El obispo auxiliar de Madrid Jesús Vidal celebra la Pascua con los ortodoxos de Constantinopla
Cientos de personas se sumaron a la celebración en la catedral ortodoxa griega de San Andrés y San Demetrio
La noche estaba templada este sábado, 4 de mayo, el día más importante del año para los fieles ortodoxos del Patriarcado de Constantinopla, que celebraban la Vigilia Pascual. Cientos de personas se daban cita en la catedral ortodoxa griega de San Andrés y San Demetrio de la madrileña calle Nicaragua. Muchos jóvenes, familias y niños pequeños que, nada más entrar en el templo, veneraban el santo sepulcro, colocado el Jueves Santo para conmemorar la muerte de Jesucristo. Se trata de un templete, adornado con profusión de margaritas y claveles blancos, en el que hay un icono de Jesús muerto; en un momento de la vigilia, se sustituirá por uno de Cristo resucitado.
La celebración estuvo presidida por Besarión, metropolita de Constantinopla en España y Portugal, y a ella se sumaron el obispo auxiliar de Madrid, Jesús Vidal; el delegado de Ecumenismo de la archidiócesis de Madrid, Aitor de la Morena, y el director de la Oficina del Arzobispo, Juan Francisco Macías. «Hermanos sacerdotes de la Iglesia católica», los saludó con afecto Besarión, afirmando que son «un gran apoyo» y cuya presencia fue «una gran alegría, porque compartimos la alegría de Cristo Resucitado». «Nuestra casa es vuestra casa».
Todo en la pequeña iglesia ayudaba al recogimiento y a la veneración. El suelo, con hojas de laurel que el metropolita había esparcido al comienzo del sábado, sobre las 11:00 horas, la primera vez que proclamó que Cristo ha resucitado. Y el templo, en tinieblas al inicio de la liturgia, solo iluminado por la luz de las velas de los fieles, encendidas tras el pregón pascual, hasta bien avanzada la celebración cuando las lámparas centrales se encendieron mientras Besarión veneraba el santo sepulcro. En él estaba ya Jesús resucitado y todos los fieles pasaron a besar el Evangelio. Varias veces lo incensó Besarión, igual que a los fieles congregados, con un incensario con campanitas y cuya cadencia se acompasaba con los cantos.
Efectivamente, la inmensa mayoría de la liturgia fue cantada: la primera parte más entusiasta; hacia la mitad, coincidiendo con las antífonas, más sosegada. Al comienzo se repitió de forma periódica, en griego y ucraniano en su mayoría, pero también algunas veces en español, «Cristo ha resucitado», verdaderamente ha resucitado». Igual hizo el metropolita al final de la predicación, por tres veces.
Una homilía en la que Besarión trasladó a los fieles las palabras de Bartolomé, arzobispo de Constantinopla y patriarca ecuménico. «Tras haber corrido la carrera de la santa y gran Cuaresma y pasado con compunción la Semana de la Pasión de Nuestro Señor, he aquí que nos deleitamos en la celebración de su esplendorosa Resurrección, a través de la cual fuimos redimidos de la tiranía del Hades», comenzó. En la Pascua, recordaba Bartolomé, «los fieles ortodoxos descubren que su verdadera esencia es existir en Cristo». La fe ortodoxa, subrayó, es experiencial pascual, en la que «el mal no tiene la última palabra en la historia mundial». Y concluyó implorando a Dios «que traiga la paz al mundo y guíe nuestros pasos hacia toda obra buena y agradable a Él».
También en español se rezó el padrenuestro y el credo, y una de las oraciones finales, en boca del metropolita: «Señor, que bendices a los que te bendicen y santificas a los que ponen su esperanza en ti, salva a tu pueblo y bendice tu heredad. […] No nos abandones a nosotros que ponemos en ti nuestra esperanza […] A ti glorificamos y adoramos, al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de los siglos ».
La celebración se desarrolló entre el templo, donde se sitúa el pueblo, y el santuario, pequeña capilla para el altar, lugar del sacerdote y el diácono. La liturgia, muy gestual, incluía momentos de procesión hacia el exterior, para seguir proclamando la Resurrección de Jesucristo, la comunión y la bendición final.
Con las velas permanentemente encendidas hasta el final, tres horas después, los fieles terminaron la celebración saludando uno por uno al arzobispo, que les entregó, como muestra de alegría pascual, unos trozos de pan. Cristo ha resucitado también en esta pequeña comunidad ortodoxa del patriarcado de Constantinopla en Madrid.