Libia, la prisión de Mariam - Alfa y Omega

Libia, la prisión de Mariam

Costamarfileña de 17 años, Mariam estuvo un mes encerrada contra su voluntad en Libia cuando intentaba llegar a Europa. Su hermano Mamadou, que vive en España, tuvo que pagar 1.200 euros para que la liberasen, porque la iban a matar. «Están vendiendo gente, están matando gente», clama el joven africano en Alfa y Omega

Fran Otero
Foto: REUTERS/Darrin Zammit Lupi

Mariam es costamarfileña, tiene tan solo 17 años y ha pasado un mes retenida contra su voluntad en Libia, desde donde pretendía cruzar a Europa. Su historia es la de miles de subsaharianos que cada día llegan a este país mediterráneo para hacer escala a una vida mejor y que ven como su sueño se convierte en una pesadilla de mafias, cárceles, extorsiones y esclavitud. El mundo empieza a abrir los ojos gracias a un reciente reportaje de la CNN en el que se documentaba la existencia, en el siglo XXI, de mercados de personas y también gracias a que varios futbolistas africanos que viven en Europa ha visibilizado la situación. Naciones Unidas ya lo había denunciado en abril y empezó a trabajar ante la indiferencia de muchos.

Desde entonces, cientos de inmigrantes han pasado por suelo libio y han perdido la vida, otros han sido agredidos o encerrados en cárceles, y algunos como Mariam quedaron en libertad después de que su familia, concretamente su hermano Mamadou, que vive en España, pagara 1.200 euros a sus captores. «Me dijeron que si no enviaba el dinero no la iban a dejar libre y que, incluso, la podían matar. Así que no me quedó más remedio que pagar», explica en conversación con Alfa y Omega. Esto sucedió hace aproximadamente 15 días.

La pesadilla comenzó semanas antes cuando su hermana, en una llamada telefónica, le confiesa, llorando, que se quiere ir a Europa, que en su pueblo no hay nada y que no ve futuro alguno. La primera respuesta de Mamadou es pedirle que espere, que es muy difícil llegar y que está muriendo mucha gente. Luego le dice que para poder cruzar con garantías habría que reunir dinero, que él lo haría y se lo enviaría. Hablaba por su propia experiencia, por lo que sufrió antes de llegar a España en patera, porque en Marruecos le robaron todo el dinero y le vendieron –no se dio cuenta en ese momento– varias veces. Incluso sus propios compatriotas.

Pero Mariam no escuchó ni a su hermano ni a la familia que tenía en Costa de Marfil y emprendió un viaje de más de 3.000 kilómetros hasta Libia. Ahora mismo, Mamadou sabe que su hermana es libre, pero lleva varios días sin poder hablar con ella. Su teléfono no da señal. Su familia en Costa de Marfil está luchando para que vuelva a casa. El viaje es largo y tiene que ir reuniendo dinero poco a poco para poder costearlo. En su opinión, intentar cruzar a Europa en estos momentos no es factible, porque la gente muere en el mar o en las cárceles libias: «Están matando a la gente, la están vendiendo. A veces, las mafias te retienen y te venden, y tú no te das cuenta. Y lo pueden hacer varias veces, como me sucedió a mí».

Con el corazón encogido por la situación vivida, nos dice que lo que está sucediendo en el norte de África es una vergüenza, y deja claro que no es solo una cuestión de Libia, sino de los demás países. Cita también a Marruecos y Argelia. «Son todos iguales. En Marruecos tienen vergüenza y tapan lo que están haciendo; en Libia son muy salvajes y, por eso, la gente lo sabe. Pero no hay diferencia», insiste.

Medidas cortoplacistas

Vergüenza, dice, también con Europa, pues, en algunos casos, firma acuerdos con terceros países para que se limite el paso de migrantes o toma medidas cortoplacistas que no van a la raíz del problema. Una de estas acciones es el acuerdo de repatriación de los inmigrantes bloqueados en Libia a sus países de origen, presentada como la medida estrella de la cumbre Unión Europea – Unión Africana. Sobre esto, Fabio Baggio, responsable de Migraciones de la Santa Sede, en una entrevista con Alfa y Omega durante su visita a España, confesó que este acuerdo no es la solución. Sí lo es habilitar canales de migración seguros y legales, y hacer un trabajo de sensibilización en la comunidad de acogida, incluidos los católicos.

Sobre la cuestión de la trata, Baggio confirmó que su dicasterio va a lanzar un proceso de consultas de forma inmediata. «Queremos observar lo que sucede en los países de tránsito, porque ahí se firmaron acuerdos también, y ver lo que está aconteciendo con la retención migratoria. No tenemos que olvidar que si el Mediterráneo ha sido y es un cementerio de africanos, el desierto parece ser uno más grande. No lo olvidemos», concluyó.