Emmanuel Lévinas: la mirada del otro - Alfa y Omega

Se cumplen 60 años de la publicación de Totalidad e infinito, de Emmanuel Lévinas, una obra de la envergadura de Ser y tiempo, de Martin Heidegger, pero con una importante diferencia. Heidegger es el pensador de la existencia, del ser como totalidad. En cambio, Lévinas ancla su discurso en el existente, es decir, en la persona y, más concretamente, en el otro. Heidegger sostenía que la historia de la filosofía occidental era la historia del olvido del ser, y abogaba por volver a los orígenes, cuando los presocráticos intentaban explicar el cosmos mediante una ontología fundamental. En ese planteamiento no había espacio para un Dios trascendente, pues todo lo que está más allá del ser, si es que existe, sería inasequible para la razón. Lévinas invierte la perspectiva de Heidegger. La tarea de la filosofía no es pensar el ser, sino reflexionar sobre el hombre. Dios no ha muerto y tampoco está más allá del ser. La huella de Dios es perfectamente visible e inmediata. Se manifiesta en la mirada de nuestros semejantes, que imploran nuestro respeto, prohibiéndonos ejercer la violencia contra ellos.

Aparecido en 1961, Totalidad e infinito sostiene que el tema central de la filosofía no es el Dasein de Heidegger o el Übermensch de Nietzsche, sino la condición humana. Pensar en el hombre nos revela la existencia de Dios, pues una mirada es suficiente para experimentar el mandato bíblico de cuidar a nuestros hermanos. El amor es deseo de alteridad. Nos obliga a salir del ensimismamiento narcisista para acoger al otro. Emmanuel Lévinas habla desde su experiencia de judío. De origen lituano, conoció de niño la violencia revolucionaria de los bolcheviques y, de adulto, se exilió en Francia, huyendo de la Shoah, que aniquiló a gran parte de su familia. Toda su obra es una meditación sobre Dios y el hombre. Frente al nihilismo de Heidegger, que define al hombre como un ser-para-la-muerte, sostiene que el hombre es un ser-para-el-otro. La responsabilidad hacia nuestros semejantes no es algo aprendido, sino una vivencia primigenia que nos permite trascender el yo y aproximarnos a Dios. La llamada del otro invocando nuestro cuidado antecede a la razón y es lo que da sentido a la existencia humana. La filosofía de Lévinas es una filosofía del encuentro. Dios no es un absoluto lejano, sino esa voz interior que nos impele a cuidar del huérfano, la viuda y el extranjero.