Hacer política desde una mirada solidaria
Las elecciones son un momento privilegiado para que el ejercicio público deje de ser monopolio de políticos y sea un reto con mayúsculas para cada uno de nosotros y de nosotras
Se acercan las elecciones y en esta ocasión no nos privamos de ninguna: elecciones generales, autonómicas, europeas y locales. Es un momento importante y por ello no puedo dejar de preguntarme: ¿Una vez que se celebren todas estas elecciones cómo cambiará la vida de las personas más vulnerables, de las personas olvidadas?.
Cuando se acercan elecciones las ONG intentamos transmitir un mensaje claro a los partidos políticos: «No os olvidéis de los que más sufren, no os olvidéis de los últimos, haced propuestas políticas para que nadie quede atrás». Y redoblamos nuestros esfuerzos con los distintos grupos políticos para que esta inquietud se refleje en sus programas electorales. Pero no solo intentamos transmitir este mensaje a los partidos, sino a todas aquellas personas que, de un modo u otro, creen en el trabajo que hacemos las ONG. Por esto subrayamos que las elecciones son un momento privilegiado para que el «hacer política» deje de ser monopolio de políticos y sea un reto con mayúsculas para cada uno de nosotros y de nosotras.
El sueño de construir un mundo más justo y sostenible, de algún modo, nos lo jugamos en cada una de las oportunidades electorales que tenemos. Ojalá que «hagamos política» poniendo en el centro a las personas, al bien común, priorizando a aquellos más vulnerables.
Como cantaba Mercedes Sosa: «Cambia, todo cambia». Vivimos en un mundo en un acelerado proceso de transformación, donde se están cuestionando modelos productivos, fiscales, energéticos, sociales o culturales. Un mundo en el que se amplían las brechas de desigualdad, donde nuestro planeta, nuestra casa común, grita por su sostenibilidad; un mundo en el que sentimos que valores como la igualdad, la inclusión, la tolerancia, la solidaridad y la corresponsabilidad ambiental se ven peligrosamente cuestionados.
Más allá de ideologías y propuestas políticas concretas, es clave que el “hacer política” incorpore la lógica del bien común, que tengamos una mirada de largo alcance y una noción amplia y enriquecedora de la solidaridad. Y, ahora que muchas personas nos preguntamos ¿y como yo desde mi ejercicio del derecho a votar puedo hacer política con mayúsculas?, quizás sea bueno hacernos y hacer a nuestros representantes políticos algunas reflexiones:
Ya no hay ninguna duda: todas las personas somos interdependientes. Nuestro modo de vivir condiciona a personas que están alejadas cientos de kilómetros. Nuestros modos de consumir, de movernos, de alimentarnos de relacionarnos, no son neutros. Somos dependientes unos de otros. Y, además, somos ecodependientes: naturaleza y personas constituimos una sola unidad indivisible. Si agredimos a la casa común, nuestras vidas y las vidas de millones de personas quedarán señaladas y condicionadas por ello. Por lo tanto, hay ya un primera invitación a que apoyemos políticas que vayan a favor de las personas y a favor de la naturaleza.
La humanidad ha ido recorriendo un camino de reconocimiento de derechos en el que no podemos dar ni un sólo paso atrás. Debemos ser conscientes de que otras personas trabajaron y se sacrificaron para alcanzar muchos de los logros de los que hoy disfruta parte de la Humanidad. Debemos poner el foco en conseguir que los logros sociales lleguen a toda la familia que constituimos la humanidad.
La agenda 2030 es una gran oportunidad de construir un mundo habitable y justo. Dejar pasar este tren seria una decisión necia y quizás irreversible. Debemos recuperar un sentido de urgencia, tenemos que ponernos manos a la obra, «dejar el pesimismo para tiempos mejores» como decía Eduardo Galeano) y construir propuestas que partan de los derechos humanos, que asuman la imbricación de las problemáticas que debemos abordar, que pongan la economía al servicio de las personas y que trabajen en favor de sociedades más igualitarias, justas y solidarias.
La cooperación internacional debe liderar las estrategias de articulación de las políticas públicas en el marco de la nueva Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible. La política de cooperación, reducida a su mínima expresión en los últimos años, es una obligación ética y un compromiso activo con aquellas personas que sufren más allá de nuestra frontera. Pero, además, reivindicamos la política de cooperación como una política pública que vertebra nuestra acción exterior. Una política estratégica que contribuye a la estabilidad a medio y largo plazo, que nos otorga presencia internacional, influencia, perfil y capacidad de articular estrategias en un nuevo marco de gobernanza global y bienes públicos globales sobre los que necesitamos intervenir para proteger derechos, recursos y oportunidades.
Además de un derecho universal, la educación es la principal herramienta para atajar las brechas de desigualdad. Desde Entreculturas estamos absolutamente convencidos de esto y, por ello, creemos que la cooperación española debe poner un foco prioritario en la educación, ya que la educación promueve el desarrollo personal y el fortalecimiento de las capacidades, ayuda a la construcción de una ciudadanía crítica y mejora la democracia, posibilitando mayores oportunidades de trabajo e ingresos, y favoreciendo el desarrollo económico de los países. Especialmente relevante es el ejercicio de este derecho para mujeres y niñas, ya que potencia su autonomía y libertad, el acceso a un trabajo decente o la protección frente a situaciones de violencia. En definitiva, la educación facilita el acceso a otros derechos y tiene una función decisiva en la erradicación de la pobreza y en la promoción de sistemas justos, sostenibles e inclusivos.
En esta línea de reflexión el sector social de la Compañía de Jesús en España, que agrupa a más de veinte entidades diversas dedicadas al servicio de la fe y a la promoción de la justicia, acaba de publicar un documento que bajo el título Retos sociales, elecciones 2019 trata de aportar reflexiones y propuestas que ponen el foco en temas que nos implican a todas las personas y que deberían estar en el centro de cualquier propuesta política como la inmigración, la protección de la infancia y la juventud, la cooperación al desarrollo, la justicia fiscal, la igualdad entre hombres y mujeres o la sostenibilidad ambiental.
Es el momento de hacer un voto responsable y comprometido. Es el momento de que cada uno de nosotros, cada una de nosotras, hagamos política.
Ramón Almansa
Director Ejecutivo de Entreculturas