«Nadie puede arrogarse el voto de los católicos» - Alfa y Omega

«Nadie puede arrogarse el voto de los católicos»

El responsable del grupo Polis, que ha organizado el curso La mejor política, defiende el derecho de los creyentes a transmitir «nuestra visión del ser humano y de la realidad, como cualquier otro ciudadano»

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Un momento del encuentro organizado por el grupo Polis. Foto: Delegación de apostolado Seglar de Toledo.

«Dependiendo de a qué le dé más importancia un católico, hay partidos más o menos en sintonía, porque el Evangelio es muy amplio. Lo que está claro en el magisterio es que no hay ningún partido que pueda arrogarse la representación de los católicos. Y si alguno lo hace, se equivoca», afirma Isaac Martín, delegado de Apostolado Seglar de Toledo, tras la celebración del curso La mejor política, que acaba de organizar Polis, el grupo de trabajo de la delegación para animar el compromiso social y político de los laicos.

El evento cobró actualidad ante la convocatoria de elecciones generales el próximo 23 de julio, «aunque el tema lo teníamos elegido desde hace tiempo», afirma Martín. Las jornadas fueron inauguradas por el director de Formación Humanística de la Universidad Francisco de Vitoria, Marcelo López Cambronero, y en ellas participaron también Ana Sánchez-Sierra, profesora de la Universidad CEU San Pablo; María Calvo Charro, profesora de la Universidad Carlos III, y Daniel Ureña, presidente de la consultora NITID Corporate Affairs.

A la hora de decantarse por un partido u otro ante los próximos comicios, Martín señala que «lo responsable para un católico es hacer un discernimiento de cada programa electoral para ver en qué aspectos hay coincidencias y en qué aspectos hay discrepancias con lo que defendemos».

Pero el compromiso de los católicos con la política no se limita al derecho al voto que ejercemos los españoles cada cierto tiempo. «Hay otros espacios de participación en los que podemos y debemos estar», afirma el responsable del grupo Polis. Menciona como ejemplo los consejos escolares de los colegios, las comunidades de vecinos y los movimientos sociales y de barrio.

También sugiere incluso la oportunidad de organizar un lobby católico: «¿Por qué no? Igual que los hay en otros ámbitos, ¿por qué no uno para hacer el bien? Se trata de estar presentes en la vida pública. Hay que aprovechar todas las oportunidades para hacer valer nuestra voz».

Una de ellas, «y no la única», es la posibilidad de formar parte de los partidos políticos. Algo que, a la luz de algunas propuestas que se plantean, parece cuestionable. En este sentido, Martín aclara que «un católico en un partido de izquierda puede criticar una propuesta en ideología de género y aborto, por ejemplo, y otro en un partido de derecha puede discrepar de su postura sobre los derechos de los trabajadores». Al final, «se trata de que cada uno vea, a la luz de la fe y en su caso concreto, dónde ha de situarse, con libertad para discrepar internamente y de apoyar lo que considere oportuno».

Aquí, el responsable de Polis señala una carencia: falta acompañamiento por parte de la Iglesia a aquellos que dan el paso de implicarse en este ámbito. «Hay que hacer un poco de autocrítica, porque se nos anima a los laicos a meternos en política, pero luego normalmente no hay un acompañamiento de la comunidad y de los pastores».

En cualquier caso, ya sea de un modo u otro, «los católicos debemos tener claro que no somos ciudadanos de segunda. Tenemos el derecho a transmitir nuestra visión del ser humano y de la realidad, como cualquier otro ciudadano». Y explica que, «a veces, pensamos que nuestra visión del mundo está mediatizada por la fe y por eso vale menos, pero no es así». «La fe nos ilumina en todos los aspectos de nuestra vida, también en la política. Es un plus que nos da una visión distinta», concluye.

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