Las Comendadoras del Espíritu Santo concluyen su 825 año jubilar, del que esperan «frutos» y «nuevas vocaciones» - Alfa y Omega

Las Comendadoras del Espíritu Santo concluyen su 825 año jubilar, del que esperan «frutos» y «nuevas vocaciones»

Cuentan con cuatro monasterios en España, se sostienen a través de los trabajos manuales y buscan «poner el bien de los demás por encima del propio»

Rodrigo Moreno Quicios
El obispo de Asidonia-Jérez con la comunidad al finalizar la eucaristía de clausura del Año Jubilar
El obispo de Asidonia-Jérez con la comunidad al finalizar la eucaristía de clausura del Año Jubilar. Foto: Monasterio del Espíritu Santo de el Puerto de Santa María.

Cuando el Papa Inocencio III firmó el 22 de abril de 1198 la aprobación pontificia de la Orden del Santo Espíritu, solo le encargó una tarea: «Resplandece entre todos los noveles plantíos, tanto por la piedad como por el ejercicio de una dilatada hospitalidad». Un deber que sus religiosas han asumido durante 825 años y han tenido especialmente en mente durante el año jubilar que acaban de concluir.

Esta congregación está presente en España con un histórico monasterio erigido en 1474 en la localidad gaditana de Puerto de Santa María y que ha sobrevivido a numerosos saqueos, a veces incluso vendiendo su patrimonio para poder sobrevivir. Aunque también cuentan con otras tres comunidades dedicadas a la vida contemplativa en Sevilla y los pueblos pamploneses de Puente la Reina y Sangüesa de Pamplona. Además, tienen presencia en Ucrania, Polonia, Alemania, Francia, Italia, Kenia y Burundi.

Su fundador fue Guido de Montpellier, hijo de los señores de la ciudad, quien según el comunicado que han difundido las religiosas, «puso todos sus bienes al servicio de los necesitados, y abandonando las vanidades del prestigio humano, se puso a los pies de los sufrientes».

Las Comendadoras del Espíritu Santo han agradecido al concluir su 825 aniversario que «han entrado nuevas vocaciones a esta Orden». Y han dedicado un pensamiento especial «por las hermanas que en ese año han partido a la Casa del Padre». Parafraseando la carta de san Pablo a Timoteo, han dicho de ellas que «han competido en la noble competición, han llegado a la meta en la carrera y han conservado la fe».

Durante la clausura del año santo que comenzó en 2023, el obispo de Asidonia-Jerez, José Rico Pavés celebró una Misa con las religiosas en cuya homilía les invitó a «renovar nuestro encuentro con Cristo resucitado y así nuestra fe se vea fortalecida, nuestra caridad enardecida y nuestra esperanza sea firme». Como la celebración coincidió con el cuarto domingo de Pascua, Día del Buen Pastor, el prelado les recordó que «pertenecemos al rebaño de Cristo, el Buen Pastor que nos reúne a todos en un solo rebaño y da la vida por todas sus ovejas».

El obispo imparte la bendición
El obispo imparte su bendición. Foto: Monasterio del Espíritu Santo de el Puerto de Santa María.

Es una reflexión a la que se han sumado las religiosas, quienes han añadido en su reciente nota de prensa que «seguir al Buen Pastor implica reconocer la grandeza de su amor desinteresado y de donación». Y que «conducirse en este mundo a su estilo implica avanzar en el desinterés, es decir, poner el bien de los demás por encima del propio».

Casi al final de su comunicado, las religiosas celebran que, durante este año jubilar, «ha habido abundancia de bendiciones cuyos frutos esperamos vayan surgiendo en los próximos años». Por ejemplo, esperan que «Dios quiera que a partir de este año también esta comunidad monástica se vea fortalecida por nuevas vocaciones que sigan sosteniendo con su oración y carisma la vida de la Iglesia».

Estas religiosas viven del trabajo manual y, para sostener sus monasterios, venden bordados, artesanías, artículos para bodas y dulces. Uno de sus artículos de mayor éxito, la leche frita, cuya receta ya cubrió este semanario.