Juan Manuel Cotelo: «La paz familiar no se gana con pancartas, sino con esfuerzo» - Alfa y Omega

Juan Manuel Cotelo: «La paz familiar no se gana con pancartas, sino con esfuerzo»

El director estrena Tengamos la fiesta en paz, que surgió tras «conocer a familias que, cuando parecían ya rotas, volvieron a amarse con más fuerza que antes»

José Calderero de Aldecoa
El director descubre en su película la llave para que ‘Tengamos la fiesta en paz’. Foto: Infinito +1.

¿Cómo ha surgido la película?
Es un proyecto en el que llevamos trabajando varios años, con muchísima ilusión. Surgió de conocer a familias que, cuando parecían ya rota, volvieron a amarse con más fuerza que antes, uniendo las piezas de un puzle que parecía descompuesto sin remedio. Hemos conocido historias preciosas de fortalecimiento de la unidad familiar tras superar crisis que parecían insuperables. Son historias que dan mucha esperanza. Nos dimos cuenta de que no queríamos perder el tiempo en diagnósticos ni en quejas, sino que podíamos hacer algo que ayudara a las familias, de modo alegre, optimista. Así surgió esta comedia musical para toda la familia.

La abuela de la película dice a sus nietos que «si descubres un problema y no haces nada para solucionarlo, tienes parte de culpa».
Cuando cerramos los ojos a los problemas familiares que detectamos, en nuestra propia casa o en las familias de personas queridas, cometemos una negligencia que provoca mucho daño. De nada sirve lamentarse, o juzgar a los demás, ni ser espectador de los problemas. Cada uno ha de implicarse en la solución de las dificultades propias y ajenas, hasta donde pueda. Y muchas veces, la mejor ayuda es la escucha, el interés sincero por ayudar, manifestado en acciones concretas, al mismo tiempo que la oración confiada. Como también dice la abuela: «A Dios rogando, y con el mazo dando».

Porque la cosa va mal. Los datos de las rupturas matrimoniales son escalofriantes: en España hay unos 100.000 divorcios al año. Sale una media de un divorcio cada cinco minutos.
La estadística solamente refleja lo negativo. Pero si existiera una forma de medir el amor en las familias, veríamos que ese resultado es inmenso. Lo que pasa es que el amor no hace ruido. Un beso, un abrazo, los actos de servicio cotidianos de unos por otros nunca van a salir en las estadísticas. Concentremos nuestra mirada en observar y aprender de las familias que se aman, y daremos la vuelta a esas estadísticas. Si cada uno hace los deberes en su propio hogar, toda la sociedad cambiará para bien. Quien ha aprendido en su propia casa a servir a los demás, cuando sale continúa sirviendo. Esto lo hemos visto durante el rodaje del filme. Las personas más serviciales del equipo –éramos 40 personas– han sido quienes fueron educadas en el espíritu de servicio en sus propias familias.

No todos somos directores de cine. ¿Qué se puede hacer en el día a día ante tantas rupturas matrimoniales?
Todos podemos ser instrumentos de unidad dentro de nuestro propio hogar… o ser instrumentos de división. Es una decisión individual, que atañe a abuelos, padres e hijos. Quien se pase el día quejándose, criticando, discutiendo, exigiendo… será instrumento de división. Y quien se pase el día sirviendo a los demás, será instrumento de unidad. La clave está en el espíritu de servicio de unos con otros. Y si eso se vive en casa, lo normal es que también se viva en el trabajo, en el colegio o la universidad, en las calles… La familia es el laboratorio en donde se generan las actitudes sociales. La paz familiar y la paz en la sociedad no se logran con pancartas o declaraciones de intenciones, sino con un esfuerzo personal continuado por parte de cada miembro de la familia, de la sociedad.

En la película juega un papel clave la abuela, que está dispuesta a ayudar incluso a punta de escopeta. Hoy vemos que proliferan iniciativas para ayudar a los esposos. ¿Qué importancia tiene dejarse ayudar, y la formación para el matrimonio?
Una familia encerrada en sí misma no respira correctamente. Es como una casa que no abriera sus ventanas para ventilar. Es necesario que las puertas de las familias estén abiertas a los demás, no solo para los cumpleaños, sino también para afrontar las dificultades. Lo digo por propia experiencia de haber recibido ayuda externa, que ha sido fundamental. A veces, por vergüenza, ocultamos nuestras dificultades. Y no se trata de airear los problemas con el primero que se cruce, sino con quien sabemos que realmente ama a nuestra familia y desea lo mejor para nosotros. Puede ser un abuelo, o un amigo, un sacerdote, otro matrimonio… Esa ayuda puede ser una tabla de salvación imprescindible.

También se habla en la película del trabajo. Vemos al padre tan estresado por la presión del jefe que parece consagrarle su vida por encima incluso de su familia. ¿Por qué esta subtrama?
Es un reflejo de la realidad que muchas familias viven hoy. Lo normal es que los matrimonios debamos trabajar mucho para sacar adelante a nuestras familias. Y eso es bueno, claro. Pero en el equilibrio nos lo jugamos todo. Necesitamos trabajar y necesitamos descansar. Y nuestros hijos no demandan de nosotros solamente un sustento material, sino, sobre todo, afectivo. Si el trabajo se convierte en la excusa por la que no tenemos tiempo para dar afecto a la esposa, al esposo o a los hijos… algo falla. Y hemos de defender ese tiempo sagrado para nuestra familia con el mismo empeño con el que protegemos su alimentación, abrigo o salud física.

Bio
  • Juan Manuel Cotelo nació en Madrid el 7 de julio de 1966. Está casado y es padre de tres hijas
  • Estudió Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra
  • Ha trabajado como actor en series como 7 vidas, Sms, sin miedo a soñar o El internado
  • Su primera película fue El sudor de los ruiseñores, y en ella cuenta la historia de un músico que emigra a España
  • En 2008 creó la productora Infinito+1 con la que ha grabado películas como La última cima, Tierra de María o Footprints
  • Su anterior película fue El mayor regalo. La estrenó en 2018 y habla sobre el perdón
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