María, la mejor compañera para Adviento - Alfa y Omega

María, la mejor compañera para Adviento

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva.

Dentro de unos días, los niños de Infantil del Colegio Nuestra Señora de Schoenstatt empezarán a rezar un ratito cada día mirando al cielo, y pidiéndole al Niño Jesús que venga a nacer en su corazón. Este domingo, comienza el tiempo de Adviento, la preparación para la Navidad, y todos podemos aprender de este bonito tiempo. La hermana María nos explica que «Jesús tiene que nacer en nuestro corazón, y tiene que encontrar un corazón que dé calor. Para prepararlo, tenemos que hacer cosas buenas y portarnos bien. A veces, no es fácil y, por eso, le pedimos a María que nos ayude».

Una idea muy bonita durante el Adviento es pensar en la Virgen cuando llevaba al Niño Jesús dentro, y en cómo prepararía todo para cuando naciera: la ropa, la camita…; pero, sobre todo, rezaría mucho para acoger al Hijo de Dios. La hermana María nos da tres pistas de cómo se preparó la Virgen que nos pueden ayudar. En primer lugar, «María dijo que a lo que Dios le pedía. Luego, se preparó a través del servicio, yendo a ver a su prima Isabel cuando ella la necesitaba», porque también estaba embarazada. También nos enseña a hacer frente a los problemas. María y José tuvieron que ir a Belén, dejando en Nazaret su casa y muchas de las cosas que habían preparado para Jesús. Y, cuando en Belén no encontraban dónde quedarse, María no perdió la esperanza, porque sabía que «todo problema tiene solución, si uno está con Dios».

Estas actitudes las podemos aprender durante todo el Adviento. Pero además, en España, desde el siglo VII la Iglesia le ha dedicado un día especial a la Virgen embarazada: se trata del 18 de diciembre, justo una semana antes de Navidad, cuando se celebra Nuestra Señora de la Esperanza. Antes, nos espera otra fiesta, aún más importante, de la Virgen: la Inmaculada. La hermana María explica que «la Inmaculada nos regala luz, que es ser un ejemplo para los demás. También nos regala la belleza del orden. Y su corazón siempre está limpio y blanco, no sucio. Eso es muy difícil, sólo le pasó a María», porque Dios la hizo así para que fuera la Madre de Jesús. «Pero nosotros le tenemos que pedir que nos ayude» a parecernos cada día más a ella, y a pedir perdón cuando no sea así. Y se lo pedimos con confianza, sabiendo que «ella puede coger nuestro corazón como una cuna y prepararlo» para Jesús.