La estrella de su pontificado brillará siempre en la Iglesia
Nunca es fácil olvidar a un amigo, y es imposible despedirse de un padre sin sentir un desconsuelo profundo. El cardenal Angelo Sodano, Decano del Colegio cardenalicio, en nombre de todos los cardenales, recordó con estas palabras el luminoso pontificado de Benedicto XVI, y le transmitió la cercanía de toda la Iglesia:
¡Santidad, amado y venerado sucesor de Pedro, como un rayo en cielo sereno, ha resonado en esta aula su conmovedor mensaje! Lo hemos escuchado con una sensación de asombro, casi con incredulidad. En sus palabras hemos percibido el gran afecto que, desde siempre, ha tenido hacia la Santa Iglesia de Dios, hacia esta Iglesia que usted ama tanto. Ahora, permítame decirle, en nombre de este Cenáculo apostólico, el Colegio cardenalicio, en nombre de sus queridos colaboradores, que estamos más cerca de usted que nunca, como lo hemos estado en estos luminosos ocho años de su pontificado. El 19 de abril de 2005, si lo recuerdo bien, al final del Cónclave, yo le pregunté, con voz emocionada: ¿Aceptas tu elección canónica como Sumo Pontífice?; y usted no tardó, aun con temblor, en responder, diciendo que aceptaba, confiando en la gracia del Señor y en la maternal intercesión de María, Madre de la Iglesia.
Como María, ese día usted pronunció su Sí y comenzó su luminoso pontificado, en el surco de la continuidad, de esa continuidad en la historia de la Iglesia, de la que usted tanto ha hablado, en el surco de la continuidad con sus 265 predecesores en la cátedra de Pedro, en el curso de dos mil años de Historia, desde el apóstol Pedro, el humilde pescador de Galilea, hasta los grandes Papas del siglo pasado, desde san Pío X, al Beato Juan Pablo II.
Santo Padre, antes del 28 de febrero, el día en el que –como ha dicho– desea poner fin a su servicio pontificio, cumplido con tanto amor y con tanta humildad, antes del 28 de febrero, tendremos la oportunidad de expresarle mejor nuestros sentimientos. Así lo harán también tantos pastores y fieles de todo el mundo; así lo harán tantas personas de buena voluntad, junto con las autoridades de numerosos países.
Todavía durante este mes tendremos la alegría de escuchar su voz de pastor: el próximo Miércoles de Ceniza, luego el jueves, en su encuentro con el clero de Roma, en el ángelus de estos domingos y en las Audiencias de los miércoles; todas ellas serán ocasiones de oír todavía su voz paterna. Pero su misión continuará: usted ha dicho que siempre estará cerca de nosotros con su testimonio y con su oración. ¡Claro que sí, las estrellas del cielo siempre brillan, y así brillará siempre en medio de nosotros la estrella de su pontificado. ¡Estamos cerca de usted, Padre Santo! ¡Bendíganos!