«Mientras se proclama la paz, se tolera que los traficantes de muerte actúen», denuncia el Papa
Al recibir a los participantes en la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales (ROACO), el Papa ha celebrado de la toma de conciencia a nivel mundial sobre la situación de los cristianos en Oriente Medio. Sin embargo, siguen existiendo «acuerdos tácitos por los que la vida de miles y miles de familias pesarían menos en la balanza que el petróleo y las armas, y mientras se proclaman la paz y la justicia se tolera que los traficantes de muerte actúen en esas tierras». Por eso, les pidió que a la vez que continúan su servicio de caridad, denuncien «lo que pisotea la dignidad humana»
Las tierras de Oriente Medio, marcadas por años de conflicto, hoy están también «surcadas por los pasos de los que buscan refugio y regadas por la sangre de tantos hombres y mujeres, incluyendo a muchos cristianos perseguidos por su fe», ha dicho el Santo Padre este lunes al recibir a los participantes en la Reunión de las Obras para la Ayuda a las Iglesias Orientales, un año después de la peregrinación del Papa a Tierra Santa, y de la súplica de Francisco por la paz en esa región, donde todos esperaban que la «semilla de la reconciliación hubiera dado más frutos».
Recordando el reciente viaje a Irak de una delegación de ROACO, durante el cual se encontraron con los desplazados de la llanura de Nínive, y con pequeños grupos procedentes de Siria, el Papa afirmó: «En aquellos ojos que pedían ayuda y suplicaban la paz y el retorno a sus hogares sentíais que era Jesús mismo el que os miraba , pidiendo esa caridad que nos hace ser cristianos. Toda obra de ayuda, para no caer en la eficiencia a ultranza o en un asistencialismo que no promueve ni a las personas ni a las naciones, debe renacer siempre de la bendición de Dios que viene a nosotros cuando tenemos el coraje de mirar a la realidad y a los hermanos que tenemos enfrente».
No obstante, «el mundo parece haber tomado conciencia del drama de los últimos meses, y se ha dado cuenta de la presencia milenaria de los cristianos en el Medio Oriente. Se han multiplicado las iniciativas de sensibilización y ayuda para ellos y para todos los demás inocentes injustamente azotados por la violencia. Sin embargo, hacen falta más esfuerzos para eliminar los que parecen acuerdos tácitos por los que la vida de miles y miles de familias –mujeres, hombres, niños, ancianos– pesaría menos en la balanza de los intereses que el petróleo y las armas, y mientras se proclaman la paz y la justicia se tolera que los traficantes de muerte actúen en esas tierras. Por eso, al mismo tiempo que proseguís vuestro servicio de caridad cristiana –señaló Francisco– os animo a denunciar lo que pisotea la dignidad humana».
Prioridades: Etiopía, Eritrea y Armenia
El Santo Padre recordó que estos días ROACO dedica un atención especial a Etiopía, Eritrea y Armenia –ya que las dos primeras desde este año son canónicamente Metropolie sui iuris, aunque permanezcan profundamente unidas por la tradición común alejandrina– y les pidió que las ayuden «a sentirse parte de la misión evangelizadora y a ofrecer, especialmente a los jóvenes, un horizonte de esperanza y crecimiento sin el cual no se podrá detener el flujo de la migración que ve a tantos hijos e hijas de esa región ponerse en camino para llegar a las costas del Mediterráneo, arriesgando su vida». Armenia, «cuna de la primera nación que recibió el bautismo, también tiene una gran historia, rica de cultura, de fe y martirio. El apoyo a la Iglesia en esa tierra contribuye al camino hacia la unidad visible de todos los creyentes en Cristo».
Las últimas palabras que el Papa dedicó a las Iglesias Orientales Católicas fueron las del himno sobre la Resurrección de san Efrén: «Acepta, Rey nuestro, nuestra oferta, y danos a cambio la salvación. Pacifica las tierras devastadas, reconstruye las iglesias incendiados para que cuando haya una gran paz, podamos entrelazarte una gran corona de flores procedentes de todos los lugares, para que sea coronado el Señor de la paz».
VIS / Redacción