La mujer que se sentó a dialogar con Joseph Kony - Alfa y Omega

La mujer que se sentó a dialogar con Joseph Kony

Betty Oyella Bigombe logró llevar la paz a su Uganda natal después de dos décadas de intentos y sobrevivir a un atentado. Hoy ayuda a Sudán del Sur a repetir esta historia de éxito

Victoria Isabel Cardiel C.
Diálogos para la paz en Sudán del Sur, celebrados en Naivasha (Kenia) en marzo de 2021
Diálogos para la paz en Sudán del Sur, celebrados en Naivasha (Kenia) en marzo de 2021. Foto: Comunidad de Sant’Egidio.

Joseph Kony fue el líder rebelde del Ejército de la Resistencia del Señor (LRA). Su culto al horror dominó el norte de Uganda desde su creación, en 1987, hasta los primeros años del siglo XXI. Solía cortar los labios de sus víctimas con un machete. Les hacía comer piedras. Amputaba sus manos. Les marcaba con fuego la piel. Conjugaba cualquier acto vital como atrocidad. Reclutó a cerca de 60.000 niños menores de 15 años para convertirlos en soldados. Las pequeñas, en cambio, eran obligadas a acostarse con los rebeldes y hacer las tareas domésticas.

Si este mal absoluto se apagó fue gracias a la tenacidad de una mujer valiente. «Llevábamos más dos décadas de guerra. Además de esos crímenes, teníamos más de dos millones de personas desplazadas; la educación estaba completamente negada, y la gente moría de enfermedades terribles, como el sida, la sífilis o el ébola», asegura Betty Oyella Bigombe tras dirigir un discurso en el foro La paz es posible, organizado por la Comunidad de Sant’Egidio en Roma.

Uganda
Población:

45,7 millones de habitantes

Religión:

83,3 %, cristianos y 12 %, musulmanes

Conflicto:

Dos millones de desplazados a causa del LRA

Hasta el momento, la única solución que se había puesto sobre la mesa era la militar. El Ejército del Gobierno «trataba de frenar a la fuerza a los rebeldes. Las dos partes estaban armadas y esa espiral de violencia parecía no tener fin», recuerda. Ella fue quien abrió la puerta al diálogo cuando, en 1988, recibió el nombramiento de ministra de Estado para la Pacificación. Todos a su alrededor pensaban que era un suicidio. Pero ella tenía clara su misión. Se fue a la jungla, aunque tuvieron que pasar cinco años para que Kony accediese a un encuentro. O más bien desencuentro. «Esto es territorio de hombres. ¿Quieres que te matemos? Si Museveni [el presidente en ese momento] te manda a ti nos está insultando», le espetó.

Oyella Bigombe recuerda los altibajos emocionales con los que vivió esos frenéticos años. Sobrevivió a un atentado, hubo treguas no respetadas, desarmes fallidos… Pero «no podía darme por vencida. Lo fundamental era establecer una relación de confianza para llegar a un acuerdo político». Su corazón cambió aquellos años. Vio la devastación de la guerra, la miseria que padecían los habitantes de las zonas rurales. Pasó de reclamar la paz a estar «largas horas sentada escuchando las historias de los guerrilleros». «Muchos de los niños secuestrados no querían volver a sus poblados. Me decían: “Ahora tengo poder. Tengo una pistola; con ella me procuro todo lo que quiero”. Entonces comprendí que no podía simplemente exigirles que depusieran las armas. Tenía que aprender a leer su corazón», detalla a Alfa y Omega.

Bigombe durante su intervención en el foro ‘La paz es posible’, en Roma, el pasado 7 de octubre. Foto: Comunidad de Sant’Egidio

En 1994, cuando estaban a punto de firmar un acuerdo de paz, todo saltó por los aires. Aquel año ella fue designada por el Gobierno como Mujer del Año de Uganda, pero tuvo que dejar el país y cejar en su empeño por la paz. Oyella Bigombe hizo las maletas y se fue a Estados Unidos, donde trabajó en el Departamento de Protección Social y Desarrollo Humano del Banco Mundial. En 2004 hubo una terrible masacre en el campo ugandés de desplazados de Barlonyo. 400 muertos en total, principalmente mujeres, niños y ancianos. Durante tres horas, los rebeldes dispararon a todo lo que encontraron por el camino. Después prendieron fuego a las cabañas. No hubo supervivientes. Oyella Bigombe no se lo pensó dos veces. Dejó su trabajo y se plantó en Uganda para retomar las negociaciones de paz con el LRA. En septiembre de 2006, Gobierno y rebeldes pusieron en marcha el alto el fuego. Oyella Bigombe tiene hoy una nueva tarea: la paz en Sudán del Sur. «El desafío es implementar los acuerdos firmados y procurar que los estallidos de violencia tribales no lleven al país a una nueva guerra», concluye.