La Iglesia con los migrantes de Calais: «Las muertes son evitables» - Alfa y Omega

La Iglesia con los migrantes de Calais: «Las muertes son evitables»

El naufragio con 27 fallecidos y el trato inhumano al que se somete a los migrantes en Calais provoca la reacción enérgica de la Iglesia. Un jesuita se declaró en huelga de hambre

Fran Otero
Un grupo de migrantes sudaneses esperan en uno de los campamentos para cruzar a Reino Unido. Foto: Efe / EPA / Mohammed Badra.

La crisis migratoria ha vuelto a Calais (Francia). La muerte hace una semana de 27 migrantes cuando intentaban cruzar el canal de la Mancha hacia Reino Unido se convirtió en el punto álgido de una situación que viene de lejos y que en los últimos tiempos ha estado marcada por el aumento de migrantes en la zona y por la política restrictiva del Gobierno francés, con los ojos puestos en las elecciones presidenciales del 10 de abril.

Hace justo un mes, Philippe Demeestère, jesuita de 72 años, terminaba una huelga de hambre de 25 días en la parroquia de San Pedro. Buscaba forzar al Gobierno a detener las expulsiones de los campamentos del litoral y el trato degradante de la Policía, que quiere evitar la formación de asentamientos como el de La Jungla, desmantelado en 2016 y que albergó a miles de personas.

«Es una vergüenza que se tolere este trato»
Philippe Demeestère
Jesuita

«Cada dos días, los migrantes son obligados a salir de los campamentos. Luego los dejan volver. Las tiendas en las que no hay nadie –porque sus ocupantes han ido a cargar el teléfono, a buscar algo de comida o a darse una ducha– son retiradas y destruidas con las pertenencias», explica Demeestère a Alfa y Omega.

Su huelga no ha tenido los efectos políticos deseados, aunque sí ha llevado el foco mediático a la zona. Dice que «hay que ser más combativo» y «seguir defendiendo a los migrantes», y cree que las decisiones a corto plazo pasan por parar las expulsiones durante el invierno y por una reflexión conjunta de todos los actores implicados sobre la situación. «Es una vergüenza que se tolere este trato inhumano. El Gobierno se comporta de manera indigna», añade.

El jesuita predica con el ejemplo y, además de acoger a migrantes en su casa, trabaja para reabrir un albergue para menores no acompañados, migrantes que salen del hospital y náufragos. El local en el que daban este servicio fue cerrado por el Ayuntamiento, que alegó que no estaba en condiciones. «Es la hipocresía total», sostiene. Además, por el Adviento, se establecerá unos días con los migrantes en uno de los campos. Montará su propia tienda y pedirá hospitalidad.

«No hay voluntad política para cambiar la situación»
Juliette Delaplace
Secours Catholique

Juliette Delaplace, responsable del Secours Catholique [la Cáritas francesa], explica que en estos momentos hay en torno a 1.300 migrantes en la zona –entre ellos, muchos menores no acompañados– de países como Sudán, Eritrea, Etiopía, Irak o Afganistán y, por tanto, con perfil de protección internacional.

En primer lugar, critica las condiciones en las que se encuentran los migrantes en una época del año en la que hace mucho frío. Por ejemplo, en octubre solo había 110 duchas para 1.100 migrantes y tienen, además, problemas para alimentarse correctamente. Por eso, no entiende que, además, se estén poniendo trabas a las asociaciones y ONG que trabajan en la zona de Calais. Si reparten alimentos o agua en determinadas zonas se exponen a multas.

«Nos encontramos ante una política de violación de derechos fundamentales. El objetivo es que estas personas no estén en Francia y para ello les dan un tratamiento degradante. No hay voluntad política para cambiar la situación», añade.

En su opinión, la solución en Calais pasa por medidas a largo plazo. Refiere tres: la suspensión del Reglamento de Dublín, que «demora las resoluciones de las demandas de asilo» –ella acompaña a un migrantes que tendrá que esperar hasta enero de 2023 para que su petición sea atendida–, la regularización para algunas personas y la apertura de vías legales hacia el Reino Unido. Pide que se tenga en cuenta, por ejemplo, que hay personas que no irían a Reino Unido si les dan el permiso de residencia en Francia y que otras solo quieren ir allí porque tienen familiares cercanos en el país.

«El contexto político no es favorable»

Delaplace cree que la última tragedia «no va a cambiar nada», porque el país se encuentra inmerso en un periodo electoral. «El Gobierno está en una lógica de seguridad y represión y el contexto político no es favorable, pero espero que estas personas sean las últimas que fallezcan. Las muertes son evitables. Es una vergüenza», concluye.

Por su parte, el obispo de Arras, diócesis en la que se integra Calais, y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Francia, Olivier Leborgne, señala a este semanario que la cuestión no se resuelve «construyendo muros». «Es una ilusión, una mentira que se está vendiendo», dice.

En este sentido, recuerda que las migraciones tienen su razón de ser «en los grandes equilibrios geopolíticos internacionales». «Mientras pensemos en las relaciones internacionales como muros que hay que construir entre países ricos y pobres no conseguiremos nada. Solo un compromiso con unas relaciones internacionales más justas permitirá mejorar gradualmente la gestión de este asunto. Hoy en día, estas relaciones no son equitativas, son asimétricas. Y los migrantes pagan el precio».

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