Primer sacerdote muerto en el contexto de la guerra en Myanmar
Donald Martin Ye Naing Win, de Mandalay, fue acuchillado el pasado viernes. Las Fuerzas Populares de Defensa, que controlan el territorio, han detenido a diez personas
Donald Martin Ye Naing Win se convirtió, el 14 de febrero, en el primer sacerdote asesinado en Myanmar desde el comienzo de la guerra civil tras el golpe de Estado del 1 de febrero de 2021. El cuerpo sin vida del presbítero, de 44 años, mutilado y desfigurado con heridas de arma blanca, fue encontrado el pasado viernes a las 6 de la mañana por unos feligreses en el recinto parroquial de Nuestra Señora de Lourdes, en la diócesis de Madnalay, donde era párroco.
Más de 5.000 personas se congregaron el pasado domingo en el pueblo de Pyin Oo Lwin, de donde era originario. para despedir y rezar por él. Para ello, desafiaron al peligro que supone la violencia generalizada en el país. Según recoge la Agencia Fides el arzobispo de Mandalay, Marco Tin Win, aprovechó la homilía para invitar a los fieles a «despertar» y reconocer que «la violencia solo trae muerte y destrucción, es siempre una derrota». Asimismo, lanzó un llamamiento a «todos los grupos armados y a los actores implicados en el conflicto para que depongan las armas y emprendan un camino de paz y reconciliación».
Durante la celebración se leyó un mensaje enviado desde la Nunciatura en Rangún. En él Andrea Ferrante, encargado de los negocios vaticanos en el país, expresaba las «profundas y sentidas condolencias de la Santa Sede a la familia, a las comunidades religiosas y a los fieles de la archidiócesis de Mandalay», junto con «oraciones por el eterno descanso del sacerdote, víctima de una violencia injustificada».
«Que se haga justicia»
El texto exhorta a sacerdotes, religiosos, misioneros y fieles a «continuar con ardor su misión, a pesar de las dificultades, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Buen Pastor». Asimismo, los invita a ser «signos de la presencia misericordiosa del Padre que acoge a sus hijos y cura sus heridas».
También la Conferencia Episcopal de Myanmar expresó su dolor y cercanía a la comunidad de Mandalay. Los prelados esperan que «la sangre y los sacrificios de innumerables personas inocentes, junto con la del padre Donald Martin, puedan servir de ofrenda para poner fin a la violencia que asola la nación».
En este sentido, hacen un llamado urgente a la reconciliación: «Aprendiendo de estas experiencias desgarradoras, esperamos que pueda reavivarse el espíritu fraternal. Pedimos fervientemente el fin de la violencia». En el comunicado, firmado por el cardenal Charles Maung Bo, presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, insta «a las autoridades a tomar las medidas adecuadas y a garantizar que se haga justicia, para evitar que hechos como este se repitan en el futuro».
Diez detenidos
Según fuentes locales, Ye Naing Win organizaba iniciativas informales de educación para niños y jóvenes de las 40 familias católicas de su parroquia. El asesinato se produjo en una zona sin presencia del ejército birmano, bajo el control de las Fuerzas Populares de Defensa (PDF), opositoras a la Junta Militar.
Estas milicias han detenido a una decena de hombres, identificados como «vigilantes» del pueblo de Kan Gyi Taw, donde ocurrió el ataque, para esclarecer los hechos. Según fuentes de la Agencia Fides, las PDF tienen interés en identificar y castigar a los culpables. Han trasladado a los detenidos a un tribunal en las denominadas «zonas liberadas», fuera del control gubernamental.