No es verdad 936 - Alfa y Omega

Desconozco, a la hora de escribir este comentario, si fructificará o no el encuentro conciliador Aznar-Rajoy en FAES, pero desde luego el aznarazo del domingo pasado, desde las páginas de ABC, –«No hay votos cautivos; ni siquiera el mío»– ha sido sonado como pocos; tanto, que observadores políticos tan acreditados como Ignacio Camacho han escrito que ha sido «toda una requisitoria; Aznar le ha dicho a Rajoy que, si quiere su voto, empiece a merecerlo, que lo conquiste, que se lo gane, que no lo dé por hecho. El voto de Aznar es el de un par de millones de electores que han dejado de confiar en el PP por razones diversas…» En la misma página de ABC en la que aparecían publicadas esas líneas, escribía Isabel San Sebastián, para aviso de desavisados navegantes y guía de desnortados de conveniencia: «No habrá pacto PP-PSOE después de otoño. Si no se hace política antes, rápido y de la buena, habrá frente popular». Y el propio Aznar, preguntado sobre si hay tiempo de aquí a Navidad, sentenció: «En política, cinco meses son una eternidad».

En el aznarazo –así lo ha llamado Luis Herrero– ha habido otros muchos avisos del mayor interés: así, por ejemplo, preguntado Aznar por la irrupción de Ciudadanos en la vida política española, ha dicho: «Lo que en realidad significa Ciudadanos es que el espacio de centroderecha deja de estar representado exclusivamente por el PP. Eso para el partido es un retroceso de treinta años».

No muchos días antes, y también en ABC, Jaime Mayor Oreja, otro peso pesado de lo que fue el PP, firmaba una Tercera titulada La urgencia de recuperar la verdad. En ella describía diáfanamente lo urgente que es que «seamos capaces de recuperar la verdad de lo que ha sucedido y está sucediendo en España, en estos momentos» y hablaba del «proyecto de una izquierda irredenta, que arrancó con Rodríguez Zapatero» y del «frente popular, populista y nacionalista que se acaba de municipalizar en España y que es la primera consecuencia lógica y previsible del desarrollo de un mal llamado proceso de paz». Por avisos claros y contundentes, no quedará… El que no se entere será porque no quiere enterarse.

Luego, hemos tenido –estamos teniendo– lo de Grecia, donde la mayoría iluminada ha optado por lo contrario a lo que significa la Unión Europea y encima quiere que la Unión Europea se lo pague. Y aquí, donde se oye por todas las esquinas, el viejo y sabio refrán sobre las barbas de tu vecino, tenemos crecidos y ufanos a los componentes de esa nueva casta de pijos descarados que piden austeridad y más impuestos para los demás mientras se suben el sueldo y lo primero de todo colocan a su pareja –exacta palabra–.

Y, en este escaparate de exigencias de igualdad a toda costa en que se ha convertido esta querida y vieja nación llamada España, ahí tienen ustedes, en el balcón principal de Cibeles y de Sol, la bandera gay, junto a la bandera de España: que alguien haga el favor de explicarme por qué tan evidente discriminación positiva hacia los gays; mucha gente querría, en ese lugar de honor, la bandera de su pueblo, o la de las familias numerosas, o la del Real Madrid, o la de… ¿por qué esas no, y la arcoíris sí? Pueden la poderosa Internacional arcoíris y sus múltiples franquicias y terminales mediáticos y de todo tipo –Obama ya ha cumplido, ya tiene asegurado un lugar en la Historia– hacer de su capa un sayo, pero lo que nunca podrán conseguir ni todos los obamas ni todas las leyes del mundo juntas es que de la coyunda de dos seres humanos de sexo masculino, o femenino, nazca un hijo.

Mientras tanto, los que cobran más de cinco mil euros al mes, no se sabe por qué, en cargos públicos más o menos aforados, se resisten a dejarlos. ¿Cómo no se van a resistir?

Y mientras el impuesto de bienes inmuebles es el chollo padre de los ayuntamientos, y aunque haya crisis y la recaudación se haya duplicado en los últimos siete años, el Gobierno vuelve a abrir la hucha de la Seguridad Social para pagar la extra de julio. Claro que peor es lo del corralito griego, pero cuando las barbas de tu vecino