«Las persecuciones no son solo una realidad del pasado» - Alfa y Omega

«Las persecuciones no son solo una realidad del pasado»

Ya son beatos los 27 dominicos martirizados por odio a la fe entre 1936 y 1937. El cardenal Semeraro, prefecto de Causas de los Santos, ha presidido la ceremonia en la catedral de Sevilla

Redacción

Veinticinco frailes dominicos martirizados en Almagro y en Almería, un laico dominico y una monja dominica de Huéscar forman parte ya del catálogo de beatos de la Iglesia católica. Fray Ángel Marina Álvarez y 19 compañeros, fray Juan Aguilar Donis y 4 compañeros, sor Ascensión de San José y el laico Fructuoso Pérez Márquez fueron martirizados por odio a la fe durante la persecución religiosa de los años 30 en España.

El cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, ha presidido esta ceremonia de beatificación en la catedral de Sevilla. En su homilía, el purpurado ha puesto de relieve el ejemplo de estos beatos mártires y ha recordado, tal y como apunta en numerosas ocasiones el Papa Francisco, que la persecución religiosa no es cosa de otros tiempos: «El Señor no nos manda a una situación cómoda y fácil, nos lo recuerdan nuestros mártires. Vivir como cristiano puede ser una cosa mal vista, sospechosa, ridiculizada, y las persecuciones no son solo una realidad del pasado, hoy también la sufrimos».

Procesión con las reliquias de los mártires.

También ha subrayado que los nuevos beatos fueron «personas humanamente muy distintas por su carácter y por sus historias personales. Los unía, en cambio, el carisma de Santo Domingo: una elección vocacional, la suya, vivida con fidelidad, coherencia y generosidad».

Torturada por negarse a pisotear el crucifijo

De entre los martirizados, Semeraro ha querido detenerse en el ejemplo de la única mujer del grupo y ha explicado en qué consistió su calvario: «Resplandece con singular luminosidad la figura de una mujer, sor Ascensión de San José. Junto a otras, ella fue cruelmente torturada. Le pidieron que blasfemara y pisoteara el crucifijo: se negó y le destrozaron el cráneo. No renegó de la fe; al contrario, murió ensalzando a Cristo Rey y alabando al Santísimo Sacramento. Sabía bien sor Ascensión que la sangre del Cordero confiere candor porque es la sangre derramada por muchos para el perdón de los pecados». Por ello, el cardenal ha señalado que el testimonio de estos cristianos hace plantearse a quienes contemplan sus vidas «grandes interrogantes» como «por qué son así o qué les inspira»: «Ese testimonio constituye de por sí una proclamación silenciosa, pero a la vez clara y eficaz de la Buena Nueva».

Han concelebrado junto al Prefecto, el arzobispo de Sevilla, monseñor Saiz Meneses, y el postulador general de la Orden de los Dominicos, el fraile Massimo Mancini. Han participado también en la ceremonia, el arzobispo de Burgos, los obispos de Almería, Canarias, Guadix, León, Palencia y el auxiliar de Madrid; el maestro general de la Orden de Predicadores, fray Gerard Francisco Timoner; el prior provincial de los dominicos de la Provincia de Hispania y el presidente de CONFER España.