Luis Marín, OSA: «Nadie debe sentirse excluido de la Iglesia, tampoco los alejados» - Alfa y Omega

Luis Marín, OSA: «Nadie debe sentirse excluido de la Iglesia, tampoco los alejados»

El subsecretario del Sínodo de los Obispos impartió una conferencia sobre el proceso sinodal en la Universidad San Dámaso

Fran Otero
El agustino atendió a ‘Alfa y Omega’ antes de su intervención. Foto: Universidad San Dámaso.

¿En qué momento estamos del proceso sinodal?
Estamos viviendo un momento de reforma profunda en la Iglesia. Es un momento de vitalidad y entusiasmo que nos debe llevar a un gran impulso para la evangelización, a superar el pesimismo, la resignación, una Iglesia en la trinchera. Esta reforma nos lleva a una vivencia profunda de la fe y a transmitir el entusiasmo de Cristo.

Habla de entusiasmo, pero usted mismo decía en una conferencia que muchas personas ven la fe como un peso.
Esto me entristece. Si es un peso, entonces hay que librarse de él. Pero el encuentro con Cristo da la posibilidad de ser feliz. Esto es lo que debemos transmitir. Más que conceptos, mandatos o ideas, hay que transmitir vida, a Jesucristo.

¿Qué balance hace del recorrido hasta ahora?
Es diferente en función del lugar, aunque no me preocupa mucho. Lo que hay que hacer es ponerse en camino, iniciar el proceso y dejar que el Espíritu nos guíe, nos entusiasme. Pienso en Pentecostés. Era un grupo pequeño e incendiaron el mundo. ¿Por qué no podemos hacer nosotros lo mismo? Este proceso nos debe impulsar a la evangelización, a superar el clericalismo, pues todos los cristianos estamos llamados al testimonio y a la evangelización, no solo los grupos élite. Es el momento de recuperar nuestra responsabilidad como cristianos. Con todo, el balance es positivo. Se están despertando rescoldos dormidos y estamos viendo el entusiasmo de los laicos.

Ha estado muy presente en España. ¿Cómo ve aquí la participación?
Estoy muy en contacto con el equipo de la Conferencia Episcopal Española, que es dinámico, creativo y valiente. España está trabajando bien. Hay una cosa curiosa, aunque no solo sucede en España: la parroquia o la diócesis funciona si lo hacen el párroco o el obispo. Todavía depende mucho del pastor. Pero en España se está trabajando bien, hay muchos signos de esperanza.

El 70 % de los participantes en el proceso en nuestro país son mujeres.
Esto muestra la importancia del papel de la mujer en la Iglesia. La mayoría de los participantes son laicos y, de ellos, la mayor parte son mujeres. Estos datos nos ayudan a ver lo que tenemos que mejorar, cambiar y potenciar.

Solo el 10 % son jóvenes y el 5 % adolescentes.
Hay un reto en los jóvenes y en los adolescentes. ¿Los hemos perdido? ¿Hablamos su lenguaje? A veces pensamos que la sinodalidad es para los grupos comprometidos de la parroquia, pero la sinodalidad es para toda la Iglesia. No hay que resignarse a que grandes grupos estén abandonados. Hay que entusiasmarlos, engancharlos. Y esto se hace desde la coherencia. No bajemos el listón con los jóvenes. A un joven no se le entusiasma echando agua al vino, sino con propuestas fuertes y auténticas. Tenemos que escucharlos, no presentarnos como doctores que lo saben todo. También tenemos un problema con el lenguaje, con la comunicación, porque nuestro mensaje no está llegando.

¿Cómo se está trabajando con los alejados y los que no creen?
Está siendo un reto general. Nos cuesta mucho acercarnos a los alejados, no sabemos cómo hacerlo. Y esto me cuestiona, porque a Jesús no le costaba. Nadie debe sentirse excluido de la Iglesia, tampoco los que no tienen interés por la religión. La Iglesia no excluye a nadie. Debemos canalizar formas y modos de inclusión. Muchas diócesis han tenido la posibilidad de escuchar a los alejados y está dando frutos.

Usted sostiene que la sinodalidad es la respuesta de Dios a la situación actual. ¿También para la guerra?
Hay una realidad que llama a nuestra puerta y no podemos limitarnos a contemplarla en la televisión o a leerla en los periódicos. Los cristianos somos Cristo en medio del mundo. Los que están sufriendo la guerra son nuestros hermanos y tenemos que hacer algo. A dos niveles. En primer lugar, ayudar a paliar las carencias de estas personas. Y, luego, denunciar la injusticia, la guerra. No podemos ser neutrales.

¿Qué tiene que ver el proceso con la reforma de la Curia?
Este proceso de revitalización eclesial se ha de ir concretando en distintos aspectos en el modo de llevar una parroquia o de organizar una diócesis. Lo mismo sucede con la Curia, que debe tener un sentido pastoral, evangelizador y sinodal. Es un ejemplo del Papa.