La Iglesia pide a la UE «solidaridad con los refugiados» y respeto para la «libertad de culto» - Alfa y Omega

La Iglesia pide a la UE «solidaridad con los refugiados» y respeto para la «libertad de culto»

Los presidentes de las Conferencias Episcopales de la UE han enviado un mensaje de esperanza a las instituciones europeas en el que hacen un llamamiento a la solidaridad 

José Calderero de Aldecoa
Foto: EFE/EPA/Filip Singer

Los presidentes de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea han pedido a las instituciones europeas y a los Estados miembros que se respete «la libertad de religión de los creyentes, en particular la libertad de reunirse para ejercer su libertad de culto», atendiendo «plenamente los requisitos sanitarios».

Por su parte, los obispos han declarado «nuestra buena voluntad» para mantener el diálogo entre los Estados y las autoridades eclesiásticas y así poder «encontrar la mejor manera de conciliar el respeto de las medidas necesarias y la libertad de religión y de culto».

Solidaridad con los migrantes

En un mensaje titulado Recuperar la esperanza y la solidaridad, la Iglesia europea también pide que cuando esté disponible la vacuna para la COVID-19, esta sea «accesible a todos, especialmente a los pobres»; el «incremento de la ayuda humanitaria y la cooperación para el desarrollo» en África; «y la reorientación de los gastos militares hacia los servicios sanitarios y sociales».

Sin embargo, más urgente todavía es la necesaria solidaridad de Europa hacia los refugiados, «que viven en condiciones inhumanas en los campos y están seriamente amenazados por el virus». En este sentido, los obispos no solo hablan de financiación, sino también «de la apertura proporcional de las fronteras de la Unión Europea por parte de cada Estado miembro».

Y junto con la apertura de fronteras, los presidentes de los episcopados recomiendan que se faciliten vías seguras y legales para los migrantes, y corredores humanitarios para los refugiados, mediante los cuales puedan venir a Europa con seguridad y ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. «En este sentido, es conveniente colaborar con las instituciones eclesiásticas y las asociaciones privadas que ya trabajan en este campo», apuntan.

Los padres fundadores

Como resumen, la Iglesia aboga por volver al espíritu de solidaridad de los padres fundadores. También a la hora de implementar el Plan de Recuperación de la COVID-19 y el Plan reforzado del presupuesto de la UE para el periodo 2021-2027, que actualmente negocian entre el Consejo y el Parlamento Europeo.

Se trataría de parecerse más a la Unión Europea actual, que «con una renovada determinación» ha comenzado a «responder de forma conjunta a esta dramática situación», que a la institución del inicio de la pandemia, cuando muchos países «respondieron con miedo, cerrando las fronteras» e «incluso negándose a compartir los suministros médicos», hasta el punto de que «a muchos nos preocupaba que la propia Unión Europea estuviera en peligro».

Mirar al futuro

Pero el mensaje de los obispos no solo se centra en la situación actual, sino que invita a las instituciones a mirar al futuro con una nueva mentalidad y pide «un cambio radical para mejorar». Este pasa por «replantear y reestructurar el actual modelo de globalización garantizando el respeto al medioambiente, la apertura a la vida, la importancia de la familia, la igualdad social, la dignidad de los trabajadores y los derechos de las generaciones futuras».

Asimismo, proponen los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, entre los que destacan «la dignidad humana y la solidaridad, así como la opción preferencial por los pobres y la sostenibilidad», como los «principios rectores para construir un modelo diferente de economía y sociedad tras la pandemia».

Compromiso de la Iglesia

Ante todos estos desafíos, la Iglesia europea reafirma su «compromiso» por una «fraternidad universal que no deje a nadie fuera» y en la contrucción «de una Europa que ha traído la paz y la prosperidad a nuestro continente».

Los presidentes de las Conferencias Episcopales de Europa concluyen su mensaje con la esperanza de que «Dios puede convertir todo lo que sucede en algo bueno, incluso aquellas cosas que no comprendemos y que parecerían malas», y asegurando a los Estados miembros «que la Iglesia permanece a su lado en el esfuerzo común de construir un futuro mejor para nuestro continente y el mundo».