Isdin ha renunciado a pedir asilo por el nuevo reglamento de la ley de extranjería - Alfa y Omega

Isdin ha renunciado a pedir asilo por el nuevo reglamento de la ley de extranjería

El miedo a que denegaran su solicitud de protección y a tener que volver a la casilla de salida ha hecho a este joven senegalés buscar alternativas. Ousmane es la otra cara de la moneda de la normativa que entró en vigor el 20 de mayo: gracias a ella puede optar ya a regularizar su situación

José Calderero de Aldecoa
Ousmane señala en un mapa su país de origen, Guinea Conakri
Ousmane señala en un mapa su país de origen, Guinea Conakri. Foto: José Calderero de Aldecoa.

La entrada en vigor el martes 20 de mayo del nuevo reglamento de la ley de extranjería, seis meses después de su aprobación, ha tenido un impacto directo en la vida de miles de personas. La mayoría de implicados lo celebra. No así los solicitantes de asilo, que son los grandes perjudicados por las nuevas reglas del juego. Mientras su solicitud se tramita —el proceso suele durar entre uno y dos años—, estas personas cuentan con autorización para residir y trabajar en España. Pero si la solicitud es denegada perderán dicha autorización y, además, deberán esperar dos años más —viviendo ilegalmente— para solicitar el permiso de residencia por arraigo social. Anteriormente, a quienes pedían asilo les contaba el tiempo de residencia desde su llegada; por lo que, si su solicitud no era tomada en consideración, casi de inmediato podían acogerse al arraigo social.

Isdin [nombre ficticio por petición del protagonista] se encontraba en una situación parecida a la descrita. Llegó a España hace dos años, concretamente a Canarias, procedente de su Senegal natal. «Vine en patera junto con otras 55 personas. Estuvimos 18 horas en el mar. La verdad es que fue una travesía muy peligrosa. Sufrí mucho», rememora en conversación con Alfa y Omega. En cuanto puso un pie en España, pidió asilo político. Pero ahora «he rechazado este camino ante el temor de que me lo denieguen», dice en un correctísimo español fruto de las clases a las que asiste en la Casa Boza del Servicio Capuchino para el Desarrollo y la Solidaridad (SERCADE).

Isdin consulta un cartel en la sede de SERCADE.
Isdin consulta un cartel en la sede de SERCADE. Foto: José Calderero de Aldecoa.

Junto a las clases de idiomas, la entidad católica le ha brindado formación. «He hecho un curso de montaje de placas solares», explica. También le ha tendido una mano en el ámbito jurídico: «Es muy difícil comprender todos los cambios del reglamento y ellos me han estado aconsejando». Fruto de la orientación, Isdin ha decidido retirar su solicitud antes de la entrada en vigor del reglamento y ha dado el salto a la petición de regularización por arraigo socioformativo. Para lograr esta se requiere un tiempo de residencia previo en España de al menos dos años, que él ya ha cumplido, y le permite seguir formándose y trabajar hasta 30 horas semanales, que es lo que él ha venido a buscar. «Tan solo quiero trabajar y así poder ayudar a mi familia», asegura el joven, que no quiere entrar en detalles sobre las condiciones de trabajo a las que se ha tenido que someter en su país.

A pesar de ello y de otras realidades que ha tenido que soportar en Senegal, el nuevo cambio legal le ha llevado a renunciar a la protección internacional. Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), en el año 2024 —últimos datos disponibles— un total de 167.366 personas pidieron asilo en España. De todos ellos, solo el 18,5 % vio aceptada su solicitud.

Menor tiempo de residencia

La otra cara de la moneda es la de Ousmane Diallo, que ya cuenta en el calendario los días para conseguir el tan ansiado permiso de residencia y trabajo. Él es uno de los grandes beneficiados del nuevo reglamento de la ley de extranjería, por eso no teme dar su nombre y que le tomemos una fotografía señalando el país del que procede: Guinea Conakri. De allí salió hace muchos años; pero tras pasar por Italia y Francia, llegó a España el 3 de mayo de 2023. Fue directamente a SERCADE, institución «de la que me había hablado un amigo. Gracias a ellos, ahora voy a poder regularizar mi situación. Me han acogido desde el primer día», manifiesta.

Con el cambio de reglamento, a Diallo se le abren ahora varias alternativas. Podría pedir el permiso de residencia y trabajo por la vía del arraigo social, pues el tiempo de residencia previo en España que se pone como condición ha bajado de tres a dos años. No obstante, «voy a pedir el arraigo socioformativo, porque estoy haciendo un curso de fontanería», asegura el joven, que con 20 años ya vive autónomamente.

Luces del reglamento

Reducción del plazo para el arraigo: el tiempo requerido para solicitar la regularización por arraigo se reduce de tres a dos años (excepto para el arraigo familiar, que no tiene período mínimo). Esto facilita que las personas en situación irregular puedan acceder más rápidamente a un permiso de residencia legal, promoviendo su integración social y laboral.

Nuevas modalidades de arraigo: se incorporan cinco tipos de arraigo (social, sociolaboral, familiar, socioformativo y de segunda oportunidad). El arraigo de segunda oportunidad es especialmente relevante, ya que permite regularizar a personas que tuvieron un permiso de residencia en los últimos dos años pero no pudieron renovarlo, ofreciendo una nueva vía de integración.

Mejoras en la reagrupación familiar: se amplía la edad para hijos reagrupados hasta los 26 años.

Facilidades para estudiantes extranjeros: los estudiantes pueden trabajar hasta 30 horas semanales durante sus estudios superiores y cursar hasta el 50 % de su formación en línea. Además, se simplifica la transición de permisos de estudio a permisos de trabajo, fomentando la retención de talento en nuestro territorio.

Protección laboral y flexibilidad: se introduce una autorización específica para trabajos temporales, permitiendo incluso cambios de empleador en casos de condiciones abusivas. También se permite a los migrantes trabajar por cuenta propia y ajena, a su elección, desde el primer año.

Sombras del reglamento

Tiempo no computable para los casos de asilo: el tiempo de residencia en España como solicitante de protección internacional no computará como tiempo a tener en cuenta para optar al arraigo, por lo que una persona cuya petición sea denegada caerá en la irregularidad y deberá permanecer en ella hasta dos años para conseguir los papeles.

Vivir de forma irregular al menos dos años: aunque el nuevo reglamento baja el tiempo de residencia en España de tres a dos años para poder acceder a los distintos tipos de arraigo, la propia norma obliga a vivir durante dos años de forma irregular para poder acceder a cualquier vía de regularización. El no disponer de un permiso de residencia y trabajo conlleva la pérdida de derechos, favorece la economía sumergida y puede desembocar en una deportación.

Escasos recursos para la atención: una de las críticas recurrentes a la ley de extranjería es la demora en las resoluciones de las solicitudes. En algunos casos, la Administración tarda en contestar hasta dos años, lo que genera una situación de incertidumbre y de vulnerabilidad.

Digitalización complicada: la reforma introduce la digitalización de procesos, permitiendo solicitudes y renovaciones en línea. La medida, que busca acortar los plazos de tramitación, se convierte en una trampa para quien no tiene una conexión a internet estable.

Riesgo de saturación: la ampliación de vías de regularización podría sobrecargar las oficinas de extranjería, ya históricamente colapsadas.