La madre de Diana Quer: «Mi hija ha sido elegida por Dios»
El funeral de Diana Quer se convierte en un homenaje a las familias de las víctimas
«Mi hija ha sido elegida por Dios para cumplir una tarea y dar un mensaje». Con estas palabras despidió el párroco de Santa María de Caná de Pozuelo de Alarcón (Madrid), Jesús Higueras, la homilía por el alma de Diana Quer. Se las había dicho su madre, Diana López-Pinel, antes de comenzar la ceremonia, a la que asistieron numerosas autoridades y decenas de amigos y conocidos, y que estuvo oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. Osoro recordó -dirigiéndose a Juan Carlos Quer, a la madre de Diana Quer y a Valeria, la hija de ambos-, que «vivimos y morimos para el Señor» y retrató a la joven con tres palabras encaminadas al consuelo: amor, sabiduría y silencio.
Representación política
Una semana después de enterrar en la intimidad a su hija, los padres de Diana Quer quisieron despedirla rodeados de quienes les han ayudado en estos dieciséis meses largos e insoportables. La familia estuvo arropada por decenas de personas que abarrotaban el templo y que fueron invitadas para agradecerles su apoyo.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, se fundió en un abrazo con los Quer instantes antes de comenzar el funeral, al que también asistieron la presidenta de la Asamblea de Madrid, Paloma Adrados; el director general de la Guardia Civil, José Manuel Holgado; su antecesor en el cargo, Arsenio Fernández de Mesa, y una nutrida representación de los investigadores del caso.
El coronel Manuel Sánchez Corbí, que ha vivido el dolor de perder a una hija, acompañó a Holgado. En dos ocasiones elogiaron los sacerdotes al trabajo realizado por los investigadores, representados por el teniente coronel responsable, los dos comandantes -el de Madrid y el de Galicia, encargado de la relación con la familia-, un capitán y otros compañeros.
Entre los representantes políticos había tres alcaldes: la de Pozuelo de Alarcón, el de Rianxo y el de A Pobra do Caramiñal, así como el portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, Ignacio Aguado.
En la ceremonia, acorde con las profundas creencias religiosas de la madre de Diana Quer, se agradeció a la Guardia Civil, a los representantes políticos y a los voluntarios «su inmensa ayuda desde los primeros momentos de la desaparición». El vía crucis vivido por los Quer fue calificado por Osoro como «acontecimientos que en la lógica humana son absurdos y tremendos», en mitad de un silencio no interrumpido.
Otras víctimas de España
La despedida a Diana, contenida y serena, se convirtió en un símbolo del dolor y el intento de mitigar la soledad de padres desgarrados por la tragedia de perder a sus hijos. Ese «recuerdo solidario», ese homenaje, tuvo rostros conocidos, muy a pesar de todos ellos. En el templo se encontraban Juan José Cortés, padre de la pequeña Mari Luz, asesinada por su vecino pederasta; Antonio del Castillo, padre de Marta, cuyo cuerpo aún no han podido velar; Rocío Viéitez, madre de las dos criaturas asesinadas por su exmarido en Moraña (Pontevedra), que fue condenado a prisión permanente revisable, y Ruth Ortiz, madre de Ruth y José, los pequeños de Córdoba quemados en una hoguera por su padre, José Bretón.
Prisión permanente
Antes del funeral, Cortés aseguró que su presencia era «de obligado cumplimiento» en este homenaje y recalcó que van a «seguir luchando toda la vida» por la prisión permanente revisable. La huella de las personas desaparecidas también estuvo presente, a través de las asociaciones que aglutinan a sus familiares (Inter-Sos, Anar y Fundanción QSD Global) y que han logrado visibilizar un drama sin rostro. Osoro también se refirió a ellos y a su lucha.
Los amigos de Diana Quer, sus familiares y todos aquellos que la quisieron o estuvieron cerca sollozaron en silencio en algún momento especialmente emotivo como fue en la lectura de la carta de San Pablo a los Corintios, en la interpretación del Ave María o cuando la ceremonia concluyó bajo los acordes de «La Muerte no es el Final». Un retrato de la joven, bella y llena de vida, presidía el altar sobre un manto rojo y junto a un sencillo ramo de flores.
El coronel Corbí, jefe de la UCO, dijo tras la detención del Chicle que Diana era un poco de ellos, que la sentían como a alguien propio. Ayer, Diana y su recuerdo fueron un poco de todos. «Ponemos a Diana en manos del Señor», encomendó Osoro y su hermana Valeria se abrazó a su foto.
Cruz Morcillo / ABC