Luchan para que alguien les ayude a tragar sin ahogarse - Alfa y Omega

Luchan para que alguien les ayude a tragar sin ahogarse

Un país que deja morir a sus enfermos y anestesia a sus jóvenes
es un país que solo busca marionetas

Alfa y Omega

Que se siga luchando para que se cumpla la aprobada ley ELA es algo altamente incomprensible. Diríamos incluso que inhumano. Insostenible. Una mujer que ha dejado literalmente su vida aparcada para cuidar a su marido, haciendo vida aquello de «en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte nos separe» —algo nada baladí, por cierto, en esta sociedad líquida que nos ha tocado vivir y que este fin de semana han traído a gala los 80 matrimonios que han recordado su «sí» hace 25 y 50 años en la catedral de Madrid—, tiene que mover Roma con Santiago para recordar a la opinión pública que el Gobierno se gasta millones en espectáculos televisivos o en subvencionar los viajes de verano de los jóvenes y los enfermos de ELA no pueden acceder a una atención 24 horas a no ser que sean ricos. Yolanda es las manos de su marido. Sus pies. Casi su respiración. No puede operarse de una lesión dolorosa porque nadie podría cubrirla atendiéndolo mientras ella reposa. Y, si no lo atiende, él muere. Como las 650 personas fallecidas desde que se dijo sí a una legislación que aún carece de financiación. Así de tajante es la lucha entre la vida y la muerte de las personas afectadas por una enfermedad que toca a la puerta sin que uno se lo espere. Pero ahí está, vertiginosa. Sin solución. De hecho, estos enfermos ni siquiera piensan, en primer término, en una investigación que pueda salvarles la vida. Solo luchan, escribiendo a través de sus ojos, para que sus cuidadores no acaben desesperados. Para no morir tan rápido. Para tragar sin ahogarse.

Dice Yolanda en estas páginashttps://alfayomega.es/dinero-para-todos-menos-para-los-enfermos-de-ela/, con una clarividencia envidiable en una persona que únicamente quiere «ser la mujer de Antonio», mientras él se apaga a su lado, que un país que prioriza el ocio —fácilmente suprimible, en este caso— a la vida de sus ciudadanos, en una situación tan evidente, viola el derecho a la vida. Añadiremos que un país que deja morir a sus enfermos y anestesia a sus jóvenes es un país que solo busca marionetas.

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