La España de Galdós - Alfa y Omega

Galdós fue un sincero patriota. En una entrevista declaró: «Cercano al sepulcro y considerándome el más inútil de los hombres, ¡aún hace brotar lágrimas de mis ojos el amor santo de la patria!». Su amor a España no fue un amor ciego, sino crítico y razonado. Las cinco series de los Episodios Nacionales no son mera novela histórica, ni simple exaltación patriótica. Son una apuesta de futuro orientada a la regeneración de España. Galdós sueña con un país libre de caciquismo, corrupción y pobreza. Piensa que el único camino para conseguirlo es la educación, no las revoluciones, que dejan un rastro de sangre y desembocan en dictaduras. Liberal, republicano, regeneracionista y, en sus últimos años, próximo al socialismo, Galdós escribió los Episodios Nacionales con un propósito pedagógico. No como un visionario que vocifera consignas, sino como un humilde maestro de escuela guiado por el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza. Eso no significa que su literatura sea mero y pueril didactismo, como ha apuntado uno de sus detractores. Los Episodios Nacionales son un deslumbrante fresco del siglo XIX, donde no hay espacio para el tópico y la simplificación, y sí una fértil visión histórica impregnada de humanismo.

Galdós ha pasado a la posteridad como un furibundo anticlerical, pero lo cierto es que consideraba que las bienaventuranzas y el sermón de la montaña contenían lecciones definitivas sobre la moral y el hombre. Escéptico sobre la existencia de Dios, como confesó a Pereda en una carta, poseía una sensibilidad cristiana que se manifestaba en su solidaridad con los pobres, los enfermos, los locos, los niños. Se opuso a la intromisión de la Iglesia católica en la vida política y se mostró especialmente crítico con los sacerdotes que simpatizaban con el carlismo, pero siempre alentó la aparición de una nueva generación de presbíteros que llevaran la imitación de Cristo hasta la locura, asumiendo la incomprensión y el vituperio. Nazario Zaharín es una especie de san Francisco de Asís, enamorado de la pobreza y dispuesto a darlo todo por el prójimo. Galdós abogaba por una España laica y republicana, pero en la que perdurara la impronta cristiana. Una España sin exclusiones, donde se respetara la dignidad del ser humano e imperara la fraternidad. Me atrevo a decir que habría celebrado el viento utópico de Fratelli tutti, una luminosa llamada a la esperanza.