Las lágrimas de la fe
De los 105.000 cristianos que mueren cada año en el mundo a causa de su fe, una buena parte vive en India, Pakistán y Bangladés. Según los últimos Informes internacionales, la persecución contra los cristianos en estos países se acrecienta día a día, de manera indisimulada y muchas veces impune. En muchos casos, seguir a Cristo se paga con la muerte
En las últimas semanas se han recrudecido los ataques a las minorías religiosas en India, Pakistán y Bangladés; las principales víctimas han sido, una vez más, los cristianos. En la India, los últimos episodios de esta persecución son especialmente alarmantes: según informa la agencia Fides, una monja de 28 años, de las Franciscanas Misioneras de San José, fue secuestrada y violada por varios hombres, que la mantuvieron retenida durante una semana. Los hechos tuvieron lugar, a principios de julio, en el Estado de Orissa, uno de los territorios en los que la persecución se ceba especialmente sobre los cristianos. El obispo de Balasore y Presidente de la Provincia Eclesiástica de Orissa, monseñor Thomas Thiruthalil, ha identificado como responsables a «grupos fundamentalistas hindúes que no ven con buenos ojos a los cristianos. Los cristianos son víctimas en cuanto que a menudo son acusados de querer convertir a la población. El hecho es que nuestros fieles resultan vulnerables e indefensos. El Gobierno debería garantizar el respeto de las leyes, por lo que estamos insistiendo para que garantice la seguridad y la protección de los ciudadanos de fe cristiana».
También en Orissa se ha encontrado, hace pocos días, el cuerpo sin vida de un pastor protestante, médico y misionero, el doctor Jaishankar, que desapareció hace dos semanas. Y otro pastor evangélico, esta vez en el Estado de Karanataka, ha sido atacado por un grupo de extremistas hindúes, que irrumpieron en su casa mientras se celebraba una reunión de oración y golpearon a los asistentes. Se da la circunstancia de que en este Estado, durante el año 2011, se produjeron cerca de 1.000 ataques contra fieles cristianos. Además de estos sucesos, la semana pasada se dio a conocer la noticia del secuestro y la violación de cuatro alumnas de un Instituto cristiano evangélico.
Junto a todos estos casos, se está produciendo a nivel institucional otro tipo de persecución, amparada por las leyes anticonversión que están aprobando en varios Estados -el último de ellos, el Estado de Madhya Pradesh, en el centro del país-. Esta regulación limita la libertad de expresión y confina a las minorías a un auténtico gueto religioso, señalando a sacerdotes y pastores como responsables directos sobre los que deben recaer las mayores penas, en el caso de que haya una conversión al cristianismo.
El padre Faustino Lobo, Director de las Obras Misionales Pontificias en la India, ha señalado a Fides que «el problema principal es la impunidad. Las principales víctimas de la violencia son los grupos más débiles y vulnerables, que tienen muy poca influencia política y social, y a menudo no son capaces de defenderse»; además, «las leyes existentes podrían ayudar a prevenir y castigar estos crímenes, pero no se aplican, sobre todo porque, debido a la corrupción, policías complacientes o administración civil cubren estos casos».
Pakistán y Bangladés
La impunidad es también el principal problema asociado a los ataques contra cristianos en Pakistán. El último Informe de la Comisión internacional sobre la Libertad Religiosa, un órgano dependiente del Congreso de Estados Unidos, titulado Pakistán: una historia de violencia, ha registrado, de enero de 2012 a junio de 2013, 203 incidentes de violencia sectaria que han causado más de 1.800 víctimas, incluyendo 700 muertes. «Los agentes de policía hacen la vista gorda ante los ataques en masa -denuncia el Informe-, o se niegan a presentar informes de policía, si las víctimas pertenecen a minorías religiosas. El clima de impunidad que se cierne sobre todos los paquistaníes, independientemente de su fe, también se ve agravado por la ley anti-blasfemia, de la que se abusa mucho» para llevar a cabo venganzas personales y perseguir a las minorías religiosas.
Otro Informe elaborado por el Centre for Research and Security Studies –un think tank independiente, con sede en el mismo Pakistán– destaca que 52 personas han sido asesinadas en los últimos años, acusadas concretamente de este delito de blasfemia, y basta para ilustrar esta injusticia recordar el caso de Asia Bibi, que sigue en el corredor de la muerte sin noticias nuevas acerca de su caso.
En este sentido, el panorama es sombrío, pues las últimas elecciones han llevado al poder al Primer Ministro, Nawaz Sharif, relacionado con grupos fundamentalistas, y que se ha mostrado siempre a favor de la ley sobre la blasfemia. La última gran masacre de cristianos, hace ahora tres años, el 31 de julio 2009, que provocó que ocho cristianos fueran quemados vivos, entre ellos dos niños, fue instigada por varios miembros del mismo partido de Nawaz Sharif, ahora en el poder.
Mientras, la oleada de ataques contra los cristianos se extiende por la zona. En Bangladés, donde el 88,8 % son musulmanes, y los cristianos constituyen apenas el 0,5 % de la población, Ayuda a la Iglesia Necesitada ha denunciado que «los cristianos han sido atacados últimamente por extremistas islámicos en varias ocasiones»; especialmente dramático es el caso del Seminario de Bulakipur, en el que un grupo de fundamentalistas irrumpieron en el Seminario para intentar asesinar al Rector y a 25 seminaristas; al no conseguirlo, los asaltantes fueron a las poblaciones vecinas, de mayoría cristiana, y agredieron a decenas de personas.