Juan A. Ortega Díaz-Ambrona: «Sigo favorable al centrismo pero esta opción ahora no existe» - Alfa y Omega

Juan A. Ortega Díaz-Ambrona: «Sigo favorable al centrismo pero esta opción ahora no existe»

El exministro de Educación de UCD asegura que hoy prolifera en política «la demonización del adversario» y que entre afines «señorea la sospecha y la vigilancia»

Sandra Várez
Juan A. Ortega Díaz-Ambrona
Fue ministro entre 1980 y 1981. Foto: José Ramón Ladra.

Unión entre afines, pluralismo y diálogo fueron algunos de los principios que impulsaron al Grupo Tácito para abrir camino hacia la construcción de una democracia en paz en España. Uno de sus exponentes, el exministro de Educación de UCD Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona ha apostado siempre por el centrismo y la moderación como una forma de hacer y entender la política. En su libro El Grupo Tácito: un precursor del centrismo de UCD, editado por CEU Ediciones habla, precisamente, del legado centrista y democristiano que dejó en la Transición española, y lo reivindica para estos incesantes procesos electorales en los que se impone el bloqueo y la demonización del adversario.

¿Por qué es tan difícil hoy la idea de acuerdo, ya sea entre partidos de bloques ideológicos diferentes o, incluso, dentro de un mismo bloque político?
Hoy prolifera en política la demonización del adversario con insultos e improperios; apenas hay diálogo. Los debates resultan monólogos descalificadores y los intervinientes se interrumpen sin escucharse. Entre afines señorea la sospecha y la vigilancia de reojo. Así es difícil acordar nada.

¿Qué aspectos ve irreconciliables e innegociables para acuerdos de Gobierno?
Es innegociable respetar la Constitución, incluso para poder modificarla. No cabe trocear el sujeto político que la aprobó, que es España, ni descoyuntar su integridad. El independentismo catalán atenta al bien común de los españoles. Nos compete a todos decidir. No cabe expulsar de esa decisión a los españoles no catalanes.

¿Por qué facilitar una investidura supone tener que aceptar la conformación de un Gobierno de coalición con partidos minoritarios?
Una investidura puede surgir de una abstención sin participar en el Gobierno, con (o sin) acuerdos programáticos o pactos de Estado. El rey debe encargar formar gobierno al cabeza de lista más votada. El encargado debe negociar los votos de los demás. Pero es algo que no puede dilucidarse de antemano. Dependerá de los resultados.

¿Debería entonces dejarse gobernar a la lista más votada?
La investidura requiere un apoyo parlamentario amplio para la lista más votada. El «no es no» de Pedro Sánchez divide al país al negar todo apoyo al PP, aunque sea el más votado. Le arroja así de cabeza en brazos de VOX, para luego criticarle inmisericorde si pacta con VOX. Resulta paradójico y un contrasentido. El PP, según eso, ¡solo podría gobernar si sacase mayoría absoluta! Es insostenible.

Con cada proceso electoral surge la cuestión referida al voto católico. ¿Es partidario de un partido católico, o de católicos en todos los partidos?
La religión influye en el voto, pero no es decisiva por regla general. No veo que hoy los católicos hayan de votar todos lo mismo: los hay más conservadores y más progresistas; con talante más radical o más pactista y más partidarios del voto útil o del testimonial, según las circunstancias y las materias.

Uno de los últimos partidos que se presentó como centro en España parece seguir un destino similar al de UCD. ¿Por qué es tan difícil un centro en España o un partido transversal como existe en Francia?
Yo fui ministro centrista y sigo favorable al centrismo. Pero esta opción ahora no existe. Para que cuajara se precisaría un sistema electoral más propicio y una cultura política más madura frente a nuestros males históricos derivados de las que llamo ley del péndulo y ley del embudo. A falta de centro yo procuraré dar mi voto a la opción más transversal y moderada.

¿Un pacto con ese partido de centro hubiera evitado la dependencia de los extremos?
El péndulo nos zarandea de un extremo al otro. Resulta letal. El embudo concentra nuestra atención en la paja del ojo adversario y disimula la viga en el nuestro. El chanchullo de los nuestros es disculpable y menor; el de los contrarios enorme e intolerable. El centro exige más objetividad para poder pactar sin someterse a los extremos de un signo u otro.

Algunos dicen que lo que está sucediendo en Francia representa el fracaso de Europa. El Grupo Tácito fue un defensor del europeísmo. ¿Sigue pensando que Europa es la solución?
Tácito defendió para España el europeísmo hacia afuera y el autonomismo hacia dentro. Respaldo ambas cosas. No me gustan quienes las atacan. Creo que Francia resolverá sus conflictos con parámetros europeos. Lamento que España no esté más atenta y participativa con mayor peso en la política europea.

¿Cree que la Ley de Memoria Democrática borra el esfuerzo de diálogo y reconciliación que supuso la Transición española?
Creo absurdo legislar sobre la memoria, algo tan personal e íntimo y familiar. Hay que respetar las conciencias y recuerdos de todos. Tampoco sobre la historia, que corresponde investigarla a los historiadores. Hay que abrirles a ellos los archivos y dejarlos trabajar con libertad de cátedra. Sobran los inquisidores estatales del pasado. La ley vigente machaca el espíritu de reconciliación de la Transición. Debe modificarse por consenso.

El Grupo Tácito
Autor:

Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona

Editorial:

CEU Ediciones

Año de publicación:

2023

Páginas:

287

Precio:

20 €