La unión vecinal hace la fuerza escolar - Alfa y Omega

La unión vecinal hace la fuerza escolar

En el proceso de búsqueda de centro escolar, incluso las familias con más información y con las ideas más claras suelen sentirse desorientadas para valorar cuál es el mejor para sus hijos. Y es normal, porque una cosa es lo que parece ser el colegio o instituto, y otra, cómo se vive el día a día en las aulas. En ese escenario, las asociaciones familiares y las agrupaciones vecinales suponen una ayuda de gran utilidad para los padres que quieren implicarse en la formación escolar de sus hijos; y brindan también una oportunidad de evangelización para las familias cristianas

José Antonio Méndez

Sábado por la mañana, en un parque de un municipio de Madrid. Un grupo de padres hablan en un corrillo, mientras los hijos trepan y juegan por entre los columpios. Aunque la escena parece la típica de una jornada lúdica, la conversación revela un problema de calado: ¿En qué colegio matriculamos al niño? Entre ellos comparten experiencias —Nuestro hijo fue a tal centro, pero lo sacamos porque el bilingüismo es un timo—, aportan criterios —Para nosotros es clave que en el cole de la niña implican mucho a la familia— y hasta sugieren iniciativas para trasladarlas a las Asociaciones de Padres de Alumnos (APA) —Me han dicho que los libros de esta editorial son mejores que los que usan en nuestro colegio para tal asignatura—. La escena demuestra que, como explica don Luis Carbonel, presidente de Concapa, «las familias no tenemos suficiente información para elegir colegio, porque faltan elementos de evaluación externa y porque muchos centros son reacios a mostrar qué formación dan a los niños. Por eso, es necesario que nos apoyemos en asociaciones de padres y en entidades familiares, para evitar tener que hacer una labor detectivesca».

Donde hay que estar

Carbonel asegura que «cada colegio y cada barrio son una realidad distinta, y acudir a los padres que ya la conocen, ayuda a valorar qué formación queremos para nuestros hijos, y también a exigir que los centros que hemos elegido impartan una formación integral conforme a los valores de los padres».

Un buen ejemplo de sus palabras lo ofrecen los foros de Internet donde las familias de un barrio o municipio comparten experiencias y dudas, y también las propias APA de los colegios. «Todos los padres tenemos el deber moral de implicarnos en la educación escolar de nuestros hijos —afirma Carbonel—. Y eso es algo que tenemos que hacer especialmente los católicos. No podemos vivir en una burbuja, dejando que las asociaciones familiares queden en manos de gente ideologizada, o que los centros reduzcan la participación familiar a eventos deportivos y fiestas. En estos tiempos, tenemos que estar más que nunca implicados, atentos y comprometidos, para que nuestros hijos reciban la formación adecuada».

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