Hace falta cultura vocacional
La Iglesia celebra, este domingo, el Día del Seminario. Pasión por el Evangelio es el lema de este año, en el que el número de seminaristas, en España, ha crecido un 4,2 %. En las parroquias, darán su testimonio quienes se preparan para ser sacerdotes, y en todas las diócesis habrá jornadas de puertas abiertas en los Seminarios, y se rezará por las vocaciones
En la vida de las personas apasionadas por el Evangelio siempre hay experiencias, encuentros, personas, hitos que las empujan a un mayor compromiso con el Señor y a un testimonio más fuerte. En la vida de Juan José Degroote, han sido un cúmulo de circunstancias, pero él recuerda con cariño un domingo en el que su abuela estaba enferma. La mujer no pudo acompañarles a misa, y al terminar la celebración fueron a visitarla. Juanjo tenía 14 años y su abuela fue directa al grano: «¿Qué ha dicho el cura del Evangelio de hoy?». Y unos segundos después: «¿Tú no querrías ser sacerdote, Juanjo?». Este joven seminarista de 21 años, aquel domingo, no prestó atención al asunto, pero el interrogante, desde ese momento, no dejó de rondarle la cabeza. Actualmente, se prepara para ser sacerdote en el Seminario Conciliar de Madrid.
Don Ángel Javier Pérez Pueyo, director del Secretariado de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, de la Conferencia Episcopal Española, afirma que, probablemente, el mayor desafío que tenga ahora la Iglesia sea crear, entre los católicos, una verdadera cultura vocacional, es decir, vocacionalizar todas las pastorales.
Probablemente, habría más sacerdotes si hubiera más abuelas. Y quien dice abuelas, dice padres, hermanos, amigos, catequistas, educadores…, que plantearan abiertamente la cuestión de la vocación. O puede que no. Lo que sí está claro es que los jóvenes serían más felices, porque el camino hacia la felicidad pasa por un planteamiento serio de la vocación personal.
El sacerdocio. ¿Una profesión?
A finales del mes de noviembre, la prestigiosa revista americana Forbes, especializada en el mundo de los negocios y las finanzas, publicaba una lista de las diez profesiones más gratificantes, a juzgar por el grado de felicidad de quienes las ejercían. Los sacerdotes católicos y los pastores protestantes figuraban a la cabeza del ranking. Con el descrédito mediático que suele rodear a la Iglesia, la noticia resultaba especialmente llamativa. Unos meses después, y coincidiendo con la campaña para el Día del Seminario, desde la Comisión de Seminarios y Universidades, se ofrece la siguiente reflexión:
«La pregunta por los motivos que hacen del sacerdocio la profesión más feliz quizás no esté bien planteada. ¿Es el sacerdocio una profesión? Es verdad que podemos identificar algunas tareas que son propias del sacerdote, y que el sacerdocio está considerado socialmente como un trabajo cualificado; pero, si se le pregunta a cualquier sacerdote por la índole de su sacerdocio, ninguno dirá que se trata de una profesión; dirá más bien que se trata de una vocación».
Explica don Ángel Javier Pérez Pueyo que lo que verdaderamente define al sacerdocio es su carácter vocacional; es decir, «el hecho de que se trata de un proyecto de vida que exige una determinación espiritual, que afecta a todas las dimensiones de la vida, que pide exclusividad, entrega, fidelidad absolutas y que es animado por una pasión: la pasión por el Evangelio».
Pasión por el Evangelio
El lema que la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, de la Conferencia Episcopal Española, ha elegido para la Campaña del Seminario de este año 2012 alude a la energía interior, al movimiento del corazón, que alimenta toda vocación sacerdotal, tanto en su origen como en su crecimiento.
Juanjo Degroote conoce perfectamente esa sensación y transmite el entusiasmo y la felicidad del que sabe que ha tomado la mejor decisión de su vida. Sus padres, Juanjo e Inés, recuerdan perfectamente el momento en el que su hijo les contó que su futuro pasaba por el Seminario: «En un primer momento, pensamos que aquella decisión era un poco precipitada; tenía 17 años recién cumplidos y le sugerimos que esperara un poco, que hiciera una carrera y se labrara un porvenir laboral, por si la llamada que él notaba, y a la que quería responder, no fuera definitiva. Pero no pudimos convencerle. Él estaba decidido».
Y, en el proceso de maduración de su decisión, fue imprescindible el acompañamiento que recibió por parte de varios sacerdotes, que supieron ayudarle a discernir y animarle a que decidiera con libertad. Recuerda la celebración del sacramento de la Confirmación como un momento de gracia, y sabe, después de cuatro años en el Seminario, que la ilusión hay que alimentarla, que hay días fáciles y otros que lo son menos.
Si tiene que escoger un momento reciente que le ha servido para cargar pilas ése ha sido sin duda la JMJ y las palabras que Benedicto XVI les dirigió a los seminaristas en la catedral de La Almudena: «Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad, antes bien, como una bella forma de realizar la vida humana en gratuidad y en servicio, siendo testigos de Dios hecho hombre, mensajeros de la altísima dignidad de la persona humana y, por consiguiente, sus defensores incondicionales. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer, a menudo, son los principales criterios por los que se rige la existencia».
Testimonios como el suyo se escucharán en las misas este próximo domingo: «Queremos sensibilizar a la sociedad en general, y particularmente a la comunidad cristiana, sobre la necesidad de la vocación sacerdotal y el servicio que prestan los sacerdotes», explica Juanjo, que será enviado a dar su testimonio a la madrileña parroquia del Inmaculado Corazón de María.
Cada diócesis prepara la campaña con actividades diversas, pero siempre con un objetivo claro: suscitar vocaciones sacerdotales mediante la sensibilización. La mayoría de las diócesis españolas celebran el Día del Seminario el día 19 de marzo. Pero como la solemnidad de San José no es fiesta civil en todas las Comunidades Autónomas, desde hace ya un par de décadas, el Día del Seminario se celebra también el domingo más próximo al Día de San José.
En el contexto de la Campaña, la Conferencia Episcopal Española ha hecho públicas las estadísticas sobre seminaristas. En el curso 2011-1012, se ha producido un aumento, en términos absolutos, de 51 seminaristas mayores, lo que supone un incremento porcentual del 4,2 % respecto al curso anterior. Actualmente, en España hay 1.278 seminaristas.
Además de estas cifras, la Conferencia Episcopal Española va a presentar un video sobre el sacerdocio que distribuirá en las redes sociales.
La Iglesia necesita vocaciones. No se está produciendo el necesario relevo generacional, lo que provoca problemas de atención pastoral a muchas comunidades. En este contexto, en un ambiente cultural que no ayuda precisamente, que se haya producido este curso 2011-2012 un aumento de seminaristas no deja de ser una grata sorpresa. ¿Ha tenido algo que ver la JMJ de Madrid 2011?; ¿se trata de un cambio de tendencia?
Don Ángel Javier Pérez Pueyo señala que, aunque todavía es demasiado pronto para cuantificar y valorar, sí se puede afirmar que la JMJ propició en los jóvenes, que se prepararon a fondo y participaron después en ella, un encuentro personal con Cristo: «No me cabe duda de que muchos han llegado a replantearse el sentido de su vida desde la fe, y no pocos den una respuesta generosa a Dios».
Como explica el Director del Secretariado de la Comisión episcopal de Seminarios y Universidades, de la Conferencia Episcopal Española, «sólo Dios sabe» el efecto de la Jornada. «Él es el único capaz de romper la tendencia. Este año, efectivamente, ha habido un ligero incremento de seminaristas. Pero lo que me parece verdaderamente providente es que cada año, con la que está cayendo, siga habiendo un grupo significativo de jóvenes que ingresan en el Seminario o se ordenan presbíteros».
Seminaristas como Juanjo Degroote son jóvenes de su tiempo, con las aficiones propias de su edad, pero que han tomado una decisión contracorriente; algo que llena de orgullo, sobre todo, a sus padres, que afirman: «Su entrega pone en evidencia una priorización de valores nada habitual en la sociedad en la que vivimos. Demuestra generosidad y valentía por la renuncia a mucho de lo que su entorno ofrece a una persona joven», explica el señor Pueyo.
En el Seminario Conciliar de Madrid, además de formarse -estudia 4º de Teología-, Juanjo descubre que el ministerio para el que se prepara le llevará a realizar tareas de lo más diverso. Ya disfruta al prestar servicios como las catequesis a otros jóvenes, y cree que se les puede ayudar mucho desde el acompañamiento espiritual, labor que, hoy por hoy, le atrae bastante. Tal vez vaya a ser ésa una de sus responsabilidades como sacerdotes, o tal vez Dios le llama por otros derroteros. Pero, si una cosa tiene clara, es ésta: le espera una vida apasionante.