Los cambios políticos en el mundo árabe refuerzan el islamismo. El invierno de los cristianos árabes - Alfa y Omega

Los cambios políticos en el mundo árabe refuerzan el islamismo. El invierno de los cristianos árabes

Las esperanzas suscitadas, hace un año, por la Primavera árabe no se han cumplido para los cristianos, e incluso su situación, a menudo, es hoy peor. A esta conclusión llegó el seminario organizado, la pasada semana, en la sede del Parlamento europeo en Bruselas, por la Comisión de Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea (COMECE), junto al Grupo del Partido Popular Europeo (PPE) y el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (GCRE). En Madrid, durante esos mismos días, la Semana por la Iglesia perseguida, organizada por Ayuda a la Iglesia Necesitada, ponía el foco especialmente en la situación de los cristianos en Irak

Jesús Colina. Roma
Una mujer vota, en las elecciones celebradas en Libia, el pasado 20 de febrero.

Jan Olbrycht, vicepresidente del grupo europarlamentario de los Populares Europeos y responsable para el diálogo interreligioso y asuntos religiosos de este grupo, no dejó lugar a dudas, en las palabras que pronunció, el 9 de mayo, para inaugurar el encuentro en el Parlamento europeo, y justificar su celebración: «Estamos preocupados por lo que sucede a la minoría cristiana en el mundo árabe».

Konrad Szymanski, parlamentario del GCRE, confirmó la posición de su colega: «La democratización en Oriente Medio no ha traído bienestar a la gente que vive allí; es una verdad muy amarga, un año después de la Primavera árabe. La Unión Europea, si desea seguir siendo creíble como defensora de los derechos humanos, debe tomar una postura clara en defensa de los cristianos de Oriente Medio. Pedimos reaccionar ante cada acto de discriminación, y también esperamos que este problema esté siempre presente en los diálogos políticos o de negociación entre la Unión Europea y el mundo árabe».

El europarlamentario Mario Mauro, del PPE, quien de 2009 a 2011 fue representante de la presidencia de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) contra el racismo, la xenofobia y la discriminación, añadió que «no habrá libertad en el mundo árabe sin libertad para los cristianos árabes. Si no se respetan las libertades, como la religiosa, se minan las posibilidades de desarrollo de los mismos países de Oriente Medio. Para lograrlas, el diálogo es el mejor instrumento».

Pero, ¿por qué hay tanta decepción entre los cristianos árabes, un año después del florecimiento de la Primavera? El sacerdote franciscano Pierbattista Pizzaballa, superior de la Custodia de Tierra Santa, con sede en Jerusalén, ofreció un análisis de la situación a los europarlamentarios. «No hay que generalizar mostrando miedo o alegría, ni mucho menos esperarse un cambio instantáneo en el mundo árabe», advirtió el padre Pierbattista Pizzabella, que continúa con la obra de diálogo con el mundo musulmán iniciada por san Francisco de Asís. «Hay que evitar el pánico y exageraciones, promoviendo el diálogo, único instrumento para atenuar las tensiones y resolver los problemas, que son reales y que no deben quedar escondidos».

«Durante cuarenta años, varios países de Oriente Medio han vivido en el inmovilismo, y ahora no puede pensarse que, con la Primavera árabe, puedan tener lugar cambios sociales inmediatos y serenos», indicó el franciscano. Como motivos de preocupación, mencionó en particular las nuevas Constituciones y leyes que se están reescribiendo en estos países, y que limitan aún más la libertad religiosa de los cristianos.

Lucha intestina en el Islam

Egipto ha sido, en estos días, un caso emblemático del hielo que ha arreciado, tras la Primavera. En el país abanderado durante meses de esa revolución, el nuevo Parlamento, dominado por los fundamentalistas islámicos, ha dedicado espacio en las últimas semanas a discutir sobre una ley que permita a los maridos mantener relaciones sexuales hasta seis horas después de la muerte de sus esposas. Otras iniciativas de ley promovidas por los Hermanos Musulmanes han propuesto disminuir la edad de matrimonio (concertado) de una niña a los 14 años, y eliminar derechos a educación y trabajo de las mujeres.

Mientras tanto, en estos países, los cristianos siguen siendo, en muchos casos, ciudadanos de segunda, sometidos a leyes particulares, o sin acceso a cargos de representación popular. Con frecuencia, tienen totalmente prohibido compartir su fe con sus hermanos musulmanes.

La situación más preocupante ahora quizá tiene lugar en Siria, donde los cristianos de los diferentes ritos denuncian la violencia fundamentalista contra los seguidores de Cristo por parte de rebeldes contra el actual régimen, ya que muchos asocian a los cristianos con el Gobierno de Al Assad. Como dice el libanés Tony Assaf, director del Centro de Estudios Vaticanos de la Universidad de Santo Tomás Moro, podemos pasar de una situación actualmente mala, a una incluso mucho peor.

Cristianos coptos se manifiestan en El Cairo (Egipto) en octubre de 2011, en protesta por la muerte de sus hermanos. El 9 de octubre, 27 cristianos murieron en la plaza de Maspero. Hace pocas semanas, el tribunal que investigaba el caso lo archivó, al ser imposible identificar a los verdaderos culpables. Al principio, se detuvo como sospechosos a 28 cristianos.

Uno de los más reconocidos expertos islamólogos, el sacerdote egipcio Samir Khalil Samir, profesor en el Líbano, afrontó esta misma cuestión el 5 de mayo en Roma, en un seminario organizado por el Colegio Pontificio Maronita. Este padre jesuita explicó la decepción cristiana, recordando la Primavera árabe, sobre todo en su país natal, pareció apoyar en un comienzo la idea de igualdad entre musulmanes y cristianos. Los manifestantes gritaban: «Todos somos una sola mano»; «No queremos dejarnos frenar por la diferencia religiosa»; «Todos somos ciudadanos». Jóvenes musulmanes y cristianos clamaron juntos contra la sharia, la ley islámica, como sistema jurídico civil. Gritaban en las manifestaciones: «Todos somos creyentes, pero dejadnos creer como creemos».

Pocos meses después, sin embargo, los islamistas resultaron los grandes beneficiarios de los cambios políticos. Los Hermanos Musulmanes emergieron como primera fuerza parlamentaria, seguidos de los salafistas, más extremistas. Comenzó una lucha interna en el Islam. Como revela el padre Khalil Samir, estos grupos han recibido el apoyo financiero e ideológico de Arabia Saudita y de Qatar. Se oponen tanto a las corrientes islámicas que han gobernado estos países en las décadas pasadas, más laicas, así como a los jóvenes que inauguraron las revoluciones, en aras de un Islam despolitizado.

El papel de los cristianos

Según el padre Samir Khalil Samir, conflictos similares entre las corrientes del Islam más moderadas y las extremistas se están produciendo, de una forma u otra, en países como Túnez, Baréin, Yemen o Siria. «Esta situación es alarmante para todos —dice—, y más en particular para los cristianos, con el riesgo de que aquellos que son más capaces de integrarse en Occidente abandonen su patria para emigrar a otros países más liberales».

En medio de esta dramática situación, Samir Khalil Samir considera que hoy los cristianos en los países árabes tienen una misión muy clara: «transmitir los valores positivos de Occidente, no la secularización; en particular, la importancia de los derechos humanos, de la libertad religiosa, del respeto del otro, aunque esté en contra de mis principios, el trabajo conjunto por proyectos políticos, el aprendizaje de la democracia, la libertad».

Pero el islamólogo considera que los cristianos de Occidente también tienen una misión decisiva: «Hay que dar a entender que la pérdida del valor de lo sagrado, de la religiosidad, es una gran pérdida, algo que en Oriente es obvio. Hay más de quince millones de musulmanes en Occidente y la cifra está aumentando: ¿qué estamos haciendo para hacer descubrir la belleza del Evangelio? No se trata de hacer proselitismo, sino de anunciar este mensaje: El Evangelio también es para ti; te pertenece».

Los cristianos en el mundo árabe tienen también una misión de mediación. Samir Khalil Samir cita, por ejemplo, el caso de Siria, donde los cristianos son los únicos que tienen una palabra capaz de denunciar tanto la actitud autoritaria e inaceptable del Gobierno, como el recurso a la violencia por parte de la oposición. El sacerdote explica que los cristianos no tienen un papel partidista en el país, pues no buscan el poder en Siria, algo que nunca lograrán, a diferencia de otras comunidades. «Somos los únicos -explica-, porque los alauitas, que son una minoría, tienen el poder, y los sunitas lo quieren tomar. Nosotros, los cristianos, dialogamos con todas las partes. Por esto, creo que tendremos que tener un papel más activo. Espero en la ayuda de las Naciones Unidas, a condición de que no sea una ayuda militar, sino sólo una ayuda de mediación».

Esperando al Papa

Estos miedos y esperanzas de los cristianos tienen lugar en plena preparación de la visita del Papa al Líbano, prevista del 14 al 16 de septiembre, para publicar las conclusiones del primer Sínodo de la Historia para Oriente Medio. Aquella cumbre de obispos, celebrada en el Vaticano, en octubre de 2010, se celebró dos meses antes de que estallara la Primavera árabe, y algunos analistas ven en ella uno de los factores desencadenantes, con su propuesta de libertad e igualdad para el área. «El Papa es el mejor embajador de paz y no tiene, a diferencia de los políticos de otros países de Occidente, intereses particulares y escondidos —concluye Samir Khalil Samir—. Creo que su presencia y pensamiento ayudará no sólo a los cristianos, sino a todos a afrontar mejor nuestras situaciones y a edificar sociedades más justas, democráticas, abiertas a todos. En definitiva, más dignas del hombre».

Los cristianos, víctimas del vacío surgido en Siria

Detrás de la reivindicación de democracia e igualdad de la Primavera árabe, se esconden también grupos fundamentalistas que buscan llenar el vacío de poder que deja toda revolución. Ha pasado en Egipto y Libia, y está pasando ahora en Siria. Una de las pruebas más atroces acaba de verificarse en el poblado de Qâra, en la provincia de Damasco, con 500 cristianos en una población de 2.500 suníes.

Tras la caída de varios barrios de Homs -en la foto, una iglesia de la ciudad, tras un atentado- y de su provincia, familias suníes, procedentes de tribus belicosas, se refugiaron en Qâra, donde han sido acogidas en lugares públicos y privados. Según la diócesis greco-católica de Homs, son unos 600, de los cuales un tercio son combatientes del Ejército Libre de Siria.

Para las familias cristianas, las más indefensas, su llegada ha supuesto un calvario. Se han extendido los secuestros a cambio de un rescate (entre 15.000 y 33.000 euros por un cristiano; y entre 800 y 4.000 euros por un musulmán).

En la madrugada del 11 de mayo, dos hombres con el rostro cubierto entraron en la casa del padre Georges Louis, sacerdote célibe de la parroquia greco-católica de San Miguel, en el centro histórico de Qâra. Despertaron al párroco con dos pistolas a menos de 20 centímetros de la sien. Creyendo que eran ladrones, trató de negociar. Le ataron y le pidieron las llaves de la iglesia. Al ver que el sacerdote dudaba, le rompieron una botella en la cabeza. La sangre cubrió el rostro del sacerdote. Al ver la forma cruciforme de la brecha, uno de los agresores le gritó: «¡Te hemos sellado la cruz en la cabeza!» El sacerdote trató de razonar, pero obtuvo como respuesta un puñetazo que le rompió el diente. Le ataron después en el baño y le amordazaron con cinta adhesiva. Trataron de estrangularle con un tubo, pero en ese momento recibieron una llamada que les obligó a abandonar el local. Dos horas después el sacerdote fue encontrado por sus fieles, que le llevaron al hospital.

«Un hecho de este tipo hubiera sido impensable hace tan sólo unos meses. Los eslóganes confesionales de cadenas de televisión de Arabia Saudí y de Qatar han acabado por hacer de los cristianos un objetivo fácil, antes respetados en virtud del derecho a la protección de las minorías», explica la Hermana Agnès-Mariam de la Croix, promotora de un servicio de información en esa diócesis.

Gregorio III Laham, patriarca greco-melquita de Antioquía y de todo Oriente, al recibir la noticia, llamó por teléfono al sacerdote y su diócesis, explicando que en Siria hoy, no sólo tiene lugar el conflicto entre el Gobierno y la oposición, sino que, además, se asiste a una expansión de la criminalidad, que aprovecha la situación de caos y de la falta de observadores de las Naciones Unidas. Un ejemplo de este caos fueron los dos atentados perpetrados en Damasco el pasado jueves, que causaron 55 muertos y 370 heridos, y de los que la oposición ha acusado al propio Gobierno. El Director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el padre Federico Lombardi, ha condenado los atentados, ha manifestado la cercanía del Papa a las víctimas, y ha pedido el esfuerzo de la comunidad internacional para que se ejecute el Plan Annan y se envíen más observadores internacionales.

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