Ha resucitado: nunca nos lo habían contado así
Tranquilo, no es lo de siempre. Quizás la historia la conozcamos, pero hasta ahora nunca nos la habían contado de esta manera. Ha resucitado nos relata la historia más grande jamás contada -parafraseando el título de la película de George Stevens- pero desde otra perspectiva, con otro sentimiento, podríamos decir, y todo esto a pesar de que es una producción amateur, realizada por los jóvenes de la Parroquia Nuestra Señora de Begoña, de Madrid, para financiarse la peregrinación a la Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar el próximo mes de julio en Río de Janeiro
Con toda seguridad, todos hemos visto decenas de películas con la misma temática, o incluso asistido a algún musical u obra de teatro con un argumento similar. Pero me atrevo a afirmar, casi total con rotundidad, que al terminar siempre nos han dejado un sabor agridulce y cierta sensación de frialdad. Pensaremos que los actores lo han hecho muy bien, pero que realmente no vivían lo que interpretaban. Quizás el problema en estos casos radique en que no han experimentado la alegría de ser cristianos. Sin embargo, en Ha resucitado ocurre todo lo contrario. La obra cuenta con un guión inteligente -elaborado por el periodista Jorge Martínez Pueyo, que también dirige la obra, e Isabel Santaballa- que aúna la fidelidad a la Escritura con pequeñas licencias que sorprenden al espectador por sus giros y pequeñas notas cómicas, otorgando algún que otro respiro ante determinadas escenas dramáticas cargadas de tensión y realismo, de las que seremos testigos a lo largo de la hora y media que dura la obra.
Flashbacks como recurso narrativo
La puesta en escena es ágil e innovadora. Parte del montaje transcurre bajo el recurso de los flashbacks, tan de moda desde hace algunos años gracias a series televisivas de gran éxito. En la obra, el director ha sabido conjugar a la perfección este instrumento narrativo con la rapidez necesaria para darle ritmo y que no resulte cansina y haga caer al espectador en cierta apatía. Así, la llamada de Jesucristo a Simón Pedro y a Andrés para hacerles pescadores de hombres, a Mateo para convertirle en uno de sus discípulos; la resurrección de Lázaro, o la escena en la que Jesucristo camina sobre las aguas, se convierten en auténticas píldoras catequéticas que dejan al espectador con ganas de más.
Pero si algo sorprende de todo el conjunto es, sin duda, el tramo final de la obra, dedicada a la Pasión y la Resurrección. Como decía antes, muchas veces caemos en la tentación de pensar que ya nadie nos puede sorprender con algo nuevo, quizás porque en cierta medida estamos vacunados ante la forma en que nos presentan habitualmente estos acontecimientos de los Evangelios. En este caso, el público queda sin respiración al presenciar el realismo de las escenas, y las excelentes interpretaciones provocan que el auditorio se involucre en la historia y participe de la misma.
Si se me permite un consejo, cuando usted vaya a verla, permanezca atento a las actuaciones de Caifás y de Anás, actores a los que alguna compañía de teatro o director de cine o televisión debería fichar por sus grandiosas interpretaciones, sazonadas con algún que otro toque de humor con el que hacen esbozar una sonrisa a más de uno.
Un mensaje: la Resurrección
El colofón llega, como cabría de esperar, en la Crucifixión, no sólo por lo que narra y cómo lo narra, sino por el detalle -muy de agradecer- de que todo el público permanezca en su sitio, durante poco más de un minuto, en actitud de adoración ante un realista Cristo crucificado. Y es que si en toda la historia hay un protagonista, éste es Jesucristo, interpretado de forma magistral por el joven Alfredo Floristán, que no exagera ni se queda corto en su actuación, sino que la dota de la fuerza justa y la sencillez necesaria. Un Jesucristo que también por su aspecto nos hace trasladarnos en tiempo real hasta aquella época y que no se queda en la muerte, sino que resucita y entrega su Espíritu a sus discípulos, algo que también se nos muestra en la obra de forma magistral.
Los últimos minutos del espectáculo no tienen desperdicio. No voy a revelar de qué se trata, pero sólo les pido que abran bien los oídos y que acojan lo que escuchen.
Hay que subrayar de forma especial la actuación de las narradoras y de los soldados romanos. Además de la encomiable labor del equipo de vestuario y del equipo de iluminación.
La entrada es gratuita y al final de la representación todo el equipo da la oportunidad de hacer algún donativo para que puedan viajar hasta Brasil y reunirse allí con el Papa Francisco.
Entre tanta Buena Noticia cabe señalar una mala: sólo quedan dos funciones de Ha resucitado. Tendrán lugar el próximo domingo, 9 de junio, y el día 23, a las 17 horas en la cripta de la Parroquia Nuestra Señora del Monte Carmelo, en la calle Ayala 37. Se pueden reservar entradas enviando un correo electrónico a isasantaballa@gmail.com. Anímense, porque ¡Ha resucitado!