Kesz: del basurero, a repartir regalos de esperanza - Alfa y Omega

Kesz: del basurero, a repartir regalos de esperanza

María Martínez López
Ilustración: Asun Silva.

Hay miles de niños en el mundo que viven situaciones realmente dramáticas. Siempre que alguno consigue escapar de ellas, es una buena noticia, y mucho más si a partir de ese momento se dedican a compartir con los demás lo que ellos han recibido. Es el caso de Cris Valdez, un niño filipino de 13 años que la semana pasada recibió el Premio Internacional de la Paz para Niños (International Children’s Peace Prize), de la organización holandesa Kids Rights.

Cris, conocido por todos como Kesz, nació en Cavite, y, con sólo dos años, sus padres ya le obligaban a mendigar y a escarbar en el vertedero, y le maltrataban si no conseguía lo suficiente. Por eso, cuando tenía cuatro años se escapó de casa y se convirtió en un niño de la calle más: vivía de limosnas y de lo que encontraba en la basura, estaba a merced de las bandas callejeras, y dormía en cualquier hueco, incluso en un cementerio. Un día, un educador social que ayudaba a los niños de la calle lo recogió, se lo llevó a casa y le curó. Kesz volvió con su familia, pero su familia seguía maltratándolo. Cuando tenía cinco años, mientras estaba en el vertedero, se cayó en una hoguera y sufrió graves quemaduras. El educador lo llevó a un hospital, donde lo curaron.

A partir de ese momento, la situación de Kesz empezó a mejorar y consiguió salir de su situación, con la ayuda de entidades dedicadas a los niños de la calle. Cuando, por primera vez, pudo celebrar su cumpleaños, no quiso nada para él, sino dar regalos a otros niños como él. Desde entonces —han pasado seis años—, ha montado una asociación y se dedica a repartir a esos niños cosas básicas como ropa y chanclas —para que no se corten los pies al andar descalzos por la calle—, y también juguetes y dulces. Los llama regalos de esperanza. Además, va a los barrios más pobres a enseñar a los niños a cuidar su higiene y su salud. Con el dinero del premio, Kesz quiere seguir estudiando y, cuando sea mayor, ser médico.

El regalo de Akash

La vida de Akash Mukherjee, un niño de Calcuta, es bastante distinta de la de Kesz. Akash tiene dos padres que lo quieren y no pasa necesidad. Estudia en el colegio San Francisco Javier, le encanta el fútbol y, además, hace poco actuó en su primera película de cine, y además como protagonista. Pero hay algo que Akash sí tiene en común con Kesz, y es su generosidad: cuando por esa película le pagaron 100.000 rupias (unos 1.500 euros), decidió dárselo todo a las Misioneras de la Caridad que la Beata Teresa de Calcuta fundó en esta ciudad.

Otro punto en común con Kesz es que la generosidad de Akash nació con motivo de su cumpleaños: cuando tenía cinco años, sus padres lo llevaron a celebrar esta fiesta -que es el mismo día que el de la Beata Teresa- con los niños pobres que acogen las Misioneras. Les llevó sus juguetes, y una tarta, y cuenta que, «al ver que se les iluminaba la cara recibiendo cosas que no tenían, me sentía bien». Desde ese día, ha celebrado así todos sus cumpleaños. Por eso, cuando le pagaron por su primera película, supo en seguida qué hacer con ese dinero: «Quería compartir mis primeras ganancias con los niños de la ciudad menos afortunados que yo. Me hubiera gustado también comprar algo a mis padres, pero creo que pueden esperar a otra ocasión», explicó a los periodistas.