa región», explica Masoliver.

Los países árabes, «cuyo territorio es todo desierto, dependen de esas tierras fértiles para dar de comer a su población», abunda el periodista. De hecho, al país se le conoce como «la cesta de alimentos del mundo árabe». A ellos se le suman otros recursos atractivos, como «petróleo en el suroeste y oro en el noreste y el suroeste».

Por otro lado, «estratégicamente Sudán es una de las puertas de África» para llegar a países como República Centroafricana, Chad o Libia, todas ellas naciones «con muchos recursos naturales y donde ya hay presencia rusa». Para influir en ellas, por ejemplo «si quieres meter el terrorismo islámico, lo haces por ahí, como se hizo en los años 2000». Ahora «se está intentando reintroducir a los Hermanos Musulmanes de la mano de Irán y de Egipto».

Este último país también «apoya a Al Burhan» —en el bando contrario—, para, cuando acabe la guerra, pedirle ayuda contra Etiopía. Este país «ha hecho una gran presa que tiene el poder de cortar el flujo del Nilo Azul», más caudaloso que el Nilo Blanco. Esto «pone en peligro la capacidad de regar sus tierras tanto de los sudaneses como de los egipcios». Por eso, recuerda, «Sudán y Egipto colaboraron para enviar armamento» a la región etíope de Tigray durante su conflicto con el Gobierno central etíope (2020-2022). Y «cuando acabe la guerra de Sudán, empezará la guerra de Etiopía», pronostica.