Julia Moreno: «Me dicen que me vaya con los protestantes y así podré ser cura» - Alfa y Omega

Julia Moreno: «Me dicen que me vaya con los protestantes y así podré ser cura»

A la nueva portavoz de los obispos suizos no le gustaría «que nadie pensase que me han elegido solo por ser mujer»

Victoria Isabel Cardiel C.
Moreno en el centro de prensa durante la Eucaristía del Papa Francisco en Ginebra, el 21 de junio de 2018. Foto cedida por Julia Moreno.

¿Cómo están siendo estos primeros días?
Realmente frenéticos. En agosto y septiembre todavía estaba trabajando al 50 % en mi anterior trabajo como comunicadora del vicariato de Neuchâtel, donde tenía que terminar varios proyectos de identidad institucional, ya que cambiamos el logo y la página web. Fue muy complejo y urgente. Me incorporé al 80 % en la Conferencia Episcopal Suiza el 1 de octubre. Y lo primero fue una reunión bastante complicada con un grupo de mujeres católicas que reclaman el derecho a dispensar los sacramentos… Ha sido una transición un poco torbellino.

¿Cuáles son las funciones de su nueva misión en la Iglesia?
Más o menos las mismas que antes. He aprendido mucho en el vicariato de Neuchâtel, porque es un cantón protestante y había muchas tensiones. Teníamos que defender siempre los ritos católicos. Ahora son los mismos problemas, pero a nivel nacional.

¿Algún proyecto en mente?
Me gustaría crear una estrategia de comunicación más proactiva. Modernizarla un poco. El mensaje de Cristo es siempre el mismo, pero hay que renovar la forma. Además, quiero fortalecer las relaciones de confianza con las instituciones y con el Estado. La Iglesia católica recibe muchas críticas por parte de la sociedad. También tenemos que colaborar con otras religiones y con los protestantes en proyectos ecuménicos.

¿Cómo debe ser la comunicación en la Iglesia?
Necesitamos una comunicación moderna y viva que llegue a la gente de fuera. Es importante que la Iglesia esté abierta completamente a las preocupaciones de la sociedad —no puede cerrar los ojos—, pero guardando siempre una fuerte identidad. No se trata de complacer y obedecer a lo que la sociedad exige a la Iglesia. La gente necesita espiritualidad y sentir que la Iglesia es como una madre viva. No debemos asumir un perfil administrativo o el de una ONG.

Bio

El rostro de la Iglesia en Suiza es el de una laica de origen andaluz designada como portavoz de la Conferencia Episcopal tras haberse ocupado de la comunicación en el cantón de Neuchâtel. Habla cinco idiomas y cuenta con un máster en Sociología, formación en relaciones públicas y 15 años de experiencia en radio y televisión.

¿Se esperaba que los obispos suizos la eligieran portavoz?
Sí, tenía muchas esperanzas. Suiza es un territorio muy pequeño y mayoritariamente protestante. Hay que ser católico, conocer las estructuras de la Iglesia y tener ganas de defenderla; también contar con una formación de alto nivel. Yo encajaba porque conozco bien la radio y la televisión; trabajé en medios durante 15 años. Además, hablo cinco idiomas, lo que en Suiza es imprescindible.

¿Cómo cree que ha sentado su nombramiento?
Muy bien. Tenía un contacto maravilloso con los obispos. Ha sido muy bien recibido, pero no sé muy bien por qué hay tanto revuelo. Son muchas las mujeres que ocupan puestos de comunicación en la Iglesia en Suiza. Los puestos no sacerdotales muy a menudo los ocupan mujeres. Y la intención de los obispos era verdaderamente encontrar un perfil femenino.

¿Ve su nombramiento como una victoria para el feminismo?
No, en absoluto. No veo mi misión —que es así como entiendo el cargo—como si fuera una abanderada de la lucha feminista. Cualquier puesto de servicio a la Iglesia sería un honor. Lo único que defiendo es el mensaje de Cristo. Además, no me gustaría que nadie pensase que me han elegido solo por ser mujer y no por mis capacidades.

¿Se siente una privilegiada?
No, al contrario. Por ejemplo, el obispo Friburgo acaba de sustituir a sus vicarios episcopales por mujeres que van a realizar todas las tareas de gestión y de representación. Sin embargo, también hay muchas mujeres católicas que quieren la igualdad total de inmediato y reclaman su derecho a ejercer el sacerdocio. Hay mucha influencia de los protestantes. Muchos me dicen: «¿Porque estás en la Iglesia católica? Vente a la protestante y así podrás ser cura». Pero yo no quiero ser sacerdote, me siento satisfecha en poder dar a la Iglesia lo que yo como mujer puedo darle.

Pero nombrar a mujeres en puestos de dirección en la Iglesia está lejos de ser algo normal en el resto del mundo.
Creo que en Europa se está avanzando claramente en esta dirección. Las mujeres podemos aportar soluciones originales a los desafíos actuales y la jerarquía ya se ha dado cuenta. El Papa ha sido el primero en hacerlo. Con todo, creo que las militantes feministas católicas tienen que perder un poco de rabia para ser más constructivas. Se gana dando la mano, no el puño.

¿Cuáles son las preocupaciones actuales de la Iglesia en Suiza?
A la gente le preocupan especialmente los escándalos de abusos. Hemos abierto una comisión independiente para el estudio de estos casos; los movimientos feministas pretenden cambios demasiado rápidos y los colectivos homosexuales y LGTB se sienten apartados de la Iglesia. La sociedad suiza es muy secular e individualista; la Iglesia sufre muchos ataques ateos. Son muchos los que se oponen, por ejemplo, a que llevemos símbolos religiosos visibles. Si trabajas en alguna institución en Ginebra, no puedes llevar una cruz en el cuello. Y teníamos un belén muy bonito delante del Ayuntamiento de Neuchâtel, pero protestaron y finalmente tuvimos que quitarlo.