Los monjes devuelven una nueva vida a Munkeby - Alfa y Omega

Los monjes devuelven una nueva vida a Munkeby

En Escandinavia los monasterios, erradicados tras la Reforma, resurgen de sus cenizas. Es «crucial» que existan estos lugares donde se vive «totalmente para Dios», subraya el obispo Erik Varden

María Martínez López
Procesión de entrada para la Misa de consagración de la capilla de Munkeby el 5 de diciembre
Procesión de entrada para la Misa de consagración de la capilla de Munkeby el 5 de diciembre. Foto: Ivan Vu, Trondheim Stift.

Se llama Norvegia Sacra a una pequeña zona de Noruega entre Stiklestad, donde murió san Olaf, y Trondheim, donde está enterrado. Atraídos por su figura, en el siglo XII los cistercienses fundaron, a 20 kilómetros de Stiklestad, la abadía más septentrional de la orden, Munkeby. Solo estuvieron allí unas décadas. Cuando la Reforma protestante acabó con la vida monástica en el país, Munkeby llevaba varios siglos abandonada. Sin embargo, hace 15 años los monjes regresaron. En este caso eran trapenses, casi como si prepararan la llegada en 2020 de su hermano Erik Varden como prelado de Trondheim. El 5 de diciembre, el obispo consagró su capilla como broche final de su nuevo monasterio.

Esta fundación «tiene una prehistoria de oración», explica. «En los años 70 hubo planes concretos» para que los contemplativos volvieran al país por primera vez desde la Reforma gracias al anhelo del también trapense John Willem Gran, obispo de Oslo entre 1963 y 1983. Nunca se hicieron realidad. Hasta 2003, cuando unas trapenses de Estados Unidos se instalaron en Tautra. Joël Regnard, religioso de la misma orden en Cîteaux (Francia), las visitó en 2007 y sintió la llamada a crear una abadía masculina. Su comunidad al principio fue bastante reticente «porque no había demasiados hermanos». Sin embargo, poco a poco superaron los recelos. Eligieron a cuatro voluntarios: Regnard como prior, un monje de 80 años y los dos más jóvenes. Como las ruinas de la antigua abadía las gestiona una asociación, han construido una nueva, Munkeby Mariakloster, en un paraje cercano.

El monacato, gran desconocido

Se mantienen gracias a la venta en tiendas de todo el país de sus quesos, reconocidos varias veces con premios mundiales. Regentan además una hospedería, abierta a quienes buscan calma «o una respuesta sobre el sentido de la vida». También ofrecen a varones la posibilidad de ayudarlos como voluntarios. Algunos jóvenes aprovechan para conocerlos mejor. Otra media docena ha hecho experiencias de discernimiento. Aunque ninguna resultó en una llamada a esta abadía, «descubrieron el monacato y la importancia de la liturgia en el día a día», celebra el prior.

Su mayor apostolado es la contemplación, prácticamente desconocida en los países nórdicos. «En un contexto secularizado, un monasterio plantea la pregunta sobre qué significa esta existencia consagrada a Dios con horas de oración», apunta Regnard. Un ritmo que, a comienzos del invierno, se desarrolla casi todo de noche: el sol sale a las diez de la mañana y se pone a las dos de la tarde. Aunque «no hace mucho frío porque no estamos lejos de la costa»: estos días, en torno a 0 ºC. Se sienten acogidos y respetados y han contribuido a erradicar prejuicios sobre la Iglesia católica. «Tenemos mucho en común con otros cristianos, como la importancia de la Palabra de Dios». Al mismo tiempo, «intentamos no ser intrusivos. No estamos aquí para convertir».

Con leche que compran a los vecinos hacen 150 quesos a la semana
Con leche que compran a los vecinos hacen 150 quesos a la semana. Foto: Facebook Munkeby Mariakloster.

A Varden le parece «crucial» contar con estos lugares que demuestran que vivir «totalmente para Dios» es posible y además «bueno, feliz y liberador». Darlos a conocer y promover una «cultura de la vocación» es un ingrediente importante del plan de evangelización de la Iglesia para preparar el milenio de la muerte de san Olaf, en 2030. Noruega no es la única nación de Escandinavia donde la vida monástica resurge de sus cenizas. «Hay carmelitas en todas, excepto en Finlandia; todas las ramas de dominicos, y benedictinas en Suecia y Dinamarca». Con todo, el obispo no cree que se deba hablar de un renacimiento, ya que «las vocaciones son escasas».

Por otro lado, alaba el papel de las numerosas congregaciones apostólicas. En julio, por ejemplo, las Hermanas de la Santa Cruz de Nha Trang se instalarán en Harstad, más al norte de Munkeby. Y del círculo polar ártico. Originarias de Vietnam, aterrizaron en el país —donde hay bastantes compatriotas— en 2003 para sustituir a una congregación local en Oslo y, luego, en Bergen. Lucia Nguyen llegó con otras cuatro hermanas, «con ropa de verano en pleno invierno». Aunque más que el frío les costó la falta de luz y aprender el idioma. «La mejor forma fue trabajar en una guardería», comenta con humor. Cuando rezan en su comunidad tienen la capilla abierta y entra quien quiere, católico o no. El resto del día, trabajan en colegios o como enfermeras. En las parroquias, se encargan de la sacristía, la catequesis y Cáritas. Lo mismo harán en Harstad. Para demostrar que 20 años después se siente más noruega que vietnamita, Nguyen considera «emocionante pensar que en invierno habrá dos meses sin sol».