Merche Hoyos, hija de María Auxiliadora: «Los jóvenes tienen miedo de decirlo, pero buscan a Dios» - Alfa y Omega

Merche Hoyos, hija de María Auxiliadora: «Los jóvenes tienen miedo de decirlo, pero buscan a Dios»

Javier Valiente

Conocías a las salesianas antes de entrar en la Congregación.
Sí. Dos hermanos de mi abuela eran salesianos, y yo era alumna de las salesianas de Salamanca.

Y colaborabas en actividades de pastoral.
Estaba en el centro juvenil y participaba en el Proyecto Valponasca, donde se daba apoyo escolar a los niños que lo necesitaban.

¿Cómo decides ser salesiana?
Sentía que Dios me llamaba a algo más. Una salesiana me dijo que la vocación es cosa de Dios, y a mí eso me ayudó a crecer en la mía.

Hija de María Auxiliadora…
Así nos quería Don Bosco, un monumento vivo a la Virgen. Ser personas que auxilian, que están siempre atentas al otro.

…Salesiana.
Pertenecemos a una gran familia, somos muchos grupos que seguimos a Don Bosco con un estilo propio. Nosotras vivimos una misión educadora y evangelizadora, trabajamos por los jóvenes y por los más necesitados.

Dime alguna característica más.
Espíritu de familia, de acogida, de cercanía, de amabilidad, y con sed de Dios, que sin eso… Una salesiana vive en comunidad enviada a una misión.

Con el estilo de Don Bosco.
Claro. Hay dos frases de él que me gustan especialmente: «Con vosotros me siento a gusto» y «he prometido al Señor que hasta mi último aliento será para mis jóvenes».

¿Tuvieron algo que ver los jóvenes en tu vocación?
Mucho, porque sin ellos no tendría sentido. Y menos en el carisma salesiano. Siempre me digo que si estoy aquí y Dios me llama a esta vocación, sin ellos no haría nada, no tendría sentido mi vida.

¿Cómo te dicen ellos que tienes que ser salesiana?
Quieren que seamos más sencillas, más abiertas a lo que ellos están experimentando; tienen sed de Dios.

¿Los jóvenes hoy buscan a Dios?
Sí. Tienen miedo de decirlo, o al menos así lo experimento en las personas que voy acompañando. Sienten ese miedo de expresarlo pero sí, sienten esa necesidad de hacer encuentros personales con Dios.

Dicen algunos que esta juventud está perdida.
¡No está perdida! Tenemos que tener más esperanza. Nosotros hemos tenido dudas, ellos también las tienen, y por eso necesitan más que nunca de nosotros. Pero tal vez no estemos ahí.

¿Cómo evangelizarles?
Dando testimonio de un Jesús vivo, de un Jesús que está con nosotros. Que en nuestras acciones vean a Jesús.

¿Es importante escuchar a los jóvenes?
Sí, hay que acompañarlos. Acompañar para mí es escuchar; una escucha atenta, activa. El joven se siente querido y amado, y siente que hay una confianza. Así se acerca más a ti; y se desvela, se da a conocer.

Oración y misión unidas, ¿complicado?
Es difícil; a mí me ayudó mucho permanecer en la oración y, desde ahí, saber que Él te envía a una misión.

¿En medio del bullicio del patio también se puede rezar?
A mí me encanta. En el patio es donde se aplica la asistencia salesiana, estamos llamadas a eso, es donde tú conoces al chico. Cuando estoy entre ellos jugando al balón y hay algún problema, levanto la mirada, como hacía madre Mazzarello, y te preguntas: «Señor, ¿qué hago?». Es una oración pequeña. O doy gracias. Son oraciones cortas que te van uniendo en esa oración continua.

Me decías que en tu vocación, buscabas algo más. ¿Lo has encontrado?
Sí, sí. Lo he descubierto estando con las salesianas, siendo animadora de grupos de fe, que así empecé, y en los encuentros, las pascuas juveniles… ahí he descubierto que Dios quería algo más de mi vida. Yo buscaba, pero al final el que me buscaba realmente era Él.

Época de exámenes. Entre uno y otro, hablo con Merche, salesiana que estudia 2º de Magisterio en Madrid. Tiene 30 años, nació en La Alberca (Salamanca) y jugó en equipos de fútbol durante 19 años. Estudió con las salesianas. Merche fue animadora de grupos, pero siempre buscaba algo más. Hace dos años y medio hizo la primera profesión religiosa.