Jóvenes y compromiso cívico - Alfa y Omega

Cancelar, como sinónimo de prohibir, censurar o suprimir una realidad que disiente de los postulados de lo políticamente correcto, se ha convertido en un acontecimiento normalizado. Personas, obras, monumentos, instituciones y naciones son cancelados o se les insta a corregirse por proponer, en el ejercicio de su libertad, ideas distintas a las impuestas por el pensamiento único.

El hábito y la costumbre de cancelar a otros han creado la peligrosa cultura de la cancelación que en España y Europa presentan ahora sus primeros pero evidentes indicios. Esta es la preocupante, aunque todavía no insalvable realidad sobre la que quiso reflexionar el pasado fin de semana el Centro de Estudios, Formación y Análisis Social (CEFAS) del CEU, en el marco del Congreso Jóvenes y Compromiso Cívico y con el lema Corrección política y cancelación de la libertad.

Ante los postulados de lo correcto, la Iglesia –pero también todos aquellos interpelados por la verdad–, en continuidad con una tradición asentada frente a los totalitarismos del siglo XX, vuelve a adoptar en nuestro tiempo la enorme responsabilidad de permanecer firmes en la libertad, pues «para la libertad nos ha liberado Cristo».

No es tarea fácil. La cultura de la cancelación impone las restricciones sobre lo que se puede decir, hacer, o incluso pensar con los instrumentos de la democracia y bajo la piel de cordero de la democracia, mediante herramientas implícitas que muy poco o nada tienen que ver con los métodos duros y explícitos ensayados por los totalitarismos del siglo pasado. Un totalitarismo blando, por la puerta de atrás, cuyos agentes tampoco son los tradicionales (el partido, el Estado), sino grupos de presión o activismos respaldados por las oligarquías de grandes empresas que, con el pretexto de garantizar la igualdad y las libertades, demandan constantemente nuevos derechos que sirven, a su vez, para silenciar a quienes no los compartan.

Este congreso permite avanzar en el compromiso cívico de las generaciones de jóvenes que quieren afrontar la situación, y nos revela la clave: perder el miedo a contar la verdad y habilitar espacios de diálogo para poder contarla.