Ni tabú en torno al sexo ni banalización total

Hablar de educación sexual y afectiva debe dejar de ser un tabú. No solo en los centros educativos de ideario religioso, sino en los hogares y también en las parroquias. La evidencia social que rodea a nuestros niños y adolescentes —no hace falta ni hablar de pornografía pura y dura, solo hay que escuchar las letras de las canciones que tararean y las coreografías de sus ídolos musicales, o sea, Aitana— hace que la represión que nos bloqueaba no hace tantas décadas deba convertirse, de forma urgente, en una propuesta libre de complejos y prejuicios. Si casi el 50 % de los jóvenes, en varias encuestas, aseguran que internet es su única fuente de información sobre sexo, difícilmente acogerán la belleza de la sexualidad bien entendida, la donación al otro como un tesoro y tantos regalos que, entre otros, san Juan Pablo II, nos legó para entender esta parte primordial de nuestra biología. Es la hora de huir de los extremos, como dice en estas páginas Jorge Gutiérrez, experto en educación sexual; es decir, ni silencio sepulcral en torno al sexo ni banalización total. Esta semana proponemos dos programas que atajan este problema en centros educativos del Regnum Christi y la diócesis de Segorbe-Castellón.