Aprovechando la percha de Eurovisión, Movistar Plus+ ha estrenado La, la, la canción, una miniserie que está teniendo una segunda vida gracias al sainete que, con Melody como protagonista, están protagonizando diferentes cadenas de televisión. Ya saben ustedes que el Festival de Eurovisión es una suerte de certamen geopolítico que casi siempre gana Suecia. Este año se quedó cerca y ganó Austria. Lo que no cambió, una vez más, fue la posición de España: antepenúltima, hundida año tras año por deméritos propios, en una gala que transita a medio camino entre aquelarres satánicos y pirotecnia woke.
Massiel y Salomé fueron la excepción que confirma la dolorosa regla. Hace tanto de sus triunfos que muchos españoles las recuerdan en blanco y negro. La, la, la canción nos cuenta ahora la historia de «la tanqueta de Leganitos» triunfando, contra todo pronóstico, en el Royal Albert Hall de Londres, allá por 1968. La historia es, por resumir, lo mismo de siempre: una oportunidad perdida que no se salva ni con Carolina Yuste llevando la voz cantante. La, la, la canción nos ofrece un poco de memoria histórica sectaria, ideología de género adelantada a su época y una caricatura exagerada que no acaba de arrancar ni de rematar en ningún momento. Todo contado con poca gracia de la mano de un personaje trepa de TVE que quiere que ganemos Eurovisión para conseguir un ascenso y terminar dirigiendo la cadena de Paradores, mientras acaba de encontrarse a sí mismo, en una trama metida con calzador y que se ve venir desde el principio. Las dos primeras secuencias nos presentan a Franco haciendo como que caza perdices y a un cura que se deja querer por el dinero. Nada nuevo bajo el sol de los guiones a los que estamos acostumbrados. Por lo demás, la historia es conocida: una canción del Dúo Dinámico que iba a cantar Serrat, que no lo hace porque no le dejan cantar en catalán; y una muchacha con la que nadie contaba y que termina dándonos la gloria eurovisiva. Lo mejor es que la serie tiene solo tres capítulos, aunque se haga tan larga como el tiempo que llevamos sin ganar Eurovisión.