«No esperaba yo estas preguntas de unos seminaristas»
Primeros espadas de la vida social y política española visitan regularmente el Seminario Conciliar de Madrid para un rato de Café y compañía con los futuros sacerdotes
Café y compañía es el nombre de la iniciativa que cada año lleva a cinco o seis personalidades de la vida pública al Seminario Conciliar de Madrid. El expresidente del Congreso, Jesús Posada, o los antiguos ministros Alberto Ruiz Gallardón, José Bono y Jaime Mayor Oreja son algunos de los nombres que han aceptado compartir almuerzo y un rato de tertulia con los seminaristas. También han acudido empresarios, altos ejecutivos (caso reciente del presidente de COPE, Fernando Giménez Barriocanal), o expertos como el historiador Fernando García de Cortázar, que abordó en una de las últimas sesiones la crisis en Cataluña. El escritor Juan Manuel de Prada y los periodistas Juan Pablo Colmenarejo (COPE) y Ramón Pérez Maura (ABC) son también excafetistas. Igual que la miembro de la Academia Pontificia de la Vida Mónica López Barahona o el exalcalde de Madrid José María Álvarez del Manzano.
«Van a ser sacerdotes seculares, sacerdotes en el mundo». Por eso es importante que haya este tipo de ventanas a la realidad social, dice el formador del seminario Juan Jesús Moñivas. Los invitados que son creyentes, la mayoría, suelen empezar el encuentro con un testimonio personal, lo cual permite también a los seminaristas hacerse una idea de lo que significa hoy vivir la fe en los distintos ámbitos de la sociedad, añade el formador.
Un puente de doble sentido
Arsenio Fernández Mesa es el joven a cargo de Café y compañía. Las tertulias, organizadas íntegramente por los propios seminaristas, intentan tanto «responder a las inquietudes de los futuros sacerdotes» como «suscitar otras nuevas», explica. Esa es una de las grandes líneas, precisamente, de la reforma de los seminarios del Papa Francisco, que busca formar a presbíteros no solo de profunda y auténtica espiritualidad, sino capaces de medirse con el mundo y con los debates que se suscitan en la sociedad.
Pero Café y Compañía es un puente de doble sentido. «A muchos les sorprende la normalidad que se respira aquí dentro», cuenta el responsable. «Está muy mitificado el seminario, como si los que estuviéramos aquí fuéramos gente rara», ríe.
Una visita al seminario «rompe muchos prejuicios». Por ambas partes. «Nos enseña que se puede dialogar con todo el mundo».
Los invitados suelen marcharse con comentarios del tipo: «No esperaba yo estas preguntas de unos seminaristas». Fernández Mesa destaca que «en estos encuentros se ve la diversidad que hay en aquí». Buena parte de los seminaristas llegaron ya con estudios universitarios terminados o incluso habían iniciado una carrera profesional antes de descubrir su vocación al sacerdocio, pero «también los que vienen del seminario menor sorprenden por sus inquietudes».
A la inversa, los invitados aportan una visión de primera mano sobre procesos de toma de decisiones que afectan al conjunto de la sociedad, algo sobre los que alguien que va a desempeñar un papel de liderazgo en una comunidad debe tener unas nociones básicas. «A mí la palabra líder no me gusta», matiza Juan Jesús Moñivas. «Estamos llamados a ser servidores del pueblo de Dios, de quien quiera, cuando quiera y en el lugar que sea», y esto «incluye lo mismo al político que a la persona que limpia la parroquia». No obstante, concede, es habitual que a un párroco los feligreses le aborden con todo tipo de consultas, y no está de más que tenga una idea de cómo funcionan los resortes en los distintos ámbitos de la vida social.
Abogado. Exministro de Justicia
La primera impresión que tuve fue la de estar con gente joven absolutamente representativa de lo que es la sociedad española ahora mismo. Son jóvenes totalmente insertados en la sociedad, que conocen perfectamente cuál es la realidad sobre la que después ellos van a tener que desarrollar su magisterio, bien informados y preocupados por los problemas de los ciudadanos. Si alguna vez yo había tenido la idea de que los seminaristas viven en un mundo aparte, desconectados de la realidad, desde luego rompí definitivamente con ella.
Lo segundo que me llamó la atención fue su alegría. Su alegría, en el sentido más positivo del término. Su voluntad. Es gente plenamente consciente de las dificultades que presenta su tarea. Van a acompañar a personas que tienen muchísimos problemas y angustias; a personas que tienen muchísimas dificultades, de tipo económico o espiritual, anímico, familiar… Y se les ve con muchas ganas de lanzarse al mundo, con mucha alegría y mucha convicción de que pueden ser verdaderamente útiles a los demás. Eso me gustó muchísimo.
Por último, me llamó la atención su buena preparación. Hay un buen número de ellos con estudios universitarios previos, con una capacitación muy alta, y esto se nota en su capacidad de razonamiento y de expresión. La impresión que me llevé, en definitiva, fue extraordinariamente positiva.
Periodista de COPE
El seminario para mí es la más insospechada de las sorpresas, porque me resulta inaudito que la gente siga entregando su vida completamente a Jesús. Y este espectáculo me llena de alegría.
De la visita de este año, me llamó la atención que un porcentaje alto de los seminaristas sean hombres que han realizado ya una carrera profesional y han decidido hacerse sacerdotes con 40 o 50 años. Es sorprendente que ingenieros abogados, profesores universitarios, guardias civiles… hayan constatado realmente que este es el camino de la felicidad para ellos. Y eso es una esperanza para todos nosotros, porque muestra que es en los planes que tiene Dios para nosotros donde encontramos la razón de nuestra existencia.
Presidente de Indra
El encuentro con los seminaristas me enriqueció muchísimo, porque aunque vas de invitado y es a ti al que le toca hablar y exponer, los chicos te hacen muchísimas preguntas interesantes, llenas de sensibilidad. Son jóvenes muy preparados, maduros, con un gran conocimiento de la actualidad política y social.
Mostraron además un interés especial en hablar sobre lo que supone vivir con ética y coherencia la vida profesional; me hacían preguntas sobre si la empresa privada y sus exigencias son compatibles con dicha coherencia, y también hablamos sobre los dilemas a los que nos enfrentamos cada día en mi profesión y cuáles son los modos de afrontarlos. En definitiva, fue una experiencia muy enriquecedora.
Presidente de la Comisión Constitucional del Congreso de los Diputados
Mi experiencia de conocer el seminario fue extraordinaria. Uno se da cuenta de la importancia que Dios tiene en nuestras vidas y de cómo Dios escoge a las personas para que sigan predicando su Palabra y entregando su vida a los demás.
El seminario de Madrid está lleno de gente joven preparada, madura y formada, con los que fue un placer almorzar y compartir temas de la actualidad. Ellos son el futuro para que, en siglo XXI, los sacerdotes sigan acercándose a la sociedad haciendo una gran labor.