Piélagos celebra el centenario de su Virgen - Alfa y Omega

Piélagos celebra el centenario de su Virgen

José Calderero de Aldecoa
Virgen de Valencia de Piélagos. Foto: Santuario de la Virgen de Valencia

Es conocida como la Virgen de Valencia y el miércoles 8 de septiembre cumplió 100 años como patrona del municipio cántabro de Piélagos. El peculiar nombre, sin embargo, no fue el primero que tuvo esta talla gótica de madera policromada.

La imagen fue encontrada en el siglo XV por unos pastores en el hueco del tronco de un roble que ardía, y recibió, en un principio, el nombre de La Quemada por tener en su dorso restos de aquel fuego. Los lugareños construyeron un pequeño humilladero y pusieron a la imagen allí.

Con el paso de los años, la devoción fue creciendo y se hizo necesario ampliar la pequeña capilla, hasta que en 1680 se empezó a construir el actual santuario. El paso del tiempo también provocó el cambio de nombre de la imagen, que empezó a conocerse como la Virgen de Valencia. Pero, ¿cuál fue el motivo?

«El origen del nombre es desconocido, pero existen varias hipótesis que lo intentan explicar», señala Alejandro Solórzano, responsable del santuario de la Virgen de Valencia. Algunos de los peregrinos encontraron semejanzas con la Virgen de los Desamparados de Valencia, «pero realmente no se parecen», asegura el sacerdote. «Puede ser que uno de los pastores que la encontró fuera valenciano», elucubra.

En realidad, hay dos hechos que explican de forma más fidedigna el curioso nombre. La Virgen «fue encontrada en el barrio de Valencia, de Piélagos» y La Quemada simplemente «adoptó el nombre del lugar en el que apareció». Por otro lado, «el cardenal Belluga y Moncada, vinculado a Valencia porque fue su virrey, tenía mucha devoción a esta imagen», detalla Solórzano. «Y en 1720 llevó una estampa de la misma al Vaticano para que la custodiaran».

Con motivo del centenario, el miércoles el obispo de Santander presidió el rito de coronación canónica de la imagen, «ya que no existe constancia de su coronación», concluye Solórzano.