Madrid dichosa al cielo se levanta (II) - Alfa y Omega

Madrid dichosa al cielo se levanta (II)

Mª Cristina Tarrero Alcón
Grabado del interior de la basílica de san Pedro con motivo de la canonización de San Isidro, San Ignacio, Santa Teresa, San Francisco Javier y San Felipe Neri

Continuamos con las canonizaciones de 1622. Los grandes festejos comenzaron un 18 de junio. En la Edad Moderna los símbolos religiosos y los paganos no estaban reñidos y se mezclaban sin problema. El primer día por la tarde tenía lugar una procesión en la que participaban todos los estamentos de la ciudad. Trompetas y timbales anunciaban el comienzo, unos gigantes daban paso a un grupo de labradores vestidos de tafetán carmesí. Dos ángeles de azul con un águila de oro, cuadrillas vestidas de turcos franceses y españoles, fingían una batalla seguidos de doce galeras grandes y ligeras que representaban la batalla. Seis hombres iban vestidos de turcos, seis vestidos de cristianos. Tras ellos, cuatro grandes carros representando los cuatro elementos (tierra, aire, fuego y agua). Esta primera procesión terminaba con cuatro carros triunfales que, en las plazas públicas de la ciudad, representaban autos de la vida de san Isidro.

Las calles estaban decoradas con nueve altares repartidos por la ciudad, con unas grandes pirámides realizadas en arquitectura efímera, al igual que los carros o los escenarios. Es una arquitectura de grandes montajes hecha para durar solo unos días, pero que permitía grandes diseños imaginativos llenos de figuras, poesías e imágenes simbólicas, muy similares a nuestras actuales fallas. Esos altares recordaban las virtudes de los cinco santos. En la iglesia de San Andrés tenía lugar un octavario. El templo estaba cubierto de telas, estandartes e imágenes de los santos que llegaron en la procesión. Por la noche, en la plaza Mayor, grandes fuegos artificiales. En esta misma plaza se recreó una gran huerta llena de flores y plantas con una imagen de san Isidro arando.

La Compañía de Jesús realizó una fabulosa representación el miércoles 22 de junio. Tan compleja que no es posible describir. En ella aparecían carros simbolizando los continentes y sus habitantes, los planetas, caracterizados como los dioses mitológicos acompañados de figuras que los describían recitando poesías. A esto se sucedieron justas poéticas en los jesuitas y en la iglesia de San Andrés, que dieron fin a los grandes fastos.