La nueva evangelización también depende de la clase de Religión
¿Cómo es posible dar la propia contribución a la nueva evangelización en el ambiente, importantísimo para el futuro, que es la escuela hoy? La escuela tiene como característica el ser no sólo un lugar de instrucción, sino también de educación, mediante la manifestación de la cultura, que es la reflexión crítica y sistemática sobre la experiencia que cada hombre ha sido llamado a cumplir.
La educación es una verdadera y propia obra humana, comparable al generar, porque introduce al alumno en el descubrimiento de todo aquello que existe y que tiene un proprio significado. Mediante esta propuesta, el alumno llega a ser culto por haber aprendido el significado de los hechos. Esta aventura es de todos, y es esto lo que piden nuestros alumnos. Porque cada hombre lleva dentro esta pregunta, y en cada momento de su existencia afirma, tantas veces de manera inconsciente, que existe algo por lo que vale la pena vivir.
En la aventura de la construcción de la propia personalidad, el estudiante encuentra en el profesor de Religión el testigo apasionado que al proprio problema seriamente humano, el del significado de la existencia, no sólo da una respuesta positiva, sino una posibilidad de experiencia.
El Santo Padre lo recordó en la memorable Vigilia en Tor Vergata: «En realidad es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien os espera cuando nada os satisface de aquello que encontráis; es Él la belleza que tanto os atrae; es Él quien os provoca con aquella sed de radicalidad que no os permite adaptaros a los fútiles compromisos; es Él quien os empuja a quitaros las máscaras que hacen falsa la vida; es Él quien lee en el corazón las decisiones más verdaderas que otros pretenden aniquilar. Es Jesús quien suscita en vosotros el deseo de hacer de vuestra vida algo que sea grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo de dejaros arrastrar por la mediocridad, el coraje de comprometeros con humildad y perseverancia por mejoraros a vosotros mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna. Es Él, Cristo».