La Iglesia recuerda que los temporeros de Albacete «no son causantes de nada, sino víctimas» - Alfa y Omega

La Iglesia recuerda que los temporeros de Albacete «no son causantes de nada, sino víctimas»

El delegado episcopal de Cáritas Diocesana y el director del Secretariado de Migraciones reaccionan ante la polémica suscitada en la ciudad tras un brote de COVID-19 en un asentamiento. «Se ha levantado un sentimiento de racismo y xenofobia muy violento», explica el primero

Fran Otero
Foto: EFE

Los asentamientos de migrantes en Albacete han permanecido en los últimos años ocultos para la ciudadanía y la administración albaceteñas. Lugares donde viven y han vivido en condiciones muy precarias los temporeros, que hacen posible que numerosos productos del campo estén disponibles en el mercado y han permitido la viabilidad de las empresas. Una tranquilidad que se ha visto rota por el positivo de uno de estos migrantes, él mismo lo comunicó a las autoridades sanitarias, y por el contagio de otros 30 y 40, en uno de estos lugares.

Esta situación, junto con la presión recibida, provocó que este fin de semana un grupo de africanos se saltara el confinamiento para manifestarse. «No quiero justificar su actuación, pero creo que se han visto acorralados. Cuando se conoció la noticia del positivo, fueron la Policía y los medios de comunicación, y su forma de reaccionar fue salir a la calle», explica Miguel Giménez Mioraga, recién nombrado director del Secretariado de Migraciones de la Diócesis de Albacete, que fue misionero en Burkina Faso y se dedica desde hace 18 años a la asistencia de este colectivo. Añade con cierta ironía que hasta hace dos días los africanos «eran muy buenos» para gran parte de la población de la ciudad, pero hoy «son malísimos».

Su predecesor en el Secretariado de Migraciones y actual delegado episcopal de Cáritas Diocesana de Albacete, José Antonio Abellán, afirma que los sucedido en los últimos días es un cóctel de factores y que el COVID-19 no ha hecho más que encender la mecha. Cree que la cuestión clave es la de los asentamientos, a los que la ciudad ha dado la espalda. «Hasta el momento había ido bien así. Solo algunas ONG y organizaciones civiles y eclesiales se han ocupado de ellos. Ahora, con esta situación, se ha levantado un sentimiento de racismo y de xenofobia muy violento», añade.

Abellán afirma que a estos migrantes no se los ha tratado como personas: «Han vivido un éxodo peligroso, han sufrido y sufren trata, se abusa de ellos, la pobreza de los asentamientos es indignantes, pasan hambre, tienen miedo…».

Confinados en un polideportivo

En estos momentos, las migrantes que han dado positivo se encuentran confinados en un polideportivo de la ciudad, donde están siendo atendidos por Cruz Roja. El resto, que pueden seguir trabajando, todavía no saben dónde van a vivir. Según Abellán, puede que los trasladen a un pabellón ferial.

En este contexto, lanza un mensaje a toda la sociedad y, en concreto a la de Albacete: «Los migrantes no son causantes de nada, sino víctimas. Estaban en condiciones deplorables. Se tienen que cerrar los asentamientos y tomar cartas en el asunto. Nosotros tenemos que explicar a la sociedad y a nuestros fieles que Dios es padre de amor y que tenemos que acoger, proteger e integrar. También podemos ser mediadores para que se trate dignamente tanto a los contagiados como a los que no lo están».

Mientras se resuelve el problema con las personas que vivían en este asentamiento, al delegado de Cáritas le preocupan los otros seis o siete que hay en la ciudad y asegura que estarán atentos «para ver qué decisiones se toman al respecto».

«Los necesitamos»

Muchos, añade Miguel Giménez Mioraga, quisieran vivir en pisos y casa decentes, pero no lo hacen o bien porque no hay o porque no se las alquilan. Una afirmación que también comparte Abellán y a la que se podría poner solución fácilmente con las casas rurales y cortijos deshabitados de la zona.

«A la mayoría los necesitamos… Pienso en la gente del campo, que los contrata, y se deben estar echando a temblar, pues ellos son los que recogen las patatas, las cebollas, las lechugas o los ajos porque los españoles no lo hacen. Son los que nos sacan las castañas del fuego, tanto a los cultivadores como a los consumidores», concluye Giménez Mioraga.