QFWFQ, una historia del universo: El molusco que cambió la historia - Alfa y Omega

Una familia de campesinos se reúne para despedir la luna. El escenario, un campo desnudo de tierra seca, un árbol pelado, piedras y en el cielo, las estrellas. Habla el hombre más joven. Sus palabras y unos pocos gestos lo delimitan en un abrir y cerrar de ojos: un paleto. En las butacas la quietud de la espera… ¿qué proponen?, se pregunta el espectador… Unos segundos de tensión, pues todos sabemos el difícil equilibrio que exige la comedia. Es el instante más temido, esos primeros pasos que definen y anticipan lo que va a venir. Y entonces, sin dejarse rogar, la irrupción de lo cómico: el grupo de paletos cantan al unísono, con una alegría contagiosa, y en aquella reunión familiar se dan cita una melodía tradicional popular y unos versos cargados de erudición científica. Esta gente sabe lo que hace: la contradicción indolora (Aristóteles), la risa ante lo chocante que no lástima, arrancada con maestría por cuatro actores que saben de su oficio, una dirección magníficamente equilibrada y un guión sencillamente genial. Sí señor, ¡así se hace una comedia!

¿Cómo empezó todo? En un punto, responde el joven QFWFQ, todos amontonados, la abuela, el padre, la hermana, la señorita Fink y sus caderas… Entre alegres y contagiosos cantos, conflictos familiares cotidianos, y gestos llenos de expresión (también el cuerpo sabe jugar con la contradicción) esta familia de paletos nos relatará la historia del universo, desde su origen, y expansión, hasta el surgir de la vida, la sexualidad y la evolución de las especies. Una anécdota que ilustra esto: mientras narran en primera persona el momento crucial de la «condensación de la materia», QFWFQ le pregunta a su hermana:

—¿Qué haces?

—Jugando con cosas

—¡Pero sí las cosas no existen!

—Ahora sí

La risa se ve interrumpida aquí por el asombro, de que haya algo y no nada. Y así transcurre el relato, con las peripecias de esta familia y las novedades de lo obvio, de la carcajada al asombro, la mayor de las veces, presentándose juntas… Y en unos segundos, ante nuestro horizonte, aparece el mar: «Abuela, ¿te acuerdas cuando éramos moluscos?».

QFWFQ, el molusco que cambió el mundo no es, a pesar de su importancia, el protagonista de esta obra. Es la palabra, la palabra que habita el mundo, que dota de sentido todas las cosas y vivifica el dato muerto. La palabra significativa, cálida, que llena el espacio de otro modo vacío y frío. Detrás de lo cómico lo profundo, y de la risa, emerge introvertida la pregunta.

En una hora y diez minutos transcurren miles de millones de años, y entre risas y poesía, nostálgicos recordamos que todo comenzó en un punto y que lo que hoy está fragmentado estuvo una vez, unido.

Álvaro Lavín, Marina Seresesky, Chani Martín, Elvira Cuadrupani… Ninguna objeción. Conocen su oficio, conocen los resortes de lo cómico, y conocen sus fortalezas. Álvaro Lavín, protagonista humilde, sin recursos explosivos consigue lo insólito: cargar con el peso de la obra de un modo que casi pasa desapercibido, pero que al ojo no se le escapa. Sus recursos los saca de dentro, tiene un fondo de emotividad inagotable, da la sensación de que puede ir tirando de él indefinidamente. Marina Seresesky borda el papel de la abuela, y sus intervenciones son chispeantes. Chani Martín: un maestro del rostro, de la gesticulación… un valor añadido, personal, sin ninguna duda. Y Elvira Cuadrupani, 70 minutos de representar una ingenuidad encantadora. Magníficos los cuatro. No quiero perderles la pista, y ansío verlos abordar otros géneros. Por último Salvatierra: creo que Calvino mismo se sorprendería de lo conseguido por este dramaturgo. Trasladar el cuento al escenario, y hacerlo parecer tan fácil…

En fin, recomiendo vivamente esta obra y esta representación en particular. Una bocanada de aire fresco dentro del tan incomprendido y zarandeado género cómico.

QFWFQ, una historia del universo

★★★★★

Teatro:

Sala Cuarta Pared

Dirección:

Calle Ercilla, 17

Metro:

Embajadores, Acacias

OBRA FINALIZADA