Jordania, puerta de Tierra Santa y del diálogo con el Islam. El Papa habla al Islam de los derechos fundamentales - Alfa y Omega

Jordania, puerta de Tierra Santa y del diálogo con el Islam. El Papa habla al Islam de los derechos fundamentales

Benedicto XVI ha cumplido los dos objetivos que se había planteado para su visita a Jordania, del 8 al 11 de mayo, en la primera etapa de su peregrinación a Tierra Santa: pasar definitivamente la página de los malentendidos con el Islam; y promover los derechos fundamentales, y en particular la libertad religiosa, en Oriente Medio

Jesús Colina. Roma
500 niños recibieron la Primera Comunión de manos del Papa.

La tercera visita de un Pontífice al reino hachemita (Pablo VI visitó el país en 1964, y Juan Pablo II en 2000) ha tenido un impacto decisivo: ha permitido al Papa comenzar su peregrinación por los Santos Lugares en un ambiente de serenidad, sumamente distendido, sin la obsesión del conflicto entre israelíes y palestinos, que hace de su visita a Jerusalén, Belén y Nazaret una operación de alto riesgo.

En este sentido, la acogida ofrecida por los reyes Abdalá II y Rania describe bien el tono. Desde un primer momento, el monarca rompió el protocolo para anunciar su presencia en la despedida del Papa en el aeropuerto (algo que no acostumbra a hacer con los Jefes de Estado). El domingo, por la tarde, decidió saltarse el programa y unirse espontáneamente al Papa en su visita al lugar del Bautismo de Jesús y, como buen Cicerón, fue él mismo quien ilustró al Papa sobre los últimos hallazgos arqueológicos en la zona.

Superación de malentendidos con el Islam

Esta visita no sólo ha dado un enorme impulso al diálogo con el Islam, sino que ha permitido denunciar cómo la manipulación de la religión con objetivos políticos lleva a su desfiguración, ofreciendo un argumento falso, pero al mismo tiempo sumamente utilizado, para la difusión del laicismo que desprecia la religión como promotora de conflictos. En este sentido, el momento más simbólico de toda su permanencia en Jordania fue la visita, el 9 de mayo, a la mezquita nacional jordana, dedicada en 2006 al padre del actual monarca, el rey Hussein Bin Talal, que de este modo se convertía en el tercer lugar de culto islámico visitado por un Papa (tras Juan Pablo II en 2001 y el mismo Benedicto XVI en 2006).

El Papa, que mostró su delicadísimo respeto por este lugar, pero que no rezó allí mismo, pronunció al final, en el patio de la mezquita, un discurso ante líderes religiosos musulmanes, en el que confesó su preocupación por la expansión del prejuicio, según el cual, la religión es «causa de división en nuestro mundo», y «por este motivo afirman que lo mejor es prestar la menor atención posible a la religión en la esfera pública». Y añadió: «Por desgracia, no se pueden negar las tensiones y divisiones entre seguidores de diferentes tradiciones religiosas». Por ello, «musulmanes y cristianos, a causa del peso de nuestra historia común, tan frecuentemente marcada por incomprensiones, tenemos que comprometernos hoy para ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración», y «recordando siempre el origen común y la dignidad de cada persona humana, que constituye la cumbre del designio creador de Dios para el mundo y la Historia».

El Papa se hace portavoz de los cristianos en Irak

La visita de Benedicto XVI a Jordania le ha ofrecido la oportunidad de convertirse en portavoz de los cristianos iraquíes. En Jordania, han encontrado acogida alrededor de un millón de refugiados de guerra, entre ellos unos 40 mil cristianos, a los que la Iglesia, y en particular Cáritas, tratan de asistir en sus necesidades materiales y espirituales.

El Papa defendió los derechos de estas personas, en el patio de la mezquita nacional jordana, al encontrarse con los líderes religiosos musulmanes de Jordania. Benedicto XVI les pidió hacer todo lo posible, así como a la comunidad internacional y a los líderes políticos locales, «para asegurar a la antigua comunidad cristiana de esta noble tierra el fundamental derecho de pacífica convivencia con sus compatriotas».

En Jordania, acompañando al Papa, se encontraba monseñor Shlemon Warduni, obispo auxiliar del Patriarcado de Babilonia de los Caldeos, con sede en Irak, quien, en declaraciones a Alfa y Omega, agradece a Benedicto XVI haberse convertido, una vez más, en portavoz de sus necesidades. «Digamos la verdad —afirma—: no tenemos muchos protectores, aparte del Santo Padre».

Aquí estuvo precisamente la genialidad de este discurso y de esta visita: el Papa no sólo ha promovido las buenas relaciones con el Islam, sino que, además, ha defendido con serenidad, pero con claridad, los derechos humanos fundamentales y el bien común, incluyendo la libertad religiosa, la dignidad de la mujer, los derechos de las minorías… Ante los líderes religiosos islámicos, el Papa subrayó que «la dignidad humana constituye el origen de los derechos humanos universales, válidos para todo hombre y mujer, sin distinción de grupos religiosos, sociales o étnicos».

Dio la bienvenida al Papa el príncipe Ghazi Bin Muhammed Bin Talal, primo y consejero del rey de Jordania, uno de los representantes más destacados del diálogo interreligioso a nivel mundial en estos momentos, para destacar su «valentía moral para hablar y actuar en conciencia más allá de las modas del momento». El representante musulmán jordano expresó su aprecio por las palabras de aclaración que el Papa pronunció tras la conferencia pronunciada en la Universidad de Ratisbona, considerando que de este modo se ha podido pasar la página de los malentendidos.

En defensa de los cristianos de Oriente Medio

Un segundo objetivo de la visita del Papa era mostrar a los países musulmanes en general, y a los árabes en particular, que el respeto a las minorías cristianas, además de ser una cuestión de derecho, se debe también a su importante contribución a la sociedad. En este sentido, más que predicar con palabras, lo que hizo fue mostrar cómo el caso jordano alcanza este objetivo. Su último acto público en territorio jordano, la visita al lugar del Bautismo de Jesús a orillas del Jordán hablaba por sí mismo: en este lugar, que ha vuelto a salir a la luz en los años noventa, el rey Abdalá II proyecta construir cinco iglesias para acoger a los peregrinos: una para cada confesión cristiana. El Papa bendijo la primera piedra de dos de ellas, una latina y otra greco-melquita.

En realidad, toda la peregrinación del Papa por tierras jordanas ha estado llena de actos que mostraban la contribución decisiva que aporta a este país, de menos de 6 millones de habitantes, la población cristiana, el 3% del total (la mitad de ellos, católica). En ese contexto, fue un gesto significativo la bendición de la primera piedra de la primera universidad católica del país, la Madaba, con Facultades civiles tanto para musulmanes como para cristianos. Esta Universidad nace por el apoyo de familias jordanas y de las autoridades, que quieren dar continuidad a la labor de las escuelas católicas del país, entre las más prestigiosas. La erección de este centro académico es también prueba de la colaboración entre cristianos y musulmanes en Jordania. La misma Misa del domingo, en la que participaron más de 30 mil católicos, casi uno de cada tres, pudo celebrarse porque se declaró día festivo por la Administración pública para los cristianos (aquí el día festivo es el viernes), y buena parte del sector privado se sumó a esta iniciativa. Fue una fiesta de fe católica, quizá la más grande de la época moderna aquí.

Benedicto XVI, con dos jóvenes católicos jordanos.

El Santo Padre alentó a los católicos a no emigrar de Tierra Santa, tentación cada vez más aguda a causa del conflicto judeo-palestino y de la situación en Irak, con graves consecuencias económicas y laborales, a lo que hay que unir la situación de discriminación que atraviesan en casi todos los países de la región. Como reconoció, la permanencia exige una valentía particular: «la valentía de construir nuevos puentes para hacer posible un fecundo encuentro de personas de diferentes religiones y culturas, y así enriquecer el tejido de la sociedad». Y poco antes ya les había dicho: «¡No olvidéis nunca la gran dignidad que deriva de vuestra herencia cristiana, y que no desfallezca el sentido de amorosa solidaridad hacia todos vuestros hermanos y hermanas de la Iglesia en todo el mundo!».

El mensaje del Monte Nebo

Si el Papa logró sus objetivos para esta parte de su viaje, fue, en buena medida, porque, en todo momento, quedó muy claro que venía no como político, sino como pastor y peregrino a la puerta de la Tierra Santa, el Monte Nebo, desde donde Moisés pudo admirar la tierra prometida antes de morir.

Benedicto XVI se asomó al mirador desde el que, en esta ocasión, no pudo llegar a ver Jerusalén a causa de la niebla, y dijo: «Que este encuentro inspire en nosotros un renovado amor por el canon de la Sagrada Escritura y el deseo de superar todos los obstáculos a la reconciliación entre cristianos y judíos, en el respeto recíproco y en la cooperación al servicio de aquella paz a la que la Palabra de Dios nos llama».

Palabras del Papa en Jordania

• ¿Qué padre o persona de buena voluntad no se sentiría turbado ante los influjos negativos, tan penetrantes en nuestro mundo globalizado, incluidos los elementos destructivos de la industria de la diversión, que con tanta insensibilidad se sirven de la inocencia y de la fragilidad de la persona vulnerable y del joven?» (9 de mayo, en la catedral greco-melquita de Ammán).

• «Musulmanes y cristianos, a causa del peso de nuestra historia común, tan frecuentemente marcada por incomprensiones, tienen que comprometerse hoy por ser conocidos y reconocidos como adoradores de Dios, fieles a la oración, deseosos de comportarse y vivir según las disposiciones del Omnipotente» (9 de mayo, en el recinto de la mezquita nacional jordana).

• «En Oriente Medio, marcado por el trágico sufrimiento, por años de violencia y cuestiones sin resolver, los cristianos están llamados a ofrecer su contribución inspirada por el ejemplo de Jesús, de reconciliación y de paz con el perdón y la generosidad» (10 de mayo, en el lugar del Bautismo de Jesús).

• «Desafortunadamente, la dignidad y misión donadas por Dios a las mujeres no siempre han sido suficientemente comprendidas y estimadas. La Iglesia, y la sociedad en su conjunto, han llegado a darse cuenta de la urgencia con la que necesitamos eso que mi predecesor, el Papa Juan Pablo II, llamaba el carisma profético de las mujeres como portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz, comunicadoras de calor y humanidad a un mundo que, con frecuencia, juzga el valor de la persona con fríos criterios de explotación y provecho» (10 de mayo, homilía en la misa en el Estadio de Ammán).

• «Deseo alentar a todos los jordanos, tanto cristianos como musulmanes, a edificar sobre los sólidos cimientos de la tolerancia religiosa que permite a los miembros de las diferentes comunidades vivir juntos en paz y respeto mutuo» (11 de mayo, discurso de despedida en el aeropuerto de Ammán).