Uno de los grandes cantantes de música popular norteamericana fue Johnny Cash. Contaba con una gran capacidad para adaptarse a diferentes estilos. Portaba una voz grave que, desde pequeño, cuando vivía en las tierras agrícolas del delta del Mississippi, en Arkansas, decían que era como un don divino. Su mejor versión artística se vio dentro de la música country, ese estilo que cuenta historias cotidianas y que tiene multitud de seguidores en la zona sur de Estados Unidos. Ahora bien, lo que verdaderamente Cash nunca quiso abandonar durante toda su carrera fue su amor por el góspel, ese que escuchaba relatar a su madre cuando recolectaban algodón e iban los domingos a la iglesia.
Con poco más de 20 años, cuando empezó a cantar, hubo un productor llamado Sam Phillips —Cash grabó con su sello Sun Records— que lo quiso alejar de esa música religiosa y acercarlo a los ritmos que vendían más en los 50. Géneros como el country con tintes de rock, algo que se conocería como rockabilly. Aun así, él siempre quiso mostrar su devoción a través de la música y la literatura. Fue en 1959 cuando publicó un álbum de himnos religiosos bajo el sello Columbia, ya que con el anterior contrato no le dejaban hacerlo. El trabajo no tenía un estilo puro de música góspel como, por ejemplo, el de Mahalia Jackson, sino que llevaba el carácter personal de Cash con el conocido ritmo innovador boom-chicka-boom. En el repertorio incluyó varios espirituales tradicionales de otros compositores y algunos propios como It was Jesus.
La intención del autor era narrar en esta letra la historia de los diferentes milagros que hizo Jesús para que los que la escuchasen supiesen quién fue aquella persona con dotes de divinidad. Incluso hay una parte del tema en la que se centra en los niños, donde les dice: «Ahora presten mucha atención, niños pequeños, es alguien a quien deberían conocer. / Se trata de un hombre que caminó sobre la tierra hace casi 2.000 años. / Que sanó a los enfermos, los afligió y los resucitó de entre los muertos. / Después le clavaron en una cruz vieja y tosca y le pusieron espinas en la cabeza». Una canción de composición fácil de memorizar y ritmo pegadizo que se quedó como uno de los grandes himnos espirituales de Cash. Tanto es así que en el año 2002 volvió a ser reeditada.