«La democracia soy yo» - Alfa y Omega

Los republicanos norteamericanos esperaban unos magníficos resultados confiando en esa tradicional tendencia de pérdida de votos, en las elecciones de mitad de mandato, del partido que está en el poder. Pensaban que, si a ello se sumaba un electorado descontento con el presidente Biden y, sobre todo, una insufrible inflación, lograrían una aplastante victoria. Sin embargo, el partido de la oposición —en esta ocasión, el Partido Republicano—, ha obtenido uno de los peores resultados de la historia en estos sufragios de midterm. La gran marea roja que presagiaban las encuestas se ha quedado muy diluida para gran disgusto de Trump y sus correligionarios.

No niego los méritos del Partido Demócrata en estos comicios, pero a poco que se acerque el zoom para analizar lo ocurrido, resulta fácilmente apreciable que la figura de Trump ha sido uno de los elementos determinantes en el negativo resultado de estos comicios cuyo recuento final todavía no ha terminado al cierre de este artículo.

El Partido Republicano necesita otro líder, no solo por el bien del partido, también por el de Estados Unidos y por el resto del mundo. Recordando al rey Luis XIV, en su afrenta ante el Parlement del Antiguo Régimen francés, «El Estado soy yo», el lema de Trump se ha sustentado en la idea populista de que «La democracia soy yo». La falta de respeto a las urnas, cuestionando sus resultados cada vez que fracasa, choca frontalmente con el ADN de una sociedad americana que confía —aunque no sé por cuánto tiempo más— en los checks and balances.

Por eso el Partido Republicano necesita otro tipo de liderazgo. Excentricidades múltiples como que la COVID-19 se podía curar con lejía; las formas maleducadas, ridículas y grotescas empleadas en sus intervenciones, o el desprecio hacia el sistema democrático agradeciendo los apoyos a los asaltantes al Capitolio, han generado un rechazo cuasi universal que Estados Unidos no se puede permitir. Su anuncio de que va a competir por la candidatura de los republicanos para las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 no es una buena noticia para nadie.