Las familias se involucran en el poscongreso - Alfa y Omega

Las familias se involucran en el poscongreso

Madrid ya celebró el martes una reunión para concretar las conclusiones del Congreso de Vocaciones del fin de semana. Participó la Delegación de Familia, en plena Semana del Matrimonio

José Calderero de Aldecoa
El cardenal José Cobo durante su saludo como anfitrión a los participantes en el Congreso de Vocaciones
El cardenal José Cobo durante su saludo como anfitrión a los participantes en el Congreso de Vocaciones. Foto: CEE.

«Divorcio». Fue una de las primeras palabras que resonó en los imponentes altavoces del pabellón Madrid Arena, donde el pasado fin de semana se celebró el Congreso de Vocaciones organizado por la Conferencia Episcopal. La expresión, sumada a los vatios del sistema de megafonía, consiguió captar la atención de las cerca de 3.500 personas, llegadas desde todas las diócesis y pertenecientes a todos los caminos vocacionales posibles, que poblaban las gradas del recinto. Fue el arzobispo de Madrid, el cardenal José Cobo, quien la dijo durante su alocución, pronunciada en calidad de anfitrión del evento. Concretamente, el purpurado alertó frente al «grave error del divorcio entre la fe y la vida diaria». Un fenómeno, aseguró, que «se ha intensificado en nuestros días» y que «puede llevar a que los cristianos no reconozcamos la vocación bautismal» en ámbitos como «la familia», «la profesión» o la realidad «social». Y añadió: «Abrirnos a la vocación y a la vocación en la vida implica empeñarnos en ver cómo integrar, en definitiva, la fe en la vida cotidiana y cómo cada persona puede cumplir así, y no de otra forma, su misión en el mundo».

Álvaro (con alzacuellos), acompañado a su derecha por su hermano Domingo y su hermana Rocío
Álvaro (con alzacuellos), acompañado a su derecha por su hermano Domingo y su hermana Rocío. Foto cedida por Álvaro Fernández-Martos.

Entre los oyentes se encontraban tres hermanos de la familia Fernández-Martos Yáñez, originaria de Córdoba: Álvaro, Rocío y Domingo, sacerdote, laica —que se prometió una semana antes de que empezara el Congreso— y consagrado respectivamente. «En realidad somos cinco y hay otra hermana, que no ha podido estar aquí, que también es religiosa. Pertenece a la congregación Maria Stella Matutina», explica Álvaro, que tiene 27 años y se ordenó hace siete meses. Su vocación surgió, precisamente, en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, en el año 2011. «Allí descubrí que el Señor me amaba de una manera personal», rememora. «Para mí fue impactante la pregunta que me lanzó una persona. En un momento dado, en el que yo me encontraba haciendo el cafre, me dijo que si me había planteado ser sacerdote y aquello despertó algo en mí que luego se concretó mucho tiempo después con mi entrada en el seminario», resume.

—¿Qué papel han tenido sus padres en ese ambiente de discernimiento vocacional?

—Muy activo. Hicieron el caldo de cultivo para que nosotros pudiéramos responder con libertad al Señor. De su ejemplo aprendimos, primero, a escuchar al Señor y, a partir de ahí, a responderle en lo que a cada uno nos llamaba. Y todo ello con una gran cotidianidad. Para nosotros el trato con el Señor era algo natural, a través del rezo del rosario en familia o de la asistencia a Misa.

Fuego vocacional

Al final del congreso, la expresión «divorcio» fue sustituida por la palabra «fuego», con la que se cerró la ponencia final: «Estamos llamados a transmitir el fuego vocacional». Una misión que Raúl Tinajero, director de la Subcomisión para la Juventud y la Infancia de la CEE —y una de las alma mater del congreso—, animó durante su particular acción de gracias: «Esto no es más que una meta volante, es un proceso que ahora sigue».

En la archidiócesis de Madrid es, en realidad, un proceso que ya se inició hace tiempo. «Estos días se ha insistido mucho en la idea de que las diócesis puedan crear un servicio de pastoral vocacional en el que participen personas de los distintos caminos vocacionales, pero esto es algo que nosotros ya llevamos haciendo tiempo» , confirma a Alfa y Omega María Bazal, delegada de Familia y Vida de la archidiócesis madrileña. «Aquí no se llama así, pero por ejemplo nosotros, desde la Delegación de Familia y Vida, ya intervenimos como uno más en las reuniones en torno a la pastoral vocacional». De hecho, ella misma participó en la cita poscongreso que se convocó el pasado martes. «La idea fue poner en común nuestras vivencias del fin de semana y empezar a reflexionar para ver el modo de seguir ahondando en la cultura vocacional de forma concreta en nuestra Iglesia local», subraya Susana López-Barrajón, religiosa de las Esclavas de Cristo Rey y subdirectora del Secretariado de Pastoral Vocacional de la Delegación de Jóvenes. A la reunión le seguirá la conclusión de la Semana del Matrimonio, que Madrid celebrará con una Misa en la catedral de la Almudena. «No es casual que un congreso que quiere poner en valor todas las vocaciones concluya justo cuando se celebra esta iniciativa, que habla precisamente de la importancia de la vocación al matrimonio», concluye Bazal.

Celebrar la boda
Cartel de la Semana del Matrimonio

Juan Antonio Martínez Camino presidirá el 16 de febrero, a las 12:00 horas, una Misa en la catedral de la Almudena para clausurar la Semana del Matrimonio convocada por la CEE. Están invitados los esposos que cumplan cinco o diez años de casados.