La vida contemplativa también se suma a la acogida de refugiados - Alfa y Omega

La vida contemplativa también se suma a la acogida de refugiados

La abadía de San Isidoro de Dueñas en Palencia ayuda desde hace diez días a una familia venezolana

José Calderero de Aldecoa
La comunidad tiene una granja de vacas lecheras. Foto: José Antonio Méndez.

Los monjes de la abadía cisterciense de San Isidro de Dueñas, situada en la diócesis de Palencia, acogen desde hace diez días a una familia venezolana que tuvo que huir de su país ante la persecución política que sufría. «De momento, ha llegado el padre de familia y, en breve, lo harán su mujer y sus dos hijas», explica el hermano Carlos, prior de la comunidad, en entrevista con Alfa y Omega.

De esta forma, la comunidad se ha convertido en la primera comunidad contemplativa que participa en el proyecto Mesa del Mundo Rural, puesto en marcha por el Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que conecta a familias sin recursos, pero con permiso de residencia y trabajo, con entidades, empresas, ayuntamientos y parroquias de pueblos pequeños y medianos.

«Cada comunidad tiene sus propias circunstancias, pero la vida contemplativa sí puede ser compatible con la acogida», asegura el prior. Y añade: «No podemos olvidar que cuando surge el monacato en Europa, la gente se empieza a congregar alrededor de los monasterios. Muchos pueblos surgieron de esta forma».

La familia se hospedará en una antigua vivienda que la abadía tenía para los trabajadores de la misma. Así, la comunidad se puede dedicar sin distracciones al ora et labora y la familia mantiene su independencia. Pero, además del alojamiento, la comunidad también les ha ofrecido un trabajo en la granja del monasterio. «Tenemos una vaquería. Antiguamente, nos encargábamos los hermanos de ella, pero ahora somos muy mayores y no podemos hacerlo. Juan (nombre ficticio) viene a cubrir ese puesto», explica el hermano Carlos.

Espiado en Venezuela

Juan, que se dedicaba a la política en Venezuela, tuvo que huir porque los espiaron y amenazaron. Se fue a Colombia con la familia, pero los expulsaron y vio en España una solución a su situación. Primero vino él y, aunque en Madrid lo pasó mal, la oportunidad de los monjes le ha cambiado la vida. En mayo llegan su mujer e hijas.

Mientras tanto, el expolítico venezolano está tramitando todo el papeleo. «Justo ayer mismo lo acompañé a Dueñas para ayudarle con los trámites del padrón, la tarjeta sanitaria, etc.». Un proceso que ha coincidido con la lectura, en el comedor de la comunidad, del libro Os ruego en nombre de Dios, del Papa Francisco y Hernán Reyes. «Nosotros comemos en silencio, mientras se lee un libro y justo estábamos con este y con el capítulo en el que el Papa habla de la acogida de los migrantes», concluye el prior.