Pedir con insistencia - Alfa y Omega

Pedir con insistencia

Sábado de la 32 semana del tiempo ordinario / Lucas 18, 1-8

Carlos Pérez Laporta
juez injusto
El juez injusto y la viuda persistente. Anónimo. Foto: Pacific Press Publishing Company.

Evangelio: Lucas 18, 1-8

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer:

«Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.

En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle:

“Hazme justicia frente a mi adversario”.

Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo:

“Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”».

Y el Señor añadió:

«Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?».

Comentario

El término que usa en griego el juez injusto viene del mundo del boxeo: el traductor al castellano nos ha transmitido un sentido figurado, pero el juez injusto dice literalmente «voy a hacer justicia no sea que esta viuda venga y me parta la cara (el pómulo, porque significa golpear debajo del ojo)». Cuando Jesús habla de la insistencia de la oración no habla de una piedad resignada, sino de insistencia obstinada. Contra la injusticia no cabe en la vida del cristiano conformidad ninguna.

Todos vivimos situaciones en las que parece que Dios no responde, que llega tarde. ¿No sería el momento de bajar los brazos, de dejar de suplicar? Con insistencia y obstinación debemos reclamar día y noche a Dios. Se debe pedir sin desfallecer.

Dios nos hará justicia «sin tardar», a su tiempo, ha dicho Jesús. Quizá nos parezca tarde a nosotros, porque nos duela el orden en que Dios atiende. Pero precisamente por eso la cuestión es si encontrará esa fe cuando llegue, si nos encontrará con los brazos en alto, esperando el auxilio que viene del Señor. La fe es seguir esperándolo todo siempre de Dios, que no quita nada y nos lo da todo con su Hijo. Dios siempre está a tiempo de hacer justicia.