Mujeres y personas con discapacidad toman la palabra
Es el momento de que la persona con discapacidad no sea solo consolada por la Iglesia, sino «que se le conceda participar», asegura Enrique Alarcón, presidente de Frater España y uno de los laicos elegidos para votar en el Sínodo junto a la teóloga Cristina Inogés
La teóloga española Cristina Inogés no esperaba votar en el Sínodo. «Cuando coordiné la meditación de apertura hace dos años pensé: “Este momento es irrepetible, es a lo más a lo que puedo aspirar en la vida”», cuenta a Alfa y Omega. Pero se equivocaba, porque el Papa Francisco ha querido otorgarle personalmente el derecho al sufragio. Como ella, otras 50 mujeres tendrán derecho a voto en esta reunión para pensar en profundidad la Iglesia, que se celebrará en Roma del 4 al 29 de octubre. «Es muy alentador ver que el esfuerzo va cuajando y tomando forma. Me hace sentir muy esperanzada con la responsabilidad que vamos a tener compartiendo, reflexionando y haciendo un proceso de discernimiento muy fuerte», asegura la zaragozana. Combina su agradecimiento con la reivindicación. «Que haya mujeres me parece lo más normal. En este momento, de las personas activas en la Iglesia, las mujeres superaremos el 80 %. Cuando el Papa dice que la Iglesia es mujer no es una frase bonita, tiene toda la razón del mundo».
Otro participante español con derecho a voto en el Sínodo —17 participantes de nuestro país tendrán voz y voto y otros cuatro acudirán como expertos para dinamizar el encuentro— será Enrique Alarcón, presidente de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de España (Frater), un movimiento apostólico especializado de Acción Católica. Aunque convive con sus limitaciones desde los 20 años, se ve sobradamente capacitado «para ser sensible en aquellos espacios sinodales donde surjan las cuestiones referidas al sufrimiento y a la exclusión social». Confiesa que el nombramiento «ha supuesto una emoción grande» y se muestra «sorprendido de haber sido elegido para participar en algo tan relevante en la vida de la Iglesia».
El presidente de Frater España ha estudiado con sus compañeros el instrumentum laboris del Sínodo, es decir, el documento guía con las preguntas que se debatirán. Tiene claro que sus prioridades son «que tanto en la sociedad como en la Iglesia se vayan abriendo mentes, puertas y espacios de participación». Y considera que su experiencia le da fuerzas para proponer «que la persona con discapacidad no sea solo asistida, consolada y acompañada sino que al cristiano con discapacidad se le conceda, porque es su derecho bautismal, la posibilidad de participar en toda la vida de la Iglesia».
También le preocupa «la desmotivación» del laicado. En cuanto a la mujer, denuncia que «a pesar de estar en todo y siendo pilares vivos de la Iglesia, su voz no es escuchada y quedan relegada a tareas menores». Y recuerda que aquellas con discapacidad «sufren una doble marginación».
Inogés se confiesa emocionada por el nombramiento de Alarcón. «El Papa ha tenido un punto de ternura y otro de realidad». Recuerda que ya en la fase continental del Sínodo hubo espacio para las personas con discapacidad y pide vencer la idea bienintencionada pero contraproducente de «acogerles pero sin dejarles hacer nada». En conversación con Alfa y Omega, el cardenal Mario Grech pone en relieve el éxito del Sínodo de las Iglesias orientales, en el que él mismo participó y donde «hubo dos personas con discapacidad con grandes intervenciones».
Resulta imposible prever las conclusiones finales del Sínodo porque, según la teóloga, «sería enmendarle la plana al Espíritu, no sabemos por dónde va a soplar». Pero, a la luz del instrumentum laboris, sí puede adelantar que «hay temas que son candentes, espinosos y han adquirido carta de naturaleza en las discusiones». Uno de ellos es la comunión entre cristianos. «En este momento somos una sociedad muy polarizada y hemos contagiado a la Iglesia», diagnostica Inogés, quien sin embargo celebra que «el hecho de habernos sentado a hablar nos ha hecho descubrir el Espíritu». Considera que este hábito aún se está construyendo y que «en la Iglesia no nos hemos escuchado verdaderamente hasta ahora porque todo venía desde arriba y solo nos quedaba decir: “amén”. Ahora alzamos la voz desde abajo de forma propositiva».
Cuando Enrique Alarcón sufrió un accidente de tráfico a los 20 años, «me encontré con una propuesta de fe que me pedía resignación». «Incluso me llegaron a decir que la situación que provocaba mi tetraplejia era un regalo de Dios, que en su amor quería hacer de mí un Cristo doliente», recuerda. Lejos de reconfortarlo, aquellas palabras le sumieron en la pena.
Dos años después, unas usuarias de Frater le invitaron a sus actividades. «Allí descubrí una nueva lectura del Evangelio. Jesús no me pedía resignación. Sentí que me decía: “Enrique, deja de lamentarte, toma tu silla de ruedas, levántate y anda”». Desde entonces, el ahora presidente se ha sentido llamado a «evangelizar a aquellas personas que viven postradas en medio del sufrimiento y la enfermedad».
Fue esa vocación la que le llevó en septiembre del año pasado a Roma. Acompañado por otros cinco representantes de otras instituciones con presencia en más de 20 países, la Secretaría del Sínodo y el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, presentó al Papa un texto sobre la participación en la Iglesia de las personas con discapacidad. Es uno de los factores por los que los organizadores del Sínodo, que buscaban perfiles familiarizados con los procesos de estos dos últimos años, se fijaron en él.