Más de 10.000 expulsiones en un año
En la foto superior se ve el patio de un Centro de Internamiento de Extranjeros de Barcelona. Un grupo de hombres están escoltados por varios policías. Un joven, con 18 años, pasó 40 días encerrado en un centro similar, en Madrid. En más de dos ocasiones. Es el hijo de Miriam, una mujer latinoamericana que lleva 15 años en este país con permiso de larga duración. Después de años separada de su pequeño, pudo traerle cuando tenía 15 años. Mientras la burocracia denegaba, una y otra vez, la posibilidad de regularizarle, la policía le detuvo tres veces. Era menor de edad. Cuando cumplió los 18 años, de la comisaría pasó al CIE. «La última vez le arrestaron cuando iba en bicicleta a clase. Esa vez no fue al Centro, sino que directamente le metieron en un vuelo y le devolvieron a América Latina. No me dejaron ir a despedirme de él, y ni siquiera pudo pasar por casa a recoger sus cosas. Se lo llevaron en 40 horas», contó la mujer en una rueda de prensa que organizó Pueblos Unidos –ONG jesuita– para presentar el informe sobre los CIES y las expulsiones del 2014. Lo más triste es que, por fin, Miriam había conseguido ya cita para que le regularizasen los papeles a su hijo. Siete días después de ser expulsado.
Las expulsiones exprés (6.462 en 2014) han superado a las expulsiones desde los CIE (4.726). El motivo es que se programan macrovuelos a los países de origen de los inmigrantes, y «entonces se activa una persecución de los ciudadanos para llenar los vuelos», advierte José María Trillo-Figueroa, responsable de la elaboración del Informe. Pueblos Unidos denuncia en el texto, a este respecto, «las prácticas policiales consistentes en engaños a ciudadanos extranjeros con el objetivo de que se acerquen a las comisarías para materializar la expulsión».
Además de este infrahumano sistema de deportaciones, el texto advierte que el Reglamento de mejora en los CIES aprobado hace un año «no se ha implementado casi nada en los centros». Siguen «las instalaciones antiguas y mal mantenidas, la asistencia médica deficiente, la ausencia de servicios sociales y jurídicos en algunos CIE, la ausencia de traductores y el tratamiento vejatorio durante el internamiento», afirmó Ángel Campos, del grupo de visitas de Pueblos Unidos a los CIE.