La Secretaría General del Sínodo de los Obispos deja de ser «de los Obispos» - Alfa y Omega

La Secretaría General del Sínodo de los Obispos deja de ser «de los Obispos»

Este domingo entra en vigor la nueva constitución apostólica que abre la puerta a la modificación de la estructura de este organismo

Redacción
Monseñor Luis Marín de San Martín, OSA, subsecretario del Sínodo de los obispos. Foto: Victoria I. Cardiel

La Secretaría General del Sínodo de los Obispos pasará a denominarse desde mañana Secretaría General del Sínodo. Tal y como confirma el subsecretario general del Sínodo, Luis Marín, en una entrevista a la revista Vida Nueva, la Secretaría General del Sínodo de los Obispos pierde «su apellido» y, a partir de este domingo se llamará simplemente Secretaría General del Sínodo. Este domingo entra en vigor la nueva constitución apostólica Praedicate Evangelium y con su puesta en marcha se abre la puerta a modificar la estructura de la asamblea consultiva.

El obispo español confirma además que se trata de una «decisión del Santo Padre» que no pretende «abolir la colegialidad episcopal, sino de insertarla en la sinodalidad de todo el Pueblo de Dios». Luis Martín explica que «los fieles tienen el derecho y el deber de manifestar a los pastores su pensamiento. Y los pastores deben escuchar, necesariamente, al resto del Pueblo de Dios, del que forman parte, para tomar luego las decisiones que les corresponden según su ministerio».

El cambio de nombre solo afecta a la Secretaría General. La Asamblea del Sínodo de los Obispos conservará su nombre tal y como la concibiera en 1965 Pablo VI. Hasta ahora, estas asambleas estaban constituidas eminentemente por obispos con derecho a voto, con una participación minoritaria de religiosos y laicos. El subsecretario general del Sínodo observa que el cambio de nombre promovido por Francisco es «significativo», pues podría implicar revisar las actuales estructuras sinodales para que «funcionen y para que lo hagan válidamente». Al mismo tiempo, indica que esta reforma no implica una democratización ya que, en su opinión, «el parlamentarismo, aplicado a la Iglesia, es un camino falso porque lleva al populismo, a la priorización de criterios ideológicos, al enquistamiento en grupos e incluso a la dictadura de las mayorías, con vencedores y vencidos». «La sinodalidad plantea una posibilidad mucho mejor. Somos una familia. Tal vez haya que votar, pero, principalmente, busquemos el consenso que brota del discernimiento en el Espíritu», concluye. Y precisamente sobre la acogida en la Curia de este proyecto sinodal, Luis Marín revela que no ha encontrado «rechazos frontales, aunque suspicacias e incluso resistencias siempre hay, pero no debemos asustarnos, ni mucho menos frenarnos».